Posición del Diario Oficial ante la destrucción del antiguo edificio de la Universidad de El Salvador

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POSICIÓN DEL DIARIO OFICIAL ANTE LA DESTRUCCIÓN DEL ANTIGUO EDIFICIO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

(Documento publicado en el Diario Oficial No. 208, Tomo No. 169, del 11 de noviembre de 1955)

República de El Salvador en la América Central

TEXTO:

EDITORIAL

Ante la incontenible fuerza que en breves instantes convirtió en pavesas la Universidad de El Salvador y el edificio del Correo, catástrofe que ha provocado un intenso duelo en la generalidad de los salvadoreños, el Diario Oficial, como vocero del Gobierno, no puede permanecer indiferente, por cuanto la Universidad, como el más alto exponente de nuestra cultura, simboliza una inapreciable concatenación de esfuerzos, de voluntades, de aspiraciones y de sacrificios, tendientes todos a la formación integral del ciudadano.

Grande es la conmoción sufrida por tan infausto suceso; irreparable es la pérdida y justo el duelo que unánimemente se manifiesta en la conciencia nacional, ya que hasta el más humilde ciudadano se da cuenta de la enormidad del daño recibido.

Lamentemos pues –nos asiste suficiente razón para ello– la desaparición de la parte física, podemos decir, de nuestra Universidad (edificio, mobiliario, bibliografía, etc.); contenidos valiosos de recuerdos y tradiciones; ya que la otra, la parte espiritual, la que simboliza la vida eterna de la Institución, que integran las voluntades de todos los hijos que se nutrieron en su seno, la que constituye el sentimiento general de la ciudadanía respecto a que la Universidad viva y sobreviva y la que anima a prestar siempre la ayuda que sea necesaria al Gobierno de la República, esa simbólica Universidad no podrá ser destruida nunca, a pesar de todos los infortunios y de todas las fatalidades que le sean adversas.

Confiemos en que al empuje vigoroso de sus hijos, al constante esfuerzo de la ciudadanía y a la ayuda generosa y eficaz del Gobierno, la Universidad de El Salvador volverá a presentarse, remozada y pujante, con su organización eficiente e instalada en un edificio digno de su enaltecedora misión, que es nada menos, la de abrir rutas y señalar caminos que conducen al hombre a las regiones de la Ciencia y del Saber.