Profecía del Tajo

De Wikisource, la biblioteca libre.
Profecía del Tajo
de Fray Luis de León
Folgava el rey Rodrigo
con la hermosa Cava en la ribera 
del Tajo, sin testigo; 
el río sacó fuera
el pecho, y le habló de esta manera:

«En mal punto te gozes, 
injusto forçador; que ya el sonido 
y las amargas vozes, 
y ya siento el bramido 
de Marte, de furor y ardor ceñido.

»¡Ay! essa tu alegría 
qué llantos acarrea, y essa hermosa 
(que vio el sol en mal día)
a España, ¡ay, quán llorosa!, 
y al cetro de los godos, ¡quán costosa!

»Llamas, dolores, guerras, 
muertes, assolamiento, fieros males 
entre tus brazos cierras; 
trabajos inmortales 
a ti y a tus vassallos naturales:

»a los que en Constantina 
rompen el fértil suelo, a los que baña 
el Ebro, a la vezina 
Sansueña, a Lusitaña, 
a toda la espaciosa y triste España.

»Ya dende Cádiz llama 
el injuriado Conde, a la venganza 
atento, y no a la fama, 
la bárbara pujanza 
en quien para tu daño no hay tardança.

»Oye que al cielo toca 
con temeroso son la trompa fiera, 
que en África convoca 
el moro a la bandera, 
que al aire desplegada va ligera.

»La lança ya blandea 
el árabe cruel, y hiere el viento, 
llamando a la pelea; 
innumerable cuento 
de esquadras juntas veo en un momento.

»Cubre la gente el suelo, 
debaxo de las velas desaparece 
la mar, la voz al cielo 
confusa y varia crece, 
el polvo roba el día y le escurece.

»¡Ay! que ya presurosos 
suben las largas naves; ¡ay!, que tienden 
los braços vigorosos 
a los remos, y encienden 
las mares espumosas por do hienden

»El Éolo derecho 
hinche la vela en popa, y larga entrada 
por el hercúleo estrecho, 
con la punta acerada, 
el gran padre Neptuno da la armada.

»¡Ay triste!, ¿y aún te tiene 
el mal dulce regaço; ni llamado 
al mal que sobreviene, 
no acorres; ocupado? 
¿No ves ya el puerto a Hércules sagrado?

»Acude, acorre, vuela, 
traspassa el alta sierra, ocupa el llano; 
no perdones la espuela, 
no des paz a la mano, 
menea fulminando el hierro insano.»

¡Ay, quánto de fatiga, 
ay, quánto de sudor está presente 
al que viste loriga, 
al infante valiente, 
a hombres y a caballos juntamente!

Y tú, Betis divino, 
de sangre ajena y tuya amancillado, 
darás al mar vecino 
¡quánto yelmo quebrado, 
quánto cuerpo de nobles destroçado!

El furibundo Marte 
cinco luzes las hazes desordena,
igual a cada parte; 
la sexta ¡ay!, te condena,
¡oh cara patria!, a bárbara cadena.