Parnaso español 174
Apariencia
Frena el corriente, ¡oh Tajo retorcido!,
tú, que llegas al mar rico y dorado,
en tanto que al rigor de mi cuidado
busco (¡ay, si le hallase!) algún olvido.
No suenes lisonjero, pues perdido
ves a quien te bebió con su ganado;
viste de mi color desanimado
los cristales que al mar llevas tendido.
Pues en llantos me anegan mis enojos,
con el recién nacido sol no rías,
ni alimente tu margen sino abrojos.
Que no es razón que, si tus aguas frías
son lágrimas llovidas de mis ojos,
rían cuando las lloran ansias mías.