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Página:Historia Verdadera del Mexico profundo.djvu/138

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conocimientos. La filosofía que engendró el esplendor del México Antiguo sigue viva, presente, vigente y vibrante; y por ahora, nosotros somos parte inconsciente de ella. Como la grecolatina de la civilización occidental en nuestros días, que la separa más de dos mil años y sigue viva en su esencia en Europa. El problema es que debido a la colonización mental, no la podemos hacer consciente.

La pregunta es: por qué los países colonizadores pueden tener conexión directa su pasado filosófico, como los europeos del pensamiento grecolatino o los chinos y japoneses del pensamiento budista y, nosotros los mexicanos según nuestros colonizadores, no tenemos ninguna relación con los siete mil quinientos años de desarrollo de un pensamiento filosófico.

Los Tres Círculos del Conocimiento.

Como hemos dicho, el conocimiento en el México antiguo se manejaba en tres círculos excéntricos.[1] La palabra, que estaba en el centro del primer círculo. Era sólo conocida por un reducido grupo de personas. La sabiduría se trasmite de labio a oído. Al igual que en el Tíbet o en Egipto, los hombres y mujeres de conocimiento vivían en aquellas construcciones milenarias que hoy se les nombra zonas arqueológicas. Eran centros de conocimiento reservado sólo a una élite de personas especializadas en conocimientos herméticos ancestrales. Estos maestros vivían apartados del mundo y eran respetados por las personas comunes o maceguales que vivían en las aldeas.[2]

Los hombres y mujeres de conocimiento habían desarrollado un complejo y abstracto lenguaje de su sabiduría, en el que se transmitía y perpetuaba su milenario conocimiento a través de símbolos y representaciones gráficas, grabadas en piedra, madera, metales; pintado en códices, frescos y cerámica; bordado en telas con piedras y plumas. Este segundo círculo de conocimiento se trasmitió a través del
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  1. Del centro hacia fuera.
  2. Generalmente los macehuales no accedían a lo que hoy llamamos zonas arqueológicas. Representaron siempre lugares sagrados. Esta milenaria tradición de respeto a los vestigios de estas construcciones se mantuvo viva todavía hasta la primera parte del siglo XX. Por eso se explica que, los buscadores de fortuna del siglo XIX “descubrieran” las zonas arqueológicas para la cultura dominante, pero las comunidades indígenas, siempre habían sabido de su existencia y se les trató de mantener lejos de los colonizadores y su permanente impulso de saqueo.

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