Patriotismo y Arte

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La Ilustración Española y Americana, 1870
Patriotismo y Arte
de Antonio Arnao

Nota: se ha conservado la ortografía original.


PATRIOTISMO Y ARTE.

I.

No será nuevo para muchos de nucstros ilustrados lectores el asunto de la presente reseña, ni el desenlace del concurso musical de que vamos á hablarles.

Los periódicos diarios, para quienes una noticia interesante tiene sumo valor, se han apresurado á dar, si bien en breves términos, la que á este particular se refiere, imitando al telégrafo que priva de interés á la correspondencia.

La necesidad, sin embargo, ó cuando menos la convemiencia de apuntar algunas ligeras observaciones sobre el suceso á que aludimos, nos obligan por nuestra parte á consagrárselas, aunque desprovistas de atractivo, y en mucho menor número de las que, como era de esperar, ocurren á la imaginacion.

II.

Renacida la Zarzuela hace una veintena de años, despues de tantos como en los coliseos españoles no alternaban la música y la declamacion en una misma obra, anunció desde luego, por las aspiraciones que revelaba en aquella nueva manifestacion y por la benévola acogida que obtuvo del público, condiciones de vitalidad y señales de próspera fortuna. Producciones débiles en un principio, producciomes de valía más adeladte, marcaron un progreso perceptible y establecieron el género sobre bases sólidas y de carácter permanente que no han podido desnaturalizar por completo las estravagancias de la actual decadencia.

De la controversia que su aparicion y rápido florecimiento produjeron entre literatos, músicos y aficionados al teatro, como tambien de los efectos producidos en el ánimo de la multitud inconsciente, como hoy se dice, Puede inferirse que dió origen á tres principales consecuencias; consecuencias muy importantes para la historia del arte español contemporáneo.

Fué la primera la de acostumbrar al público á oir con gusto cantar en versos castellanos que demostraban la aptitud del idioma para servir, muy sobre otros, las necesidades de la música; y si bien es cierto que no siempre eran poéticos y líricos los que se entregaban á los compositores, tambien lo es que bastaba para aquella demostracion examinar los de escritores tan excelentes como Ventura de la Vega, y García Gutierrez.

Hoy cantar en castellano es comuny corriente en muchos circulos de España, si se esceptúa cierta reducida parte de la sociedad que llevada de pueril tradicion prefiere á veces los sonidos oscuros y desapacibles de la lengua francesa á los llenos y bien deslindados de la castellana, y aun de la italiana, las cuales por el ore rotundo que exigen son tan á propósito para las inflexiones y matices del canto.

Segunda de dichas consecuencias debe conceptuarse la nueva generacion de compositores dramáticos y de obras teatrales que engendró; unos y otras de diversos quilates de mérito, pero en su mayoría con los bastantes para sufrir honrosa comparacion con autores y producciones del mismo género, hijos del arte francés, y con más razon del italiano de hoy.

No es ahora nuestro intento entrar en pormenores sobre este particular, ni citar nombres propios y titulos; lo cual además requeriría especial estudio y grande meditacion. Para conducir á nuestro propósito, hasta á las personas ilustradas repasar mentalmente los primeros y los segundos que mayor boga han alcanzado, y considerarqué éxito habrian tenido en el mundo algunas de las producciones creadas, si ejecutadas en Paris ó en Italia por artistas de reputacion universal hubiesen tenido, digámoslo así, por mercado las diversas maciones en que circulan las obras que de dichos puntos producen.

Figura en tercer lugar entre los resultados producidos por el establecimiento y desarrollo de la Zarzuela el mayor y más vivo impulso dado á la necesidad de crear en condiciones viables la ópera española.

Cierto es que los maestros Carnicer y Saldoni en Madrid, y otros en alguna provincia, como por ejemplo Cujás en Barcelona, habian escrito óperas que en su tiempo fueron bien recibidas; cierto es asimismo que el ilustre maestro Eslava y el no menos distinguido Arrieta expusieron á los azares del mundo artístico á Don Pedro el Cruel, El Solitario, Las Treguas de Tolemaida, Ildegonda, y La Conquista de Granada, pero no lo es menos que las citadas obras, sobre ser en parte de escuela italiana, y en dicha lengua, eran consideradas por la generalidad como manifestaciones aisladas de talentos especiales que no habian de establecer precedentes en el género, ni obtendrian fácil reproduccion. Tal creencia recibió, hasta cierto punto, confirmacion cuando hace algunos años se vió el mal éxito alcanzado en el ya desaparecido coliseo de la Cruz por algunos entusiastas que intentaron llevar á vías de realizacion los proyectos de fundacion definitiva de la ópera nacional.

Acontecimientos posteriores han llegado á patentizar lo contrario.

III.

Los tres resultados más importantes de la aclimatacion de la Zarzuela, apuntados antes someramente, hacian más posible la época en que no fuesen infecundas las ilusiones acariciadas por nuevos é inteligentes compositores. El tercero de aquellos era consecuencia de los dos primeros, pero todos en conjunto contribuian á inspirar en los amantes del arte patrio la risueña esperanza de ver aparecer en su esfera suficiente número de nuevas óperas castellanas para cmprender una campaña teatral.

Aquella semilla debia producir sabrosos frutos, y los ha producido.

Algunos hombres de inteligencia y entusiasmo, que interpretaban comunes aspiraciones, se pusieron de acuerdo para intentar la resolucion de tan difícil problema; y sin necesidad alguna social que á ello les impulsara. sin ulteriores própositos más que los de alentar al mérito y conquistar el aprecio que merecen las buenas acciones, reunieron las cantidades que consentían sus medios respectivos, y formaron un acerbo comun destinado á galardonar las obras que más sobresaliesen en el concurso musical que al efecto iniciaron. Tres de dichos individuos, que firmaron la convocatoria, llevan los conocidos y estimados nombres, eada uno en su clase, de don Emilio Arrieta, don Antonia Romero y don Bonifacio Eslava, á los cuales debe añadirse otro profesor que despues contribuyó al mismo fin, á saber, don Remigio Calahorra, ex-maestro de capilla de la catedral de Manila.

Todos ellos merecen y han obtenido por este rasgo patriótico los aplausos de la sociedad culta, y el muestro de poco valer; como tambien merece recibirlo algun otro eminente maestro que, segun sospechamos, ha debido cooperar al mismo laudable fin, no omitiendo esfuerzo ni diligencia.

Anunciado el concurso hace más de un año, y prorogado despues á consecuencia de las alteraciones ocurridas en el país, poco adecuadas para la prosperidad de una arte bella, llegó por fin el momento solemne del fallo de las producciones presentadas por los compositores.

Ocho fueron aquellas, cuando los escépticos temian que apenas dos ó tres eran de esperar.

Necesitándose jurado de calificacion, se designó para constituirlo á los señores Eslava (don Tlilarion), Arrieta, Monasterio, Balart (don Gabriel) y Calahorra, seguras garantías de discrecion é imparcialidad. El ilustrado dictámen de estos jueces ha sido como sigue:

Primeros premios.—Atahualpa, en tres actos, por don Enrique Barrera, maestro de capilla de la catedral de Búrgos.

Don Fernando el Emplazado, en tres actos, por don Valentin Zubiaurre, profesor en Madrid.

Segundos premios.-El puñal de misericordia, en tres, por don Antonio Llanos y don Rafael Acebes, tambien profesores en la córte.

Una venganza, en tres, por don Manuel y don Tomás Fernandez, en igual clase.

Alguna de dichas óperas conocemos particularmente, y la reputamos muy bella; pero no guiándonos por nuestro propio parecer, sino por el criterio elevado de los jueces, á todos los autores mandanos nuestra sincera y cordial enhorabuena.

IV.

Llegados al término de nuestra reseña, despues de haber trazado en ligeros rasgos la historia de este concurso que como espíritus superiores han animado el patriotismo y el arte, nos vemos agradablemente impulsados á deducir las siguientes consecuencias.

Á pesar de la desoladora influencia que en el campo de las artes ejercen las tempestades poiticas, quedan todavía entre nosotros hombres privilegiados que esparcen buena semilla y que la hacen fructificar á costa de afanes y sinsabores.

El Conservatorio, hoy Escuela superior de música, tan motejado de esterilidad por los que no examinan á fondo las cuestiones que les son antipáticas é indiferentes, y por los que no comparan lo de aquí con lo de otras naciones en general más adelantadas, acaba de presentar, despues de pruebas anteriores que no es del caso repetir, una evidente y palpable de la profunda enseñanza que en la carrera de composicion se da en dicho establecimiento. Los seis autores premiados se han formado en ella, correspondiendo los dos primeros á la direccion del señor Eslava, y los cuatro restantes á la del señor Arrieta. Á escepcion del primero, que no se presentó á concurso por causas agenas á su voluntad, todos ellos han conquistado la medalla de oro al fin de sus estudios. ¿Han justificado ó no semejante distincion?

La última consecuencia es (y de ella tal vez hablemos en otra ocasion) que dichas obras deben ejecutarse para que las aprecie el público.

Así lo aconsejan el patriotismo y el arte.

ANTONIO ARNAO.