Paz a los hombres de buena voluntad
A vosotros, los que amasáis riquezas fabricando el demoníaco brebaje, paz.
A vosotros, los que lucráis y gozáis de la vida comerciando con el diabólico veneno, paz.
A vosotros, los que ganáis míseramente el pan de cada día revendiendo el funesto licor que torna al hombre en fiera, paz.
A ti, hombre de Estado o financista, que haces un río de oro de lo que es sangre y embrutecimiento y ruina, paz.
A todos vosotros que hacéis el mal por ignorancia o inconsciencia y hasta creyendo que hacéis bien, paz.
Pasemos una esponja sobre el ayer, y que nadie os cuente la sangre vertida, ni las prisiones desastrosas, ni los hogares desechos, ni los niños abandonados, ni las madres desamparadas, ni las tranquilas heredades vendidas para el vicio, ni la salud perdida, ni el alma caída en tinieblas, ni el fracaso total de las vidas, a que llevó el tóxico fatal que vosotros vertísteis en la copa insaciable del lucro…
No sabíais …no pensábais…no fuísteis culpable, Paz a vosotros.
Mas ahora, sabéis. Ahora vuestros ojos se abrieron y se iluminó vuestra conciencia. Ahora, si fijáis la vista en la copa en que espumea el aguardiente, veréis cómo se vuelve roja o negra : roja de sangre, negra de miseria y de ruina. Ahora ya sabéis que cada moneda que echáis en vuestras arcas como precio de la fatal bebida, es la suerte de un pobre labriego que irá a presidio; de uno que irá al sepulcro; de un niño que caerá en la orfandad; de una esposa que verá día a día consumirse el esfuerzo de su compañero, en el estanco o en la cárcel. Ahora comprendéis que eso es trocar en placer y en lucro, el dolor y el hambre.
Paz a vosotros. Que se olvide el ayer, y aún el hoy. Ahora todavía, y por algún tiempo, tendréis que seguir explotando el dinero maldito. La cantinera, el estanquero, el importador, el destilador, y hasta el contrabandista lleno de zozobra, todos habéis caído en las redes de la necesidad, o del hábito, o de la codicia. Y toda red aprisiona y entraba.
Todavía, durante un año, dos años, tres años, os dominará el pasado, y tendréis que fabricar y que vender y revender veneno. Pero lo haréis ya con dolor. Los haréis con el deseo de no hacerlo más. Lo haréis con el anhelo de cambiar vuestro negocio triste, vuestro trabajo lúgubre, por otro que sea claro, y fecundo y vivificante. Pasarán apenas tres años, y ya ninguno de vosotros sufrirá la esclavitud del dinero maldito. Tú , el gran hacendado, que ahora siembras caña para el alambique, la sembrarás para el azúcar o el pasto; si es posible, y mejor aún, sembrarás el maíz, el trigo, el frijol , el plátano, el arroz; cosas que son salud, que son vida, que son alegría. Sin duda que no seréis así tan ricos, pero sí mas felices.
Tú, el comerciante en grande , que importas toneladas de tóxico, invertirás tu dinero en traer herramientas para labrar la tierra, en géneros de buena clase para vestirnos; en buena harina para cocer buen pan; en vino puro y generoso, que conforte a los débiles y a los enfermos.
Tú, la cantinera, y tú , el estanquero, que pasáis los días y las noches aspirando el vaho nauseante de la ebriedad, y oyendo los gritos bestiales de los ebrios, buscaréis un oficio honesto, limpio, benéfico; haréis pan , haréis vestidos; guardaréis los ganados; cultivaréis el suelo; forjaréis el hierro, labraréis la madera, cuidaréis de los niños; iréis de pueblo en pueblo, llevando las mil cosas gratas y necesarias del vivir.
Y tú, contrabandista, tú que vives en la zozobra , expuesto a que te descubran y te aprisionen, y te despojen de tu angustiado haber; tú que pasas las noches en los barrancos, bajo la llovizna o los insectos: tú que eres tan atrevido y valeroso; tú que eres tan hombre, ahora que ya sabes que el aguardiente es ruina, dolor y sangre, arrojarás los cacharros de la destilación, y vendrás con nosotros al trabajo sereno y ostensible, y más que nosotros gozarás del fruto de tu esfuerzo, porque más que nadie tienes energía y valor.
Sí, paz a vosotros que andábais ciegos y como ciegos hicisteis. Ahora, ya con los ojos limpios y la conciencia esclarecida, buscaréis cada uno el camino de la liberación, y todos, hoy algunos , mañana los demás, todos celebraréis un día, un día que está próximo, la vuelta a la faena limpia, bienhechora y cordial.
¡ Apresurad el día, hermanos! , ¡ anhelad día y noche su advenimiento y llegaréis antes de lo que pensáis!
Entre tanto, paz a vosotros.