Polémica de los doctores Gómez y Ramírez

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JULIÁN
Nuca dará sigún veo,
me encontré en Montevideo
cuanti menos lo creía.

Voy a contarle la historia
dende el día disgraciao
que nos hemos separao
y es de tan triste memoria.

BALIENTE
Don Julián, ha de saber
que con gusto lo escuchamos
porque a usté lo respetamos
como a hombre de valer.

JULIÁN
Dentrando yo a San José
me apié a tomar la mañana
en casa de un Maturana
que siempre mi amigo jue.
Hasta el café me dentré
Ande estaban en riunión,
liendo una gran rilasión
de un dotor que anda emigrao,
con otro que se había alsao
metiendosé a compadrón.

Gómez, y Ramírez, creo,
son los letraos referidos,
de igual pelage en partido
y güeyes del mesmo arreo.
se trensaron de lo feo,
a leídos, en contrapunto,
pero ninguno dijunto
en la pelea cayó;
por eso colijo yo
que era embroya tal asunto.

Uno al otro le decía:
«Yo siempre espatriao estube
y a veces tan pobre andube
que ni pa pitar tenía;
pero mi honor me decía
sostenéte con valor,
con firmeza y con ardor
pa combatir la malicia,
y serás de la justicia
el más firme proteutor.

«Por eso que al caudiyaje
nunca quise dar cuartel,
y a mi pluma y mi papel
nunca le ha faltao coraje.
No he perdonao al gauchaje
hasta hundirlo en la redota.
Con el ray, cabayo y sota,
la banca siempre paré,
y a mil manates pisé
con el talón de mi bota».

Y el otro le retrucaba:
»usté que al gaucho maldice,
tenga cuidao y no pise
al que enantes lebantaba,
cuando de menistro andaba
retosando entre esta gente;
por Dios su cabeza asiente
no enriede el merengenal,
sepa ser güen Oriental
aunque de ganas reviente.

»Usté era blanco primero
y dispués conservador,
Malicéo que el amor
jue causa de ese entrevero;
y al golpiarse con su apero
hasta el Chile tan mentao,
es que vido mal parao
aquella vez el asunto,
y el miedo de ser dijento
tal vez lo haiga aconsejao.

»Y cuando andubo con Flores
pa ayudarlo en el gobierno,
nunca craíba que el infierno,
le caería con sus rigores;
quince días los favores
del Menisterio gozó:
luego el gorro se apretó
con sus dos Lais a los tientos,
y a causa del tal ebento
pa Güenos Aires templó.

»Dotor don Gómez y amigo
no le niego su gran censia,
mas sufra y tenga pasencia
que yerra el más alvertido.
Siendo su yunta no sigo,
pues ya no me tiene cuenta,
por eso no se risienta
ni me vaya a corcobiar:
cuando no hay que aprovechar
se va al sol que más calienta.

»Yo tan apretao me he visto
que al enemigo me fi,
ese jueguito seguí
porque nunca he sido Cristo.
Soy pa tuito peine y listo,
y espero con mi esperencia
montarme a la presidencia,
que es mi solita ambición...
Y aunque es quiebra el redomón
lo domaré con pasencia.

»Y entonces le pediré
que me ayude a tironiar,
pues naides me ha de amolar
estando a mi lao usté;
y lo primero que haré,
será entregarle las riendas
del Menisterio de Hacienda
pa que sólo lo maneje,
y en güen estao me lo deje
sin que su honor se le ofienda.»

El emigrao se empacó
y muy retobao se puso,
lo trató al otro de luso
y mil nombres que le dio.
Por cierto no permitió
de que el tirón le ganase,
y en la armada lo llevase
como si juera carnero,
para que ansí el mundo entero
de su sensia se burlase.

Le dijo que de falsía
se encontraba el mundo yeno;
que nada quedaba güeno
y era todo alevosía.
Que vivir, él prefería
en suelo estraño arrastrao,
por no verse acoyarao
con tan pícaro partido,
que siempre esplotao ha sido
por traidores y mamaos.

Pero que tiempo sobraba
si quería arrepentirse,
porque él antes de morirse
tenerlo a su lao desiaba,
y en calzando, le ofertaba
el bocao más dulce y tierno
que haber pueda en el Gobierno
para que ansina callara,
y tan fiero no lo ajara
con su lengua del infierno.

Yo columbraba aparcero
dentro de tantos tapujos
que querían esos brujos
manejar el candelero;
y por eso al sol los cueros
sacaban al Santo cuete,
pues peliaban con machetes
desafilaos y sin punta...

BALIENTE
Si era compinche esa yunta,
son toros del mesmo brete.

GIMÉNEZ
Por fin los dos personages
trensaron tanto el asunto
que Gómez le cantó el punto
tratandolo e tripoatage.
Que una tropa de salvajes
eran todos al barrer,
y que habían lograo hacer
de esta patria tan amada
un candombe de negrada
que ni Dios podía entender.

BALIENTE
Tal vez prosiaban mamaos
por que al pesar de sus leyes,
ellos beben como güeyes,
sigún me han asigurao.

JULIÁN
Nada de estraño hay en eso
que también monten peludos,
pues pa la caña... sin ñudos
son como lauchas pa el queso.

Y en medio del beberaje
tan fiero se han sacudido
que lo que han lograo ha sido
amaestrar su ruin pelaje.

El candombe y tripoatage
les salió de la mamada,
y esas cabezas peladas
lo que ni han pensao han dicho,
y a veces les da el capricho
por prosiar sin decir nada.

CENTURIÓN
Pero usté no se ha fijao
que se tiraban de lejos.

BALIENTE
Más a mi favor, canejo,
pues ninguno se ha chumbiao.

JULIÁN
¡Ah tinterillos sotretas
todo se les va en plumiar,
y al último pa peliar
son como carne e paleta!

Si topo alguno ladiao
será tan sólo mi gusto
el darle un machaso susto
pa verlo desesperao.

Y si es de agayas lo saco
y lo estaqueo en el sol,
pa verlo con la calor
hacer cara de macaco.

BALIENTE
Si quedrían remostrar,
que eran de letra menuda
y que sólo con su ayuda
se podía gobernar;
que sabían manejar
al gaucho como al pueblero,
y con su pluma y tintero
darían al mal un corte,
que juera el mejor resorte
pa arreglar este pandero.

JULIÁN
Son prosas y lenguaras
estos plumarios de hoy día.

BALIENTE
Si es pura chafalonía
de algún brillo y nada más.

Retozan, gritan, se enojan
se trensan de un modo fiero,
pero en tales entreveros
nunca con sangre se mojan.

Fíese y deje correr
que son güenos los dotores,
pedigüeños de favores
cuando tienen menester;
dispués no se dejan ver
ni con un rial pa los vicios,
Ni se acuerdan del servicio
que les ha prestao con gusto.
Y del modo más injusto
nos achacan el desquicio.

JULIÁN
Los paisanos pa ellos semos
sólo güenos pa istrumentos.
Siempre nos vienen con cuentos
si quieren que te ayudemos,
y para que no corcobiemos
nos han de hacer mil promesas,
pero yo no caigo en esas
que demasiao los conozco.
Y aunque soy paisano tosco
no harán de mi nalga presa.

Siguiendo pues mi rilato
verán del modo que he andao
por cuasi yo me he encontrao
con lorma de mi zapato.

Me salí de San José
con rumbo a Montevideo,
y era en Biernes sigún creo,
cuando hasta la Unión yegué,
ay no más desensillé,
largué el flete en el corral.

De un tal ño Miguel Moral
de mi antigua conocencia,
güen paisano y de esperencia
del partido Nacional.