Perlas negras/XL

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XXXIX
XLI

Ante el sepulcro de M. Gutiérrez Nájera.

Era un ritmo: el que vibra en el espacio
como queja inmortal, y se levanta
y llega del Señor hasta el palacio.
¡Un ritmo! y en el cielo de topacio
se perdió: ¡como todo lo que canta!
Era un ave: su nido en el paraje
que habitamos formó; cual filomela,
gorjeaba al amparo del follaje.
¡Un ave! y sacudiendo su plumaje,
se alejó: ¡como todo lo que vuela!
Era un lampo: el flamígero, de plata,
que tiende su fulgor en la penumbra.
de casto amanecer, y se dilata
por el éter. ¡Un lampo! y su luz grata,
se apagó: ¡como todo lo que alumbra!
No fue su muerte conjunción febea
ni puesta melancólica de Diana,
sino eclipse de Vésper, que recrea
los cielos con su luz, y parpadea
y cede ante el fulgor de la mañana.
Morir cuando la tumba nos reclama,
cuando la dicha, suspirando quedo:
«Adiós», murmura, y se extinguió la llama
de la fe, y aunque todo dice: «Ama»,
responde el corazón: «¡Si ya no puedo!»,
Cuando sólo escuchamos dondequiera
del tedio el gran monologar eterno,
y en vano desparrama Primavera
su florido caudal en la pradera,
porque dentro llevamos el invierno.
¡Bien está! Mas partir en pleno día,
cuando el sol glorifica la jornada,
cuando todo en el pecho ama y confía,
y la vida, Julieta enamorada,
nos dice: ¡No te vayas todavía!
Y forma la ilusión mundos d'encaje,
y los troncos de savia están henchidos,
y las frondas perfuman el boscaje,
y los nidos salpican el fronda je,
y las aves arrullan en los nidos.
¡Es muy triste, en verdad! Tal fue tu suerte,
¡oh poeta! y en vano a tu partida
opusieron al par su muro fuerte:
Amor, más poderoso que la muerte;
Juventud: ¡el paladión de la vida!
Ave, ritmo, perfume, luz qu'encanta:
el cariño a perderos se rebela;
entre Dios y vosotros se levanta;
mas os vais: ¡como todo lo que canta!
os perdéis: ¡como todo lo que vuela ...!