Platero y yo/XXXVI
Apariencia
- Las tres viejas
- Súbete aquí en el vallado, Platero. Anda. Vamos a dejar que pasen esas pobres viejas...
- Deben venir de la playa o de los montes. Mira. Una es ciega y las otras dos la traen por los brazos. Vendrán a ver a don Luis, el médico, o al hospital... Mira qué despacito andan, qué cuido qué mesura ponen las dos que ven en su acción. Parece que las tres temen a la misma muerte. ¿Ves cómo adelantan las manos cual para detener el aire mismo, apartando peligros imaginarios, con mimo absurdo, hasta las más leves ramitas en flor, Platero?
- Que te caes, hombre... Oye qué lamentables palabras van diciendo. Son gitanas. Mira sus trajes pintorescos, de lunares y volantes. ¿Ves? Van a cuerpo, no caída, a pesar de la edad, su esbeltez. Renegridas, sudorosas, sucias, perdidas en el polvo con sol de mediodía, aún una flaca hermosura recia las acompaña, como un recuerdo seco y duro...
- Míralas a las tres, Platero. ¡Con qué confianza llevan la vejez a la vida, penetradas pon la primavera esta que hace florecer de amarillo el cardo en la vibrante dulzura de su hervoroso sol!