Plenitud/XII (La dulce tiranía)
Te dices: "yo, filósofo maduro si fuera solo, podría conquistar el bien más preciado de la tierra: la libertad".
"Tendría una modesta y limpia casita, llena de claridad; con grandes ventanas que, como ojos jubilosos, se abriesen al sol y al campo. La rodearían un pequeño jardín, un huerto minúsculo.
Por mi mano plantado tengo un huerto...
"Me acompañarían en mi rincón muchos libros in angello cum libello, un gran perro cordial, un gato elegante y enigmático".
"Y envejecería en paz, en medio de la silenciosa y hospitalaria amistad de mis árboles y de mis autores favoritos.
Pero los que amo carecerían de ciertos goces y de esas cosas superfluas y deliciosas, que son para tantos seres delicados lo más esencial de la vida!"
"En mi casita sería libre mi EGOÍSMO. En este triste, vacuo y frívolo ir y venir mundano, es esclava mi TERNURA", "¡Prefiero la esclavitud!"
Y susurra una voz displicente: "Los que amas ignoran tu sacrificio y no te lo agradecerán jamás".
Y tú respondes: "no sabía que mí sacrificio fuese aún más precioso merced a tal ignorancia ... ¡Ahora sí que no tendré veleidades de libertad!"