cion desmantelada y ruinosa, en medio de la cual habia una máquina fotográfica y una mesa llena de estampas, libritos y otras publicaciones referentes á la gran maravilla artística.
Por último, en un decrépito muro descubrí el célebre fresco (que nunca fué verdadero fresco, sino una pintura al óleo sobre cal).
Pero ¡triste es decirlo! En aquella pared no existe ya hoy pintura al guna de Leonardo de Vinci. Lo que allí se vé es la malhadada obra de un béciles restauradores, la barbarie de los frailes que poseyeron tal tesoro, las injurias del tiempo, mil abominaciones sucesivas... y ni una sola pin celada del inmortal artista.
Me apresuro, sin embargo, á consolaros, Nosotros veremos il Cenacolo tal cual fue... Yo os lo describiré en su primitiva grandeza...; y para ello, voy á principiar por referiros su historia.
Leonardo de Vinci, uno de los hombres más ilustrados del siglo. WL arquitecto, ingeniero, escultor, poeta, escritor, músico; dotado además de grandes ventajas físicas por su hermosura y extraordinaria fuerza; gladiador y nadador sin rival, habia alcanzado ya imperecedera fama por tan múltiples y raras calidades cuando hizo olvidar sus propios méritos pintando el cuadro de la Cena.—Desde entonces, ya no se acordó nadie del magnífico Canal que habia dirigido y que puso á Milan en comunicación con el Adda; ni del certamen en que había ganado un premio cantando magistralmente y acompañándose en una lira de plata, fabricada por él, un precioso Romance, cuya música y cuya letra eran también suyas; ni de la Estatua de Francisco Sforza, con que venció á su maestro Verrocchio; ni de las Fortificaciones que habia inventado, como ingeniero mili tar que era, á fin de neutralizar los efectos de la Artillería, que empezaba á emplearse por entonces; ni de sus notables trabajos en la construcción de la Catedral; ni de sus inspirados Sonetos... ¡de nada, en fin, sino del pintor!—Milán, Florencia y Roma se disputaban al artista. Los reyes de España y Francia se procuraban su amistad. Miguel Ángel le temía, y conspiraba en contra de él... ¡La gloria de Leonardo llenaba el universo!
Desgraciadamente, la Cena habia sido pintada, como hemos dicho, mediante un nuevo é infortunado procedimiento (al óleo sobre calj y en una habitación liúmeda, que en cierta ocasión llegó á verse hasta mundada. A consecuencia de esto, la pintura empezó á caerse á pedazos, cuando aún no llevaba treinta años de existencia.—También quiso la des gracia que el fogón de la cocina del convento se encontrara precisamente del otro lado de la misma pared ilustrada por Vinci, lo cual sometió los colores á una alternativa de resecación y humedad que acabó por des truirlos.—Después aconteció que los frailes, á fin de recibir la comida más caliente, hicieron ¡en medio de la obra maestra! una ventana de co municación entre el refectorio y la cocina.—Pero hubo más: en 1826, un tal Belloti, encargado de restaurar el fresco, llevó su temeridad hasta re pintar casi todas las figuras; en 1770, hizo lo mismo un señor Mazer, y