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SENADO CONSERVADOR


Núm. 497

Excmo. Señor:

Recomendó el Senado a la Cámara de Justicia que, teniendo el mayor cuidado en las visitas de cárcel, residenciara a todos los jueces, escribanos, receptores i procuradores sobre la conducta que observan en los procesos criminales, i que de cualquiera falta se diera cuenta a V.E. para el escarmiento de los que, faltando a sus deberes, no cumplian con las prevenciones que se hacen en el capítulo I de la Constitucion provisoria; encargando la observancia del art. 20 tít. V, cap. III de la misma Constitucion, para que, en el caso de que pasados ocho dias de la prision del reo sin formacion de causa, se le pusiera en libertad, instruyéndolo a V.E. La Cámara ha propuesto la duda que contiene el oficio que en copia se acompaña; i a fin de que puedan remediarse los grandes males que ocasiona el retardo en la formacion i conclusion de las causas criminales, será oportuno que a las visitas ocurra persona que dé cuenta de los reos que en la cárcel pública se retienen por la Comision Militar i de aquellos que allí se conservan de órden suprema, para que, con intelijencia de todo esto, se instruya a V.E. i al Senado del resultado de las visitas. —Dios guarde a V.E. muchos años. —Santiago, Marzo 18 de 1819. —Al Excmo. Señor Supremo Director.


Núm. 498

Excmo. Señor:

Ha llegado a noticia del Senado que el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas pide a V.E. su ejército para defenderse de una invasion española que las amenaza i de que se tiene la mayor probabilidad. Prescindamos, por ahora, que el destino de aquella sea a Buenos Aires. Por lo mismo que se publica, debe dudarse i acaso, dirijiéndose a otro punto, habrian logrado nuestros enemigos sorprendernos, dividir nuestras fuerzas, desorganizar los planes acordados i arruinar el gran edificio de la libertad americana cuando se acercaba el dia de su última perfeccion.

Permítase que su direccion sea a Buenos Aires. ¿Qué adelanta aquel Gobierno con llevar su ejército? En primer lugar, ha de sufrir una desercion, que lo dejará reducido a la mitad o ménos, como que los chilenos con que ha sido reemplazado no pasarán contentos a hacer la guerra en otro país. Ya se está esperimentando este mal, aun ántes de publicarse la órden de pasar ¿qué será despues? Cuando ambos ejércitos esperaban con ansia el dia de ir sobre Lima, esta variacion les causará la mayor novedad i descontento.

Mas supongamos que llegue el ejército a Buenos Aires. Cuando el virrei de Lima tenga esta noticia, manda todo el ejército que ha reunido en su capital, temeroso de nuestra invasion, para engrosar las fuerzas del jeneral La-Serna. Precisamente pasa de cuatro mil hombres el refuerzo que puede darle i seguramente le dará en este caso, quedando en Lima con la mayor tranquilidad, libre de los riesgos que hoi le amenazan. Esta fuerza, que aumenta a aquella, es superior a la que Buenos Aires agrega a la suya i, de consiguiente, nada adelanta con llevarla.

Por el opuesto, quedando en Chile aquel ejército, activándose i ejecutándose la invasion a Lima, Buenos Aires en nada se perjudica i sí adelanta en la libertad de aquel gran país: tendrá un enemigo ménos poderoso que temer, cual es el ejército de La-Serna, que, o ha de venir a defender la capital de Lima o ha de caer, tomando los nuestros esa capital; i en tal caso ya Buenos Aires solo tratará de su defensa contra la espedicion española que, sabiendo el estado de Lima, o libre, o revolucionada, i no contando con la s fuerzas de La-Serna, podrá ser batida i rechazada con facilidad.

Medite V.E. un instante esta verdad, que de cualquier modo que se examine, se ha de concluir que mayor defensa, mayor utilidad i ventajas resultan a Buenos Aires de que quede en Chile su ejército que llevándolo para aumentar la defensa de aquel Estado.

Pero aun hai otros de mas interes o Chile, satisfecho de que tenia aquella fuerza auxiliar, no ha cuidado organizar otra, porque no creia llegase este caso ni, costeando aquella, tenia fondos para mas. Contaba con la espedicion a Lima, acordada i sancionada por ambos Gobiernos, i no podia persuadirse de esta novedad. Así, pues, queda Chile sin aquella fuerza no solo imposibilitado para espedicionar sobre Lima, sino aun para asegurar su propio país. Las pocas tropas que tenemos se hallan en Concepcion, cuya provincia se mantiene revolucionada, llena de enemigos, i que todavía ocupa toda nuestra atencion, Valparaíso, Coquimbo i la capital, que no pueden sostenerse sin fuerza. No tenemos, como V.E. sabe, la bastante para cubrir estos puntos, i si a esto se agregan los partidos, que no faltan sediciosos i descontentos, bien se deja ver el peligro que amenaza la misma existencia política del país. ¿I qué seria de Buenos Aires si ésta tuviese un trastorno? ¿Cuál el punto de refujio en caso de una desgracia? Todo lo habríamos perdido de un golpe, sin mas causa que la division intempestiva i no bien meditada de los ejércitos unidos.

El resultado que por momentos esperamos del ataque de nuestra escuadra al Callao, facilita i allana el paso de nuestras tropas a Lima. El entusiasmo i disposicion de éstas para invadir aquel punto i la disposicion de aquel país para recibirlas, es notorio a V.E.; perder estas proporciones