Parte Oficial del Glorioso Combate del Dos de Mayo de 1866 contra la Escuadra Española

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Parte Oficial del Glorioso Combate del Dos de Mayo de 1866 contra la Escuadra Española


A las 6 de la mañana de ayer el vigía de la oficina anunció, sobre el torreón, que se notaba cierto movimiento en la escuadra española, surta en el cabezo de la isla de San Lorenzo. Con efecto, poco rato después, todas las chimeneas indicaban que los buques enemigos atizaban sus fuegos. A las 7 y 46 el bote a vapor de la "Numancia" giraba a toda fuerza entre las fragatas, más era todavía dudosa su actitud a la simple perspectiva, pues había sucedido lo mismo el día anterior, a la misma hora, hasta el caso de haber destacado cuatro fragatas hacia el norte, las cuales regresaron a reconcentrarse en el grupo de las demás embarcaciones enemigas. A las 8 y 14 era manifiesto el movimiento de la escuadra y constituyéndome desde entonces en el torreón pude ya notar, que la "Vence, dora", dejando su puesto que era a la vista, al costado de la "Numancia", de parte de afuera, pasó a colocarse al frente de todas las fragatas, sirviéndolas como de guía. En este estado permanecieron los enemigos, aunque continuando la movilidad sobre sus posiciones, hasta las 9 y 25, en que de improviso descargaron las chimeneas, presentando la perspectiva una larga fila de espirales. A las 10 en punto principiaron a desfilar todas las fragatas españolas con rumbo al norte, y habríase presumido que abandonaban la bahía de San Lorenzo, si la inmovilidad de los transportes no hubiera convencido, que ese movimiento presentaba todos los síntomas de una actitud ofensiva; a las 10 y 35 la escuadra toda volvió a atizar sus fogones, conservando su dirección y marchando con lentitud a la bahía, hasta las 11 y 27 en que, al cambiar la "Vencedora" de rumbo hacia el oeste, pudo ya conocerse que el brigadier Méndez Núñez nos atacaba decididamente con dos divisiones navales, la una contra las baterías del norte, compuesta de la corbeta "Vencedora" y de las fragatas "Almanza", "Berenguela" y "Resolución", sirviendo ésta de apoyo—y la otra, contra las baterías del sur compuesta de las fragatas, "Blanca", "Villa de Madrid" y "Numancia", sirviendo ésta de cabeza y Capitana, pues en ella se veía, en acción contínua el plan de señales, y flamear así mismo, la insignia del contralmirante. La línea de combate, dilatada de norte a sur, ha tenido, pues, su centro en la "Resolución" y en la "Numancia". En esta formación marcharon por divisiones navales, aproándose respectivamente a nuestras fortificaciones hasta las 11 y 59 en que, por una rápida evolución, que al parecer cambiaba completamente la línea, la "Villa de Madrid" se dirigió a toda máquina al norte, viniendo en su lugar la "Resolución", y cubriendo, de este lado, la "Numancia", la retaguardia de toda la línea. A las 12 y 10 »dos los buques enemigos izaron sus pabellones de honor, y se encontraban ya, tan cerca de tierra, que, aún sin, el auxilio del anteojo, era perceptible, al alcance natural, el movimiento de a bordo. No rompieron, sin embargo los fuegos, hasta que la división de la Capitana fué reforzada con otra fragata que vino a formar un cuadrilátero irregular, al frente de las baterías del sur.

Mientras se verificaban todos estos movimientos, y hasta que los enemigos izaron las banderas, disminuyendo siempre el trayecto de sus cañones, nuestros artilleros de norte y sur guardaban el más perfecto orden, se mantenían en el mayor silencio con los cañones cargados, esperando solo el momento de ver inflamar las baterías de las fragatas para inflamar las suyas. S. E. el Jefe Supremo visitó en estos últimos minutos todas las fortificaciones, dejando en ellas, con cada una de sus palabras, una lengua de fuego que bien pronto encendiera contra el enemigo extranjero las armas de la República.

A las 12 y 15 la fragata "Numancia" presentó al fin su costado de estribor y rompió los fuegos con los dos primeros cañones de su batería, cuyos dos tiros se cruzaron en el trayecto con los fuegos de nuestras baterías del sur, obrando éstos contra toda la división enemiga, la cual, al ejemplo de la Capitana nutrió en el mismo instante todo el ataque. Increíble es, Señor Secretario, lo que pasó entonces: ni la velocidad de una cuenta mental, fué bastante a seguir el número de proyectiles al mismo tiempo lanzados, de parte a parte, entre los combatientes del sur. A la vez, las dos fragatas y la corbeta que obraban sobre el norte despedían un vivísimo fuego, que era cruzado por el nuestro de ese lado, mezclándose en este combate general, con actividad prodigiosa, los fuegos de nuestra pequeña escuadra. En la celeridad de tan indescribibles momentos, cubierta nuestra atmósfera con una red de proyectiles enemigos, y recorriendo nuestras balas la recta de las baterías españolas, nadie podrá asegurar cuantos tiros se cambiaron en aquellos breves minutos; esto era imposible; pero a mi modo de juzgar Señor Secretario, creó admisible la suposición de un cañonazo por segundo por espacio de quince a veinte minutos. Ya debe concebirse cuanta no sería la atención consagrada a recorrer la línea de nuestras balas: en lo alto del torreón era esa línea tan clara, que se distinguía perfectamente en el combate del sur, los proyectiles colocados y los perdidos.

A las 12 y 25, uno de nuestros grandes proyectiles de Armstrong o de Blakely, fué a enterrarse de rebote bajo la línea de agua de la "Numancia", fragata que acababa de recibir mementos antes en su espolón la grande y única bala que pudo arrojarle el cañón del pueblo. Fatigada debió encontrarse esta división, cuando instantáneamente llamó en su auxilio a la fragata "Almanza" de la del norte. En este momento se lanzaban andanadas enteras de las cinco fragatas contra nuestras baterías, y ellas a su turno, lanzaban también descargas nutridísimas al enemigo. A las 12 y 34 al tiempo que la "Numancia" giraba para descargar su costado de babor, se ha visto claramente, que dos balas nuestras, una del "Loa" y otra del "Santa Rosa", han hecho ángulo sobre el alcázar. Algo debió suceder en aquel momento; cuando la gran fragata soltó luego sus señales, y no continuó sus fuegos, sino después de tres a cuatro minutos de combate, el más recio que ha retronado en nuestras cumbres; la mayor parte de los proyectiles sólidos de los españoles, despedidos en un trayecto de una milla, pasaban por elevación de 50 a 100 metros de nuestras baterías, e iban a terminar en la mar brava. No se veía en ese momento ningún incendio en la ciudad; los enemigos usaban hasta entonces proyectiles sólidos en su mayor número. La "Blanca", con admirable firmeza, parecía varada e inmóvil para hacernos fuego. A las 12 y 40 hacía señales, la "Resolución", pocos segundos después, que nuestras baterías del norte abrieron un fuego vivísimo y certero, sobre la división ya diminuta de su frente, y a la que las de Santa Rosa redoblaban sus bríos sobre el blanco enemigo. A las 12 y 47, la "Villa de Madrid" salió de la línea de combate, hizo rumbo hacia la isla, siguiéndolo a poco la "Berenguela"; pero la "Blanca" en su perenne sitio, se batía sin cesar. Oyese en este minuto una extraña detonación en el sur, y una columna de humo se levanta inmensa sobre la torre de Borda. Mi primera idea, fué, creer incendiado el polvorín en la torre; después, la inflamación de algún saco de carga; pero a poco, el silencio de la fortificación, me anunció claramente algún siniestro terrible.

Efectivamente, acababa de sucumbir, entre ilustres víctimas, el Secretario de la Guerra, el hombre, el quirites, en quien resplandecían como dije hace cinco años, la severidad de Catón, la adusta frente de Bruto, y el puro espíritu de Arístides!.

A las 12 y 55 el fuego de nuestros artilleros, así en el sur como en el norte, era continuo e infatigable, al mismo tiempo que avanzaba con nuestros buques el bravísimo comandante Montero, haciendo a los enemigos un fuego mortífero: creíase que nuestra pequeña escuadra iba a sucumbir, con el peso de tanto proyectil dirigido sobre ella; pero las fragatas españolas que no consiguieron su intento, se concentraron todas sobre las baterías del sur. En este momento uno de nuestros buques puso una bala sobre la "Blanca", y otra bala del norte cruzó sobre la "Almanza" llevándole el pabellón. A la 1 y 13 el fuego enemigo calmaba notablemente, al paso que se avivaba el nuestro, que se multiplicaba el de la gloriosa batería de Santa Rosa, y que uno de los Blackely lanzaba otra gran bala a la "Numancia".

Por cuarta vez herida la capitana, presentó su costado de estribor, y ella, la "Resolución", la "Almanza" y la "Blanca", al retirarse, lanzaron andanadas continuas de bombas, sobre las baterías, sobre la aduana y sobre la población. El fuego de parte a parte volvió, Señor Secretario, a ser infinito, y solo el patriotismo y el denuedo de nuestros artilleros ha podido entonces, con tan pocos cañones, mantener ardiente el combate, sostener esta lid sin ejemplo, y conservar con tan alta bravura el escudo de la República.

Al mismo paso que la "Blanca" salía al fin de la línea de combate, recibía la "Numancia" un 5° tiro de cañón. Entonces, desesperados los españoles, viendo que no podían apagar nuestros fuegos, y desmontar nuestras piezas, se circunscribieron en .definitiva a dividir sus fuegos entre las baterías, del sur y el incendio de la ciudad. Mantuvieron, sin embargo, su primitiva posición o trayecto de una milla, hasta las 2 y 18 minutos, en que desconcertados por los fuegos de la plaza y convencidos de que sus esfuerzos eran del todo estériles, aumentaron el radio de sus cañones a una y media millas, más que menos, yendo a colocarse casi a sotavento.

Desde allí, y hasta las 2 y 25 no cesaron de arrojar bombas; nuestro Blackely y las baterías, de contestarlas con ardimiento. A las 2 y 30 los fuegos enemigos cesaron un momento en que ciaban los buques, esto es, la "Numancia", "Almanza" y "Resolución", con el fin de dar lugar a todos sus botes para recibir muertos y heridos, que eran trasladados a un trasporte situado a tres millas.

En esta operación y sin disparar sobre la viveza de la plaza, más que balazos por elevación y de pura cortesía, se conservaron hasta las 2 y 39, en que viniendo de proa sobre las baterías las tres fragatas enemigas, siguieron otra vez un fuego tan lleno y continuo, como el que abrió el combate; pero entonces ya solo despedían proyectiles huecos, de los cuales una; tercera, parte iba a las fortificaciones, y dos tercios sobre la aduana y la ciudad.

En este intervalo, la "Resolución" y "Numancia" volvieron a recibir a sus costados balas de 13 pulgadas y de a 68. Nuestras baterías obraban, Señor Secretario, con tanta energía que bien pudiera haberse dicho maniobraban con 200 cañones, siendo así, que entonces nuestros artilleros solo contaban con 15 o 16.

A las 3 en punto nuestros buques se aproximaron a la línea enemiga, haciéndole un certero fuego que dividió la atención de las fragatas, y quedó trabada, por 19 minutos, una encarnizada lucha hasta el punto que la "Numancia" se vió precisada a sostenerse y aguantarse por sí sola.

A las 3 y 54 las tres fragatas volvieron a reponerse y unirse, prescindiendo desde entonces casi del todo, de nuestras fortificaciones del norte hasta las 4 y 5 en que "Almanza" recibió una bala de esas baterías que la obligó a ser la cuarta fuera de combate, y fué tanta su aflicción, que tuvo que soltar gran parte de sus tropas.

Continuaron los fuegos terribles de parte a parte hasta las 4 y 39, en cuyo espacio de tiempo una bala enemiga atravesó nuestro pabellón, en la batería del sur.

Cesando un, tanto el fuego enemigo, sostenido ya por solo la "Numancia", la "Resolución" y la corbeta "Vencedora", que de vez en cuando descargaban algunos tiros, la Capitana hizo señales, y entonces, por 19 minutos se cernieron, en despedida, por lo menos cuatrocientas granadas sobre los castillos y la ciudad.

A las 4 y 59 minutos la "Resolución", dió con todas sus fuerzas hasta virar, aproándose en retirada penosa hacia la isla de San Lorenzo: la "Numancia" la siguió luego, disparando a las 5 y 3 minutos los dos últimos cañonazos de su ordenanza, cuyo dos tiros contestados por toda nuestra batería de Santa Rosa, y por un cañón del monitor "Victoria", obligaron al fin a la "Numancia" a seguir a toda fuerza las aguas de la "Resolución". Esta retirada puso fin al combate.

Puedo asegurar a U. S. que esta relación es la que debe acercarse más a la exactitud y a la certidumbre, pues la tomo de los partes que constantemente dirigí a las oficinas telegráficas del Arsenal y de Baquíjano, desde lo alto del torreón, durante tan terrible refriega; de los apuntes que se siguieron haciendo en la oficina, a presencia de los señores secretarios en ella reunidos; y de las observaciones que por mi mismo he hecho, a la vista de los fuegos encontrados.

Los españoles, Señor Secretario, se han portado con un brío que les hará recordar en parte, no obstante el desgraciado suceso de las operaciones, su antiguo nombre militar.

La "Blanca" se fondeó, por decirlo así, al frente de nuestras baterías hasta que la hicimos salir de la línea; y habría sido de desear que el brigadier Méndez Núñez, que tenía la misión de castigarnos, hubiese correspondido a su fama, prefiriendo para su insignia, como lo hizo nuestro comandante Montero, una fragata de madera, a un castillo de fierro, como es la brindada "Numancia".

Nuestras baterías y nuestros artilleros, han tenido ayer, Señor Secretario, un comportamiento tan grande, tan digno y tan brillante, que ningún cuerpo militar en ninguna nación de Europa o de América, alcanzará a aventajar.

Las principales potencias han presenciado ayer, por medio de sus representantes marítimos o diplomáticos en el Pacífico, cuanto vale y cuanto puede, solo el Perú; y esto, que nuestras fortificaciones se hallan interrumpidas, desde la una del día: que no son lo que serán en breve, mediante esta elocuentísima prueba, de lo que debemos ser en lo futuro; es decir, una nación con 1000 cañones largos, rayados, y de 68 en nuestra costa.

Hemos arrancado, de la frente de los españoles, el único cívico florón que los recomendaba la historia contemporánea; y con este acto, de nobilísimo coraje americano; hemos separado a la España a lo menos, por un siglo de la diplomacia europea. Poder de segundo orden en Occidente, ningún recelo puede causarnos en el porvenir.

Recibimos como hermanos a los españoles, en Noviembre de 1863; nos hicieron traición en 14 de Abril de 1864; asesinaron inerme a nuestra hermana Chile en 13 de Marzo último; y vinieron el Dos de Mayo día inmortal de las Repúblicas aliadas, a pagar bien cara, su negra ingratitud, su criminal, perfidia y su arrogante amenaza. Esos extranjeros, renunciarían a sus tradiciones en. América, si volviesen durante otro medio siglo a asomarse a nuestros horizontes.

Pero la inmortal victoria del Dos de Mayo necesitaba, para grabarse eternamente en nuestra historia, asociarse al recuerdo fúnebre de algún grande hombre de Sud América; de alguna víctima, cuya tumba monumental nos enseñará siempre a amar la patria, imitando el sacrificio; de algún cadáver, alrededor del cual fuesen nuestros hijos a robustecer su espíritu en los días de conflicto nacional. Ese es el gran papel reservado al Secretario de la Guerra, en los altos designios del Supremo. ¿Qué es una vida frágil y quebradiza, ante tan importante significación histórica? ¿No es más grande ilustrar con el nombre todo un siglo de la América, que atravesar, entre las olas agitadas, una vida expuesta a los reveses de la mala suerte? Por mucho, por infinitamente que nuestro corazón se enlutezca con tan sensible pérdida, ella ha hecho más grande el Dos de Mayo, y ha dejado un sepulcro que por cierto, no será infecundo.

Por todos los datos últimamente recogidos pueden contarse Señor Secretario, 63 víctimas y entre ellas los Coroneles Montes, Zamora y el Comandante de ingenieros Borda. Cuéntase así mismo gravemente heridas 49 personas; entre jefes, oficiales, soldados y ciudadanos; y cerca de 50 heridos levemente y contusas.

Nuestras fortificaciones se encuentran reparadas y expeditas para un nuevo combate, el "Tumbes" reparado también; en la ciudad no ha habido incendios; los daños causados por los enemigos, en cinco horas de fuego, en que han arrojado 4200 balas sólidas y huecas, no son tampoco de consideración.

Ellos, los aleves españoles, nos dijeron que venían a castigar nuestro Gobierno y a castigar la República, mientras tanto, S. E. el Jefe Supremo y la República contestan con el inmarcesible triunfo del Dos de Mayo.

¡Ni han podido causar un incendio! ¡ni apagar nuestros fuegos! ¡ni desmontar un cañón! ¡Se han batido 300 cañones españoles, contra 50 peruanos, de los cuales, propiamente, han funcionado solo 17!

¡Han tenido con grave avería en la línea de combate, la "Berenguela" y la "Villa de Madrid" y después han retirado, de una en una, la "Blanca", la "Almanza" y la "Resolución".

¡En fin una de nuestras balas ha impelido al brigadier Méndez Núñez hacia el alcázar de la "Numancia", acribillado de heridas!

Habiendo cumplido de esta manera y en cuanto me ha sido dable, con la comisión que el Supremo Gobierno se dignó confiarme, durante los momentos terribles del combate, réstame solo, como lo hago por comunicación separada manifestar a U.S. el digno y patriótico comportamiento de los empleados de la Oficina de Comunicación del Segundo Torreón del Castillo de la Independencia, entre los que ocupan muy especialmente mención, D. Neptalí Bonifaz, y el señor capitán de fragata don Manuel Palacios.

Dios guarde a U. S.— Señor Secretario.

Fernando Casós

Lima, 12 de Mayo de 1866.



Copiado de: Lecturas patrióticas. Texto escolar peruano. Dirección de Educación Artistica y Extensión Cultural. Editorial: [Lima] Prensas del Ministerio de educación pública [1944].