Página:Historia Verdadera del Mexico profundo.djvu/172

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para preparar el cacao, las pieles de jaguar y de puma, el ámbar, las plumas de papagayo, de quetzal, de xiuhtototl. Su comercio consistía, pues, en exportar los productos manufacturados y en importar artículos exóticos de lujo.” (Jacques Soustelle. 1955)

El guerrero mexica fue la base material del poderío azteca y el Pochteca su espía y explorador. Los hombres se dedicaron en mayor medida a la guerra, en virtud de que el Estado recibía por medio de los tributos: alimentos, textiles, materias primas, armas, artículos suntuarios, esclavos. La guerra permitía al mexica tener acceso a la riqueza y fundamentalmente al honor y asenso en la escala social. Nunca dejaron de ser agricultores y artesanos, pero la guerra empezó a ocupar la mayor parte del tiempo y de su energía, lo mismo que el comercio. La sociedad mexica se convirtió en una sociedad militarizada muy bien organizada y los mercados o tianguis llegaron a tener increíbles dimensiones. Un formidable cuerpo de guerra que sometía a los pequeños e independientes señoríos. Una poderosa institución de comerciantes, con características de tipo militar, igual que la de los guerreros jaguar o águilas. Los mexicas a pesar de haber recibido formidables derrotas por parte de los purépechas, tlaxcaltecas y cholultecas, entre otros, fueron casi invencibles, especialmente por la organización que tenían con los demás señoríos a quienes fueron incorporando en calidad de “aliados” después de haberlos vencido y la extraordinaria red de información que tenían a través de los pochtecas o comerciantes.


Es importante señalar que la guerra y las armas para la civilización del Anáhuac, nada tenían que ver con la concepción europea. La guerra era una actividad para “tomar cautivos para alimentar al Quinto Sol”. El objetivo de la guerra en el Período Postclásico no era matar, destruir o arrasar. Las guerras se pactaban entre mensajeros. Se acordaba el día, el lugar y el número de guerreros. Generalmente se realizaban en descampados y muy pocas veces en ciudades. Esto se daba sólo en condiciones de “castigo”, por ejemplo: cuando un aliado se sumaba a un enemigo. Existían las treguas por fiestas o exequias, y en un momento dado, cualquiera de las partes podía solicitar el fin de la contienda y los ejércitos regresaban a sus ciudades con sus heridos y sus cautivos. Algunas guerras se hacían sólo para mantener a los         172