Página:Cuentos para los hombres que son todavía niños.djvu/80

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Afable, plena de gracia, respondióme:

"Vas hacia lo ignoto, hermana. Desde hace muchos siglos nadie ha penetrado el paraje donde diriges el vuelo. Hay en él algo inexplicable, en vano yo y mis compañeras hemos tratado de indagarlo; talvez ocultó allí el creador el arcano que rije los mundos; talvez sea la nada... No sé, no sé, pero no intentes penetrar la nebulosa ..."

Yo escuchaba y en mi espíritu nacía una esperanza. Quizá encontraría en aquel sitio la expiación de mis pasadas flaquezas, ¡qué grande alivio! Sin pensarlo más, seguí avanzando en las tinieblas .

¿Cuánto tiempo estuve allí?, lo ignoro. El silencio me envolvía en fajas de hielo, iba petrificándome como pedazo desprendido de planeta muerto.

Desesperadamente trataba de luchar contra el sopor que embargaba mis alas, creí sucumbir. Jamás olvidaré aunque atraviese los siglos,