Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/185

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
167
COMO GUSTÉIS.

Orlando.—Pero ¿haría tal mi Rosalinda?

Rosalinda.—Por vida mía, que hará lo mismo que yo.

Orlando.—¡Oh! Pero ella es sensata.

Rosalinda.—Y de no serlo le faltaría el talento de hacer esto; pues cuanto más sensata, más excéntrica. Cerrad las puertas al ingenio de la mujer y se saldrá por la ventana, cerrad ésta y se escapará por el ojo de la cerradura; obstruíd este agujero y volará con el humo por la chimenea.

Orlando.—El hombre que tenga una mujer de tal ingenio, podrá decir: «Ingenio, ¿adónde te quieres ir?»

Rosalinda.—No podéis usar de este freno para con él, hasta que lo encontréis llevando á vuestra mujer al lecho de vuestro vecino.

Orlando.—¿Y de dónde sacaría ese talento el talento de disculpar eso?

Rosalinda.—Nada más fácil, iba allí en busca vuestra. Jamás podréis tomar á la mujer sin la réplica, á menos que la toméis sin su lengua. ¡Oh! La que no pueda echar siempre á su marido la culpa de cuanto malo ella hace, que no amamante jamás á su hijo, porque lo criará como un idiota!

Orlando.—Rosalinda, me separo de ti por dos horas.

Rosalinda.—¡Ay, amor mío! No puedo pasar dos horas sin ti.

Orlando.—He de asistir al duque en la mesa. Á las dos estaré otra vez contigo.

Rosalinda.—Bien está, idos, idos. Ya me lo había yo presumido. Me lo habían dicho mis amigos y yo no pensaba menos que ellos. Me habéis alucinado con vuestras zalamerías. Todo se reduce á que haya una mujer echada en olvido. Quisiera morir ahora. ¿Vuestra hora es las dos?

Orlando.—Sí, amada Rosalinda.