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Polémica entre Herrera y Bustamante

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Oiganmé pues con cuidao
que les va a gustar el caso,
donde dos ternes machasos
con la pluma se han trensao.

Justoamante y Don Herrera
de otro tiempo resentidos;
hoy de frente se han ponido
separaos por dos tranqueras,
para ver quien más pudiera
con el tintero en la mano.
Y cual era el más baquiano
para sentarse en el potro,
porque los dos, uno y otro
se tienen por muy libianos.

Al prencipio se toriaron
de un modo medio cordial,
mas pasó de rigular
y a la carga se toparon;
Lindaso se menudearon
a cual cacariaba más,
denguno se echaba atrás
al que decía más insulto;
pero sin tocarse el bulto
que no apeligran jamás.

El toro don Justoamante
comenzó a darle a la frisa,
y prometió que en camisa
sacarla al aspirante
don Ellaura, por aelante
del circo conservador,
pa que largase el jedor
que de su cuerpo salía,
y el pueblo conocería
como jiede aquel dotor.

«Herrera agarró el torsal
y tendió todo su obiyo
diciendo. 'Que en calzonsiyo
sacaría al inmortal
don Cándido, el sin igual;
pa mostrar a todo el mundo,
que no hay vicho más inmundo
que ese peludo mamao;
que debiera ser echao
dentro el ovo más projundo.'»

»Justoamente se soltó
y largando a su tordiyo,
gritó: que había muchos piyos
pero que él, güeno salió,
y a más tamién le contó
que otro tiempo rico jue,
y tan arruinao esté
por ser grande y muy patriota,
sin que tenga un par de botas
¡quién te vido y quién te ve!»

«El otro, sin esperar
me le largó en la cruzada
una descarga cerrada
que lo hizo trastrabiyar.
«Si es grande, no hay que negar...
Pero de cuerpo... cuñaó.
Es como novillo alsao
y tiene el pesor de un guay,
pero se amostró en Yatay
más liviano que un benao.»

«Usté dice que ha poseído
otro tiempo una fortuna,
tal vez la bido en la luna
y que era suya habrá creído.
Lo que ha sido usté, es engreído
y sin asco pa pechar,
tuavía me hace acordar
la pechada que me dio,
que de espaldas me largó
y no me ayudó a parar.

»No se apure compañero,
ni venga con ese ardil,
yo sé que trescientos mil
se sacó del candelero,
y quiere hacerse el carnero
que desoyralo pretienden,
esas hoy ya no se venden,
pues los lerdos se acabaron,
y sólo abispaos quedaron
que sus tramoyas comprienden.

»Casas, quintas, oro y coche
y otras tantas jugarretas,
le venden todas sus tretas
que ya ni cuelan de noche.
Su tirador que es de broche
por dentro está bien forrao.
Si no habiese reventao,
por tanto que lo yenó.
¡Contento me viera yo
con las sobras que ha tirao!

»Ha dejao como ¡ay de mí!
Las maletas de esta tierra,
y a más mandó a Ingalaterra
a su amigo Fariñi,
que se nos largó de allí
con tanto cobre y dinero
que tuvo que trair carguero
en el barco que ha venido.
¡Pero qué cobre fruncido!...
Parece secao a fuego...

»Eso nada le importó:
antes que habiera llegao,
ya el pango estaba arreglao,
y a Batlle se lo endosó;
en tal negocio ganó,
más plata, mi santo padre,
que besos le dio su madre
cuando macaba su cuna...
¡Güen modo de hacer fortuna
sin que ni perro le ladre!

»Cuando Ramírez le dijo
en el triato ¿no se acuerda?,
que aunque su codo se muerda
y se apretase el barbijo
llegaría un día de fijo
que todas las pagaría
y entonces se quedaría
lo mesmo que el caracol,
con los cuernitos al sol
muestrando sus picardías.

»Yo ya jurao se lo tengo,
y si se enoja es debalde,
pues no es menistro ni alcalde
y en lo dicho me sostengo,
hoy a mi partido vengo,
que el vengarlo prometí,
por eso es que le hablo ansí,
y con la verdá en la mano,
le cairé de punta y plano
como usté me cayó a mí.

»En tuavía hay más que ver
pero calmemos la lengua,
que sería mucha mengua
y es mejor dejar correr,
porque lo haría jeder
a muerto don Justoamante,
velay, que más adelante
conocerá todo el mundo
los hechos fieros e inmundos
que usté solo jue el causante.

»Sí, mi amigo, es la verdá;
la suerte que lo ayudó,
para otro pago rumbió,
de usté muy cansada ya
por lo que esplotao la habrá;
aguante y sufra aparcero
que otros sufrieron primero
sus chirlasos sobre el lomo,
y es justo que el mesmo plomo
tamién le aplaste su cuero».

Lo mesmo que chicharron
la geta arrugó el menistro,
tomó una juria ese cristo
al verse en tal situación,
que en tuita la rilasión
prometió no, mermar laso,
y le soltó un jogonaso
como queriéndolo arder;
pero el otro sin temer
¡ni siquiera le hizo caso!

Al ver que no le importaba
a Herrera lo que él decía,
de rabia se deshacía
y a insultos fieros lo hartaba;
pero el otro lo arroyaba
con la baina nada más,
largándolo para atrás
sin darle tiempo siquiera
pa que pararse podiera...

CENTURIÓN
¡Es crudazo el lenguaraz!

LUCIANO
Don Cándido retobao
comensó a floriar su nombre,
diciéndole que era hombre
de agayas como un dorao,
que ande quiera lo ha probao
a mano y en las cuchiyas
porque siempre desenciya
sin importarle el parage;

BALIENTE
Ni su madre, que le atage
el pasmo a ese cagetiya.

LUCIANO
Ande medio se empacó.
Jue al decirle a don Herrera,
que por ser la vez primera
que el Menisterio calzó,
a nuestro país lo enriedó
con unas cuantas naciones,
que hoy piden esclaraciones
por pisar en la guasquita.
¡Te quiero ver mascarita
en tan grandes torsijones!

«Don Julio, usté no es negao
pero tiene un gran defeto,
en eso sí, lo respeto
y allí el punto me ha ganao;
es, que es más enamorao,
que el gayo entre las gayinas,
y no es condición muy fina
pa quien tiene que mandar,
y siempre debe pensar
que el poder no es chamuchina.»

«No me toqués que te pego,
(la mugre dice al engrudo),
usté es más juerte y más rudo
para floriarse a ese juego,
pero a veces se hace el ciego
y es como gato de noche,
¡sino cuando andaba en coche
con una que le saqué!
Y si esa vez yo pequé
usté peca a troche y moche.

«Sino que diga la Alcasa,
su cancha pa todo tiro,
mientras yo de lejos miro
las palomas que usté casa;
na de gabilán se pasa
pa atrapar aves al vuelo,
no mira marca ni pelo
y a ninguna se ladea;
¡sabe usté que es cosa fea,
puede castigarlo el cielo!»

Dispués de tanto escrebir
y atarascarse a plumasos,
que no se dieron chuzasos
está demás el decir.
Ninguno quiso morir, 2515
(yo les encuentro razón),
sino esta pobre nación
sin ellos como sería;
la cosa se frunciría
por faltar su proteición.

CENTURIÓN
Amigo Luciano Santos
la vida no es una carta,
que si usted pierde o encarta
cuanto quiera dice: «planto»;
ella es, el mejor encanto
siendo dulce o siendo amarga,
uno a la grupa la carga
sin que le llegue a pesar,
naide la quiere soltar
y nunca parece larga.

LUCIANO
Por eco los dos letraos
a gritos se deshacían,
a cuanti más se decían
y más se creiban trensaos,
cada uno por su lao
evitaban el toparse,
y usté los vía descartarse
con más patas que ñandú;
el amor a la salú
los hacía resjuardarse.