diante, ó el jóven Lapas no era tal estudiante, y sí un impostor.
Llevé la mano al bolsillo y saqué la cartera. La abrí, y tomando la tarjeta fotográfica se la hice ver al Secretario.
—«No conozco esta cara.»
—«¿Está usted completamente seguro de ello?»
—«Completamente.»
Entonces escribí:
—«¿Querría usted hacer llamar al portero?»
—«Ahora mismo.»
Cuando el portero penetró en el despacho, le hicimos ver la tarjeta.
—«¿Conoce usted algun estudiante de este tipo?»
—«No, señor; ninguno.»
Y escribí:
Y dirigiéndome á Manuel:
—«No !e dije, compañero, que aquí se almorzaban unos pastelitos de hojaldre muy jugosos y nutritivos? ¿Qué le parecen estos libros?»
—«Demasiado jugosos. Lo que me extraña es la venida del Doctor Pineal.»
—«A mí no, porque probablemente la familia le