Pedro Carbonero/Acto I

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Elenco
Pedro Carbonero
de Félix Lope de Vega y Carpio
Acto I

Acto I

Salen ANDRÉS y FIDELIO .
ANDRÉS:

  Aquí esperarle podéis
para que con él se trate,
si de hacer ese rescate
tanta voluntad tenéis.

FIDELIO:

  ¿Podrá Pedro Carbonero
salir con aquesta hazaña?

ANDRÉS:

El que en la dura montaña
del mar que sepulta a Duero,
  con el tostado bastón
mató aquel fiero gigante,
no es a Pedro semejante,
ni a sus engaños Sinón.

FIDELIO:

  Si me trae esta cautiva,
pues dices que entra en Granada
y que trae a quien le agrada,
seguro del premio viva,
  que es poco mi hacienda toda.

ANDRÉS:

Pedro vive de robar
moros, que en este lugar
vende, trueca y acomoda.
  Tantos, en fin, ha robado,
que ya el Rey tiene noticia
de aquesta nueva milicia
deste fronterizo honrado,
  y ha ganado provisión
para que le den amparo
estos lugares.

FIDELIO:

Reparo
en su cierta perdición;
  que en sabiéndose en Granada,
mil pedazos le han de hacer.

ANDRÉS:

Él se sabrá defender.

FIDELIO:

¿De qué suerte?

ANDRÉS:

Con la espada.

FIDELIO:

  ¿Contra toda una ciudad?

ANDRÉS:

Contra un mundo, aunque sospecho
que si las cosas que ha hecho
parecen temeridad,
  con industria tan sutil
las intenta, y de tal modo,
que sale muy bien de todo.

FIDELIO:

Temo que algún hombre vil
  destos lugares le venda,
invidiando sus tesoros,
viendo que engañando moros
ha ganado tanta hacienda.

ANDRÉS:

  No harán, porque es bien quisto,
y si un moro vende a un pobre,
se le fía, aunque no cobre,
como alguna vez lo he visto.
  Y se le da muy barato,
presta dineros.

FIDELIO:

¿Que tiene
tal condición?

ANDRÉS:

Cuando viene
hace a todos franco plato.
  Anda Pedro allá en las sierras
con su famosa cuadrilla
tanto, que por maravilla
baja a las pobladas tierras.
  Trata como capitán
su compañía gallarda;
tiene su cuerpo de guarda,
en que dos o tres están,
  porque por todos son doce,
tres más que los de la fama,
a quien por devoción llama
y por los nombres conoce.
  De los Apóstoles santos
a mí por suerte me cupo
Andrés, y esta plaza ocupo.

FIDELIO:

Plega al cielo que entre tantos
  no haya alguno que le venda.

ANDRÉS:

No lo temáis, que estos días
cayó la suerte a un Matías
a quien su guarda encomienda.
  Y es de gran fidelidad.

FIDELIO:

¿Con qué industria va a Granada?

ANDRÉS:

Su cuadrilla en emboscada
pone junto a la ciudad.
  Y él va en hábito africano.

FIDELIO:

¿Habla la lengua?

ANDRÉS:

Muy bien.

FIDELIO:

¿Va alguno con él?

ANDRÉS:

También
va con él su primo hermano,
  que Alfonso tenía por nombre
y ya se llama Tadeo,
y un morillo que no creo
que ha visto el mundo tal hombre,
  es el que los ha enseñado
la lengua. Llámase Hamete;
este en Granada los mete
con tanta industria y cuidado,
  que en un año no han caído
en el hurón con que caza.

FIDELIO:

Pues el moro, ¿por qué traza
a ser su amigo ha venido?

ANDRÉS:

  Cautivole Pedro un día
que iba una yegua a correr,
y aficionose de ver
su talle y su valentía;
  de suerte que, visto el modo
con que los moros engaña,
a cuanto va le acompaña
y es el que lo encubre todo.
  Toca su parte al primero,
está rico y anda ufano,
aficionado al cristiano,
no sé si diga al dinero.

FIDELIO:

  ¿Que a tanta llaneza vino?

ANDRÉS:

Vino a esta llaneza Hamete
viniendo a ser alcahuete
por saberle bien el vino.
  Pero Pedro viene aquí
con otros dos compañeros.

(Sale PEDRO CARBONERO , con montera y capote de dos haldas y ballesta al hombro, y con él MATÍAS y SIMÓN .)
PEDRO:

¿Llevaba el moro dineros?

MATÍAS:

No le hallamos un cequí.

SIMÓN:

¿Aquí está Andrés?

ANDRÉS:

  Este hidalgo,
de Andújar te quiere hablar.

PEDRO:

Hablarme puede y mandar,
si puedo serville en algo.

FIDELIO:

  Merced me podéis hacer
trayéndome de Granada
una cautiva.

PEDRO:

¿Es casada?

FIDELIO:

No, mas pensábalo ser.

PEDRO:

¿Traéis memoria?

FIDELIO:

  En la mía
traigo bien toda la historia,
y en papel esta memoria
del suceso de aquel día.

(Dale un papel y léele PEDRO .)
PEDRO:

«Cautivaron en las huertas de Andújar, la mañana de Pascua de Espíritu Santo, el año pasado, en una celada de Muley Jarife a Rosela; está en su poder y vive en la calle de los Gomeles.»
  ¿Qué me darás por Rosela
si en Andújar te la doy?

FIDELIO:

Lo que tengo y lo que soy,
sea guerra o sea cautela,
  si me la traes es tuyo.

PEDRO:

Cien ducados me darás.

FIDELIO:

¿No más?

PEDRO:

Yo no quiero más.

FIDELIO:

Tu nobleza, Pedro, arguyo.

PEDRO:

Vete con Dios.

FIDELIO:

  Él te guarde,
¿quieres fïanzas?

PEDRO:

¿De qué?

FIDELIO:

Del dinero.

PEDRO:

Que las dé
no quiero.

FIDELIO:

No te acobarde
  el ver que no te las doy.

PEDRO:

Si te traigo la cautiva
tú me pagarás.

FIDELIO:

No viva
si tu cautivo no soy.

PEDRO:

  Anda, no se te dé nada,
que cuando no me lo des
ella y yo tenemos pies
y sabemos a Granada.

(Vase FIDELIO y sale LIDONIO , viejo pobre.)
LIDONIO:

  ¿Está el señor Pedro aquí?

PEDRO:

Yo soy, ¿qué quiere, buen viejo?

LIDONIO:

Honor del mundo y espejo
de la milicia, oye.

PEDRO:

Di.

LIDONIO:

  Yo soy de Jaén, tenía
solo un hijo en quien miraba
estas canas, no guardaba
como su vida la mía.
  Y dejando mi obediencia
fue a Antequera y cautivole
Alí Rolány vendiole
al Rey, que por su presencia
  y por ser gran cazador
no hay orden que le rescate.
Bien crerás que me combate
para su remedio amor.
  Temo no se vuelva moro.

PEDRO:

¿Traes memoria?

LIDONIO:

Este papel.

(Sale una MUJER .)
MUJER:

Ofrecerele un tesoro.

MATÍAS:

Bien puedes hablar con él.

(Lee PEDRO el papel de LIDONIO .)
PEDRO:

«En los olivares de Antequera cautivaron los moros de Alí Rolána Francisco, vive en el Alhambra del Rey, en las huertas de Generalife.»
¿Sois pobre?

LIDONIO:

  ¿Pues no lo veis?

PEDRO:

Id con Dios.

LIDONIO:

¿Veré mi hijo?

ANDRÉS:

¿Pues ya no veis lo que dijo?

PEDRO:

Digo que entrar le veréis
  por vuestra casa contento
y os llevará cien ducados.

LIDONIO:

Vea tus años logrados
y en tu hacienda largo aumento.
  Cuando el tiempo vuelva en nieve
la rubia barba, señor,
para su alcaide mayor
el rey Fernando te lleve.
  Este es Pedro Carbonero,
Pedro platero famoso,
Pedro perlero precioso,
coralero y diamantero.
  Y de cuanto cubre el mapa
tales carboneros son,
dignos de llevar carbón
a la cocina del Papa.

(Vase.)


PEDRO:

  ¿Qué quiere aquella mujer?

SIMÓN:

Que le traigas a su esposo.

PEDRO:

Un memorial es forzoso
para que lo pueda hacer.

MUJER:

  Aquí traigo memorial
y ochenta escudos prevengo.

PEDRO:

¿Hacienda tenéis?

MUJER:

Sí tengo,
aunque no es mucho el caudal.

PEDRO:

  Da solos cincuenta escudos.

ANDRÉS:

¿Hay oidor ni presidente
que tenga tal despidiente?

SIMÓN:

A todos nos tiene mudos.
  Están en cadena fiera
los otros allá muriendo
y estalos acá vendiendo,
como si libres los viera.

(Lee PEDRO el memorial de la MUJER .)
PEDRO:

«Bernardo Álvarez cautivo en Archidona, vive en el Zacatín, como entramos al Alcaicería en casa de Zufen, platero de piezas de jaeces.»
(Pónese los memoriales en la pretina.)
  Bueno está así, vete a Dios,
buena mujer, a tu casa.

MUJER:

Él te guarde.

SIMÓN:

¿Que esto pasa?

(Vase la MUJER .)
MATÍAS:

Sí pasa, por mí y por vós
  y por toda la cuadrilla.

SIMÓN:

Pedro, procediendo ansí
vendrán mil hombres a ti
desde Adamuz a Sevilla.
  ¿Cuando por milagro vivos
nos escapan los talones,
en la pretina te pones
memoriales de cautivos?
  Si te sueñas secretario,
vete a la Corte del Rey,
que entre gente de otra ley
más secreto es necesario.
  De balde rescatas ya
a los pobres. ¿Estás loco
o tienes la vida en poco
que a tanto peligro está?

PEDRO:

  Quien no quisiere seguirme,
Simón, yo no le hago fuerza.
El corazón que me esfuerza
tiene el fundamento firme.
  No daña la caridad
a quien anda en lo que yo
si a un hombre que me ayudó
parto con él la mitad.
  Al pobre por quien me ayuda
Dios, que vitorias reparte,
¿es mucho que le dé parte
y que a su remedio acuda?

ANDRÉS:

  Tiene razón Pedro en esto,
quien no tiene corazón
para seguir su opinión
vuélvase a su casa presto,
  que a la plaza que dejare
yo sé que hay opositores.

MATÍAS:

¡Ved qué colegios mayores,
qué consejo!

PEDRO:

¡Todo pare,
  que en ese cañaveral
siento gente!

SIMÓN:

¡Alerta!

ANDRÉS:

Apresta
una jara en la ballesta.

SIMÓN:

¡Dos moros son, pesia tal!

(Salen TADEO y HAMETILLO , de moros.)
TADEO:

¿Si son ellos?

HAMETE:

  No sabemos.

PEDRO:

¡Quedo, no tires, Matías!

MATÍAS:

¿Qué gente?

TADEO:

¿Tirar querías?

HAMETE:

A bon recado tenemos.

TADEO:

  A mí la mira derecha.

HAMETE:

Joro a Diox no ser por ti,
que meterme un palmo a mí
por el barriga del flecha.
  Válate Diox vosance,
ya desconocelde el mego.

TADEO:

¿Tan desconocido llego?

MATÍAS:

Tanto que milagro fue.

PEDRO:

  Pues Tadeo, ¿cómo ha ido?

TADEO:

Disfrazado en este traje
de un hidalgo abencerraje,
por forastero tenido
  fui en estremo regalado,
que como tan francos son,
honran en toda ocasión
cualquier forastero honrado.
  De Vélez de la Gomera
dije que era natural.

PEDRO:

Es el hombre principal.

TADEO:

Supe, señor, la primera,
  que al lado del Rey se pone.

PEDRO:

¿Cómo se llama?

TADEO:

Cerbín.

PEDRO:

Es bencerraje, que al fin
todo lo adorna y compone.

HAMETE:

  Tener razón, por Alá,
no haber Granada lenaje,
que ser como el zencerraje.

ANDRÉS:

Harto buen nombre le da,
  según que en Granada suena.

PEDRO:

Solo con esta amistad
pienso entrar en la ciudad.
¿Qué fiesta, Hamete, se ordena?

HAMETE:

  Para el noche venturosa
del celebrado Baptista,
brofeta de vuestra ley
y de la nuestra, alegría.
Aquel que decer cristeanox,
que nacemo por extima,
y que comer cozcuzu,
por altas montañas frías.
Aquel santo cuya mano,
a Xorosalén la rica
mostrar, cata aquí cordero
tolis pecata mundilia .
Aquel que cuando Isabel
le tenemos al barriga,
mereció como en cristal
ver el checo de María.

HAMETE:

Rey Manzor ordena fiestas
cual nonca haber sido vistas,
por ser el año seteno
que estar corona ceñida.
Porque ser entre los moros
recebida profecía
que de sete en sete andar
modanza en reinos e villas.
Sacar so locida gente
el mañana de aquel día
con capatanes al vega,
valestas, lanzas e picas.
Corren hasta Dinadamar,
fonte de agua pora e limpia,
sos soldados por heleras,
de sus feciales regidas.
Sacamos todos los ficios
muy locidas compañías
con sus férez, sus cabos,
yo tras mil zarandagilias.
Los cabreteros cazalde,
una gente que podía;
a tenemos rey Herrando
ganalde el África misma.

HAMETE:

Los alfarerostambién
dejar el ollas cocidas,
que ya no hacemos pocheros;
armas jora a Dios muy limpias.
¿Qué te decir de los sastres?;
traer bandera tendida,
que llegar al fin del mondo
hurtos no, sino reliquias.
Albañires que vencelde,
espantamos bizarría.
De herreros, no decer nada:
trocan herro en plata fina.
Boñoleros estar bonos,
e mal haya la desdicha
que por no haber taberneros
no salir so compañía.
Fenalmente venir todos,
que estar festa prevenida,
e los nobles por so parte
jugar cañas a guadrillas.

HAMETE:

La que sacar zencerrajes,
morada, blanca, pajiza
llevar ventaja el que nega
por Alá que estar mentira.
Leonada sacar gomeles,
tambén blanca y amarilla;
cegríes sacar azul,
oro y encarnado a listas.
Almoradíes, de verde,
con mil esmaltadas cifras.
Naranjado redüanes,
con soles de argentería.
Los aliatares rosado,
donde mil esferas pintan.
Salen también los algaides
del baicén del caicería.
Del Bibataubín y Alhambra,
Bibalmazán, Portalvira,
todo estar ya posto aponto,
ya los caballos relinchan.

HAMETE:

Que por verse con jaeces
están pedendo las cilias,
las damas andar tambén
con mil feites, mil lejías,
jalbegándose las caras
con el senior de Turquía,
porque en quitándole el paz
que tenelde por encima
logo le damos el feite,
e mojar el salserilia;
mochas bengalas e tocas,
mocha labrada camisa,
mocha media encarrojada,
mocha argentada botilia,
que al más helado almas te vio,
que una vez su rostro mira,
le llevas el corazón
al casa de Proserpina.
Todos estar ocupados;
Pedro, a Granada camina,
que traerás dos mil gautivos
e setecentas gautivas.

PEDRO:

  ¡Alegrado me has, por Dios!

MATÍAS:

¡Buen Hamete, Dios te guarde!

PEDRO:

Vamos allá aquesta tarde;
conmigo entraréis los dos,
  que hablando ese bencerraje,
no tenemos qué temer.

TADEO:

Espaldas nos has de hacer.

HAMETE:

Valga el diablo to lenguaje,
  espaldas ya tener hechas.

TADEO:

Este es modo de decir.

PEDRO:

De moro me he de vestir
luego por quitar sospechas.
Seguidme.

HAMETE:

Simón.

(Vase PEDRO .)
SIMÓN:

  ¿Qué quieres?

HAMETE:

¿No hay un gota que beber?

SIMÓN:

Entra primero a comer
y toma porque no esperes.
(Saca una bota de vino de un zurrón y dásela.)
(Bebe mucho.)
O bon mego.

SIMÓN:

  ¿Es para ogaño?

MATÍAS:

Ved con qué espacio lo toma.

HAMETE:

¡Que esto no probar Mahoma!
Por Alá que estar picaño
  quien inventar este ben
entre vosotros cristianos.

SIMÓN:

Noé en los primeros años
del mundo.

HAMETE:

¡Qué hombre de bien!
  ¡Un milagro verle aquí!

MATÍAS:

¿Cuál es?

HAMETE:

Que esto invente un no,
y que a nadie se le dio
que no dijese de sí.

SIMÓN:

  No era no, sino Noé.

HAMETE:

Sié fuera mejor nombre.
¿Tenéis sed?, dicen a un hombre.

SIMÓN:

¿Y qué responde?

HAMETE:

Sí he.

SIMÓN:

  Una gota al improviso
le eleva, que no se mueve.

HAMETE:

¿Pues no queréis que me eleve,
si estoy en el paraíso?

SIMÓN:

  ¡Oíd, que habla castellano!

MATÍAS:

Como esas lenguas oiréis.

(Señala la bota.)
HAMETE:

¿Con este órgano queréis
que no sepa canto llano?

(Cae borracho.)


SIMÓN:

  Llevalde a dormir, que es cura
del vino.

MATÍAS:

Quiérole asir.

HAMETE:

No me llevéis a dormir,
que perderé esta dulzura.

SIMÓN:

  Recuerda Juan por tu fe,
que el dormir te tiene muerto.

HAMETE:

Más me mata estar despierto
pues bebo y no estoy en pie.

(Vanse todos llevando medio arrastrando a HAMETE , y salen SARRACINO y ALMORADÍ .)
SARRACINO:

  Llega presto, Almoradí,
que abrió Fidaura el balcón.

ALMORADÍ:

Ya sé que estos rayos son
de sol que amanece allí.
  Pero mira que han abierto
el de Dalifa también.

SARRACINO:

Ya por celajes se ven
los cielos que han descubierto.

ALMORADÍ:

  Y yo donde el sol me avisa.
(Sale DALIFA a una ventana y FIDAURA a otra.)
Llegar a su reja quiero.

DALIFA:

¿Qué gente pisa el terrero?

FIDAURA:

¿Qué gente el terrero pisa?

DALIFA:

  En no viendo que pasea
abencerraje, me voy.

FIDAURA:

No hay bencerraje y estoy
por irme.

SARRACINO:

¿Quién hay que crea
  lo que estas dicen aquí,
siendo los dos lo mejor
de Granada?

ALMORADÍ:

Si el valor
que miras, Fidaura, en mí
  pierde por mi sangre noble,
quejareme de mi estrella.

FIDAURA:

Bien puedes quejarte de ella.

ALMORADÍ:

Y de ti me quejo al doble.
  Que ella me dio nacimiento
ilustre en esta ciudad
y tu loca liviandad
me da, Fidaura, tormento.
  En fin, ¿que no hay caballero
que merezca en estas rejas
decir amorosas quejas
ni entrar galán al terrero.
  en no siendo bencerraje?

FIDAURA:

Son de Granada la flor.

SARRACINO:

Dalifa, el rey Almanzor
deciende de mi linaje.
  Yo me espanto que hayan dado,
siendo mujeres discretas,
aunque a vuestro ser sujetas,
por la mayor parte errado
  en preciaros de tener
bencerrajes por galanes
donde hay tantos capitanes
de más sangre y más poder.
  Mira, que soy Aliatar
por madre y por padre Zaide,
de la Alhambra antiguo alcaide,
y almirante de la mar.
  ¿Es Cerbín más bien nacido?

DALIFA:

Sarracino, el gusto es rey,
ya sabes tú que en su ley
no hay fuerza sino partido.
  Yo sigo mi inclinación;
esto en palacio aprendí.

ALMORADÍ:

Pierdo por Almoradí,
Fidaura, en esta ocasión.
  Habiendo padres y abuelos
ganado gracia y valor
con los reyes.

FIDAURA:

El mayor
es amor, reina en los cielos.
  Y este de una misma flecha
y con unas propias llamas
ha herido a todas las damas.

ALMORADÍ:

Tú confirmas mi sospecha.
  Locas estáis y furiosas
como ganados que pacen
monte o prado donde nacen
yerba o aguas venenosas.
  ¿Es posible que en alguna
no haya un gusto diferente,
que enferméis de un acidente
y sigáis una fortuna?
  Que siendo en sus pareceres
tan varia cualquier mujer,
¿rija un solo parecer
república de mujeres?
  Cosa nueva, por Alá.

DALIFA:

No te canses, Sarracino,
al bencerraje me inclino;
yo soy bencerraje ya.
  Todo aquello es mi disgusto
que bencerraje no fuere,
la dama que no los quiere
no diga que tiene gusto.
  Son gallardos, liberales,
galanes, blandos, famosos,
fuertes, valientes, airosos,
tiernos, humildes y graves.
Son de manera...

SARRACINO:

  ¡Detente,
que a más furor me provoco
de que vengo yo a estar loco
teniendo tú el acidente!
  ¿Estás en ti? ¡Plega al cielo
que si no hiciere venganza
de esta tu loca mudanza,
vivo me sepulte el suelo!

DALIFA:

  No escucho yo desatinos,
ni estas ventanas se abrieran
si no pensara que fueran
los bencerrajes divinos.

(Quítase de la ventana.)


SARRACINO:

¿Esto se sufre?

ALMORADÍ:

  En efeto.

FIDAURA:

¿un Almoradí
quieres tú que esté por ti
a un bencerraje sujeto?
  Tan grande milagro hicieras
que para aquesta mañana
de San Juan, dulce tirana,
alguna prenda me dieras.

FIDAURA:

  No hay dama que la haya dado
a quien no sea de aquel
linaje noble y fiel
que es bencerraje llamado.
  No hay tratar, esta es moneda
que corre en palacio agora;
quien bencerraje no adora,
por vil entre todas queda.

ALMORADÍ:

  Prendas les dais para honrallos
siguiendo un loco interés,
que ellos las ponen después
al cuello de sus caballos.
  ¡Ay de quien dentro del alma
pone una cinta, una flor!

FIDAURA:

Si es el linaje mejor,
lleve la vitoria y palma.
  Locura es haberte oído;
cierro la ventana, adiós.

(Quítase de la ventana.)
SARRACINO:

Buenos nos dejan las dos.

ALMORADÍ:

¿Yo estoy loco?

SARRACINO:

Yo perdido.

ALMORADÍ:

  No hay caballero que ya
pueda vivir en Granada.

SARRACINO:

La ciudad alborotada
toda de su parte está.
  Ni el oficial sabe hacer
gala si no es bencerraje
el inventor.

ALMORADÍ:

Que no ataje
el Rey su loco poder.

SARRACINO:

  No hay caballo sin su marca
que tenga valor ni precio;
quien no es bencerraje es necio
si el cielo y la tierra abarca.
  No hay valiente sin sus manos;
no hay armas sino las suyas.

ALMORADÍ:

Eso a rigor lo atribuyas
de los cielos soberanos.

SARRACINO:

  Privan con el Rey; su gusto
gobierna el reino en la guerra
y en la paz; mandan la tierra
y dicen todos que es justo.
  No hay hombre que ose tocar
crïado de bencerraje;
más quisiera ser su paje
que Sarracino Aliatar.
  Oye una imaginación
para derribar al suelo
su soberbia.

ALMORADÍ:

¡Vive el cielo
que intente cualquier traición!

(Sale un PAJE moro, con adarga y lanza.)
PAJE:

  No está Cerbín en el puesto
que me dijo, yo tardé
pero al pintor culparé,
que no la acabó más presto.

ALMORADÍ:

  Este es paje de Cerbín;
¿dónde bueno, caballero?

PAJE:

A buscar en el terrero
a mi señor.

ALMORADÍ:

¿A qué fin?

PAJE:

  Para que la empresa vea;
que en esta adarga ha mandado pintar.

SARRACINO:

Bien muestra el cuidado
de la dama que desea.
  Brava letra, bravo cielo,
¿pero qué pájaro es este?

PAJE:

Este es pájaro celeste
que jamás deciende al suelo.

SARRACINO:

¿No tiene pies?

PAJE:

  No, señor.

ALMORADÍ:

¿Y dice?

PAJE:

Siempre en el viento
mi esperanza y pensamiento.

SARRACINO:

Bien significa su amor.
  Yo le imaginaba agora
favorecido.

PAJE:

Es secreto.

SARRACINO:

¿Cómo?

PAJE:

Quiere a lo discreto.

SARRACINO:

¿De qué suerte?

PAJE:

Goza y llora.

SARRACINO:

Bien dice.

PAJE:

  Voyle a buscar.

(Vase el PAJE .)
SARRACINO:

Estoy loco de coraje,
que hasta el cielo es bencerraje
he venido a imaginar.

ALMORADÍ:

  Dime lo que habías pensado.

SARRACINO:

Salgámonos del terrero,
que a solas decirte quiero
un pensamiento estremado.

(Vanse, y sale ROSELA cautiva y PEDRO CARBONERO vestido de moro y HAMETILLO .)
PEDRO:

  No te alteres si no entiende
lo que diciéndote estoy.

ROSELA:

¿Sois cristiano o moro?

PEDRO:

Soy
quien solo tu bien pretende.
  Señas traigo que se llama
Jaricarfe tu señor.

HAMETE:

No tenelde vós temor;
venir donde estar quien ama,
  ser de Andújar y vivir
en calle de los Gomeles.

ROSELA:

¿Eres tú Pedro el que sueles
tan libre entrar y salir
en esta ciudad?

PEDRO:

  Yo soy;
no me descubras, pues ves
que te va tanto interés.

ROSELA:

¡Ay, Pedro, a tus pies estoy!
  Si la vida a dar me vienes,
¿cómo he de pagarte ansí?

PEDRO:

Satisfecho estoy de ti.

ROSELA:

Gallarda presencia tienes;
  yo te había imaginado
un hombre sangriento y fiero.
Tú eres Pedro Carbonero.

PEDRO:

A veces estoy tiznado
  más de sangre que carbón,
que es con lo que yo me alegro
porque solo tengo negro
de penas el corazón.

ROSELA:

  Yo pienso que se han juntado
el tuyo y el mío.

PEDRO:

¿En qué modo?

ROSELA:

Porque ya le tengo todo
de ese tu carbón tiznado.

PEDRO:

  Pues guárdate, que el pintor
con carbón en vez de tinta
señala aquello que pinta;
mira no te pinte amor.

HAMETE:

  Ya andamos en concetecos,
bona fe estar beliaco.

PEDRO:

Ya me dices que te saco
de aquel alma en dulces ecos
  y que has de rendir un hombre
quel mundo no le ha rendido.

ROSELA:

Si quien tantos ha vencido
me rinde tan alto nombre
  por tan dichoso interés
laureles, triunfos y palmas
para mis cabellos, almas
para rendir a sus pies.
  Llévame, Pedro, contigo,
que estoy cerca de que un moro
goce por fuerza el tesoro
que a tus méritos obligo.
  Seré, como quien se humilla
a tu amor y a tu poder,
la que guise de comer
a tu famosa cuadrilla.
  Cuidaré de tu persona,
de tu ropa y tu vestido,
y no por lo que te pido,
pues tu voluntad me abona
  y vienes aquí por mí
sino porque me pareces
el hombre que más mereces
de los que hasta agora vi.
  Tú verás en pocos días
los regalos que te haré.

HAMETE:

¡Valga el diablo vosance!
¡Qué saber de poterías!

PEDRO:

  ¡Guárdale, Hamete, decoro,
que es hija de un hombre rico!

HAMETE:

Por Alá, señor Perico,
ser pota como yo moro.
  A Pedro yo temer logo
que ver la conversación
que como vós ser carbón
emprendelle presto el fogo
  Elia estar fogo e mujer,
vós ser Pedro Carbonero,
soplar el diablo ligero
e como estopas arder.
  ¿Cómo querer esta aquí
e no la mora que amar
e quererte regalar?

PEDRO:

Hamete, al cielo temí.
  Es gran pecado en mi ley
tratar con mora un cristiano.

HAMETE:

E yo que estar africano
e vostro vino beber.

PEDRO:

Eso no importa.

HAMETE:

  ¿No toma
enojo Mahoma?

PEDRO:

No.

HAMETE:

Por eso me esconder yo
donde no lo ver Mahoma.

PEDRO:

  Vete, Rosela, a tu casa
y a media noche está alerta
para aguardarme a tu puerta.

ROSELA:

Por ella, mi Pedro, pasa,
  que yo esperaré sin duda.

PEDRO:

Sí, pero ponte un vestido
de moro porque este ha sido
de tanto peligro ayuda.

(Vase ROSELA .)
ROSELA:

Yo le buscaré.

PEDRO:

  Es gallarda
aquesta cristiana, Hamete.

HAMETE:

Estar toda un ramillete.

PEDRO:

¿Dónde nuestra gente aguarda?

HAMETE:

  Aquí decir que vendría.

(Salen CERBÍN, bencerraje, y TADEO de moros.)
TADEO:

Hoy verás con qué verdad
un cristiano en la amistad
de un bencerraje confía.

CERBÍN:

  Estoy tan agradecido...
¡Ah!, que verdad me has tratado
que, cristiano, te he estimado
más que, moro, te he querido.
  Por hidalgo te tenía
de Vélez de la Gomera,
¿y dónde está?

TADEO:

Aquí espera,
que vino en mi compañía.
  Aquel es, llégale a hablar.

CERBÍN:

Pedro, bien puedes hablarme,
amigo soy, y abrazarme;
podéis seguro llegar,
  que vuestra buena opinión
con deseo me tenía
de que llegase algún día
en que mostrar mi afición.
  Sois un hidalgo valiente
y aunque sois en ley cristiano
os doy mi palabra y mano
de amaros eternamente
  y de que a ningún nacido
diré quién sois.

PEDRO:

Bencerraje,
ningún hombre en tu linaje
amigo traidor ha sido.
  Fama tenéis por el mundo
de nobles; tomo esa mano
de caballero africano,
en quien amistades fundo.
  Con lazo de eterno amor
vivo de industria en la guerra,
no he llevado desta tierra
hombre que tenga valor.
  Si allá no le he cautivado
cuerpo a cuerpo, aquí no ha sido
por mis palabras vendido
ni de mi ingenio engañado.
  Gente humilde, que allá puede
servir, es la que yo engaño.
Si allá no hay guerra algún año,
que el Rey la tregua concede,
  por no estar ocioso en casa
a buscar la vida vengo;
muy buenos caballos tengo,
ninguno del Betis pasa.
  Hasta que seis años tiene
las dehesas gamenosas
de Córdoba dan sabrosas
yerbas que el pasto entretiene.
  Yo los hago de mi mano,
destos te daré un morcillo,
un melado y un rosillo,
que me daban el verano
  mil escudos por los tres,
con tres hojas de Toledo
que puedes cortar sin miedo
sobre rodela o pavés.
  Y si vas a nuestra tierra
verás cuál vienes de allá.

CERBÍN:

Mi dama en la reja está;
donde vive amor no hay guerra.
  Perdonadme, que he de entrar
a dalla un papel.

(Vase CERBÍN .)
PEDRO:

Yo espero.

TADEO:

¿No te agrada?

PEDRO:

Es caballero.

TADEO:

¿Qué hay, Hamete?

HAMETE:

Bono estar.
  Mas plega Alá que algún día
no engañamos confianza.

TADEO:

Quien teme, Hamete, no alcanza.

HAMETE:

Ni perder quien no confía.

(Salen SARRACINO , y ALMORADÍ y ALÍ , criado.)
ALÍ:

  Aquellos dos moros son
los que de Vélez vinieron.

SARRACINO:

En estos, pues no se fueron,
se funda nuestra invención.
  Llega y dales esta carta.

ALÍ:

¿Sois de Vélez?

TADEO:

Esa tierra
nos dio vida.

ALÍ:

Con la guerra
hay poca gente que parta
  y hareisme grande favor
que esta llevéis a su alcaide.

TADEO:

Sobrino soy de Albenzaide.
Yo se la daré, señor.

ALÍ:

Alá os guarde.

HAMETE:

  ¿Qué tomar
carta de nadie?

ALÍ:

Ya tiene
la carta.

SARRACINO:

Vete, que viene
el Rey.

HAMETE:

Presto camenar,
decir el guarda.

TADEO:

  El Rey sale.

PEDRO:

No soy Pedro Carbonero
si en su casa al Rey no espero.

TADEO:

No hay valor que al tuyo iguale.

(Salen el REY y la REINA y GUARDA .)
REY:

  Desde aquí podéis, señora,
ver pasar los caballeros.

REINA:

¿Quién son los que van primeros?

REY:

Zaide y Zarte entran agora.

REINA:

¿Qué lleva en la adarga Zarte?

REY:

Un sol que va amaneciendo.

REINA:

¿Dice la letra?

REY:

«En saliendo
se me pone en otra parte.»

REINA:

¿Y Zaide?

REY:

  Lleva un delfín.

REINA:

¿La letra?

REY:

«Siempre tormenta.»

REINA:

Bien dice.

REY:

Bien representa
su amor que es tormento en fin.

REINA:

  Una zambra viene aquí.
¡Qué confusión! ¡Qué ruido!

REY:

  Toda la noche es de fiesta;
ya veis que es noche de Juan.

SARRACINO:

Mientras que danzando están
le quiero hablar.

REY:

Buena es esta.

(Salen algunos MOROS de máscara y bailan una zambra y entre tanto hable al oído al REY SARRACINO , hincado de rodillas y el REY y la REINA han de estar sentados en unas almohadas.)
(Cantan.)
[MOROS]:

  Riberitas hermosas
de Darro y Genil,
esforzad vuestros aires
que me abraso aquí.
Hermosas riberas
donde yo nací
la que fue mi muerte, en vosotras vi;
en el fuego es julio
y en la vista abril
esforzad, etcétera.
Orillas hermosas
que el cristal cubrís,
tened, que me muero,
lástima de mí.
Si encubre las llamas
de nieve y jazmín,
esforzad vuestros aires
que me abraso aquí.

REY:

¿Hay maldad semejante?

REINA:

¿Qué es esto?
¿De qué estas, Almanzor,
alborotado?

REY:

¿Es este el moro?

SARRACINO:

Sí, señor.

REY:

Que en esto
el amor y privanza me han pagado.
Dame la carta que te dieron, ¡presto!

HAMETE:

No te fora mejor no haber tornado.

TADEO:

Señor, aquesta carta me dio un paje.

SARRACINO:

¿Quién duda que es de algún abencerraje?

TADEO:

  Para llevarla a Vélez me la dieron.

REY:

Leeré la carta y la traición que encubre.

PEDRO:

¡Ay, cielos! ¿Si quien somos le dijeron?

TADEO:

Todo cuanto ha pasado se descubre.

PEDRO:

Aquí nuestras desdichas nos trajeron.

REINA:

Color turbado el Rey el rostro cubre
pues, ¿cómo para mí secreto ocultó?

REY:

¡No he oído tan notable insulto!
(Lee el REY la carta.)
«Los bencerrajes de Granada al alcaide de Vélez, salud. De nuestras juntas ha salido decretado matar al Rey y hacelle de nuestro linaje, que es el que en el mundo merece la corona, vamos avisando a todos los que son dél para que estén con armas en las manos y se rebelen a su tiempo las fortalezas.»
  No ha de pasar adelante.
¡Sarracino, prendan luego
este linaje arrogante!

REINA:

¡Que templéis la furia os ruego,
no es información bastante!

REY:

  Si no la hubiere, soltallos.
Salgan a Bibalmazán
y puerta Elvira. ¡Atajallos
las ballestas de Sultán
y de Aliatar los caballos!
Y a este infame...

TADEO:

  Yo, señor,
dándome un papel cerrado,
¿cómo te he sido traidor?

REINA:

El moro está disculpado.

HAMETE:

Hecho un perro estar Manzor.
  Alá nos sacar con ben.

REINA:

Esto es envidia y maldad.

PEDRO:

Los cielos fuerzas me den,
que espero de esta ciudad
sacar a Cerbín también.
Voyle avisar.

REY:

  Solo un hombre
(Vase PEDRO .)
no ha de quedar en Granada
que abencerraje se nombre.

SARRACINO:

Levanta, señor, la espada;
haz que hasta el África asombre.

ALMORADÍ:

  Derriba el soberbio celo
de esta gente por el suelo
y levanta la humildad
al trono de la verdad,
que es la condición del cielo.

(Van hablando al REY y éntranse con él.)
REINA:

  Qué poco con el Rey valgo,
no oso hablar, a nada salgo.
¿Que al Rey digan desatinos
caballeros granadinos,
aunque moros, hijos dalgo?
  Hablando van al oído;
mas que me pintan culpada
según los quiero.

TADEO:

Si ha sido
error venir a Granada
dígalo el mal sucedido.

HAMETE:

  Ver cómo le andar trazando
la morte a este noble bando
e hacer tales fengementos.

TADEO:

Con invidiosos intentos
al Rey Chico van hablando.

HAMETE:

Buscamos Pedro.

TADEO:

  No llores.

HAMETE:

Que andar a librar Cerbín,
que estar cego en sus amores.

TADEO:

Cairán los buenos, en fin,
resbalando en los traidores.
  Al Rey estuve temblando.

HAMETE:

No temer hacer bon pecho.

TADEO:

¿Quién va al Rey aconsejando?

HAMETE:

Sarracenos lo haber hecho.

TADEO:

Gran traición van ordenando.

(Vanse.)