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POLÍTICA DOMÉSTICA 131

las importunidades, exigencias y rarezas de su año- sa mitad, con el lujo de casa, mesa, trenes y caba- llos, con el trato de numerosos amigos y con las demás cosas de tan gran vida; para él su nuevo es- tado es un modo de vivir alegremente, pero su de- silusionada compañera ¿qué experimentará luego?. .. ¡Pesares, aislamiento, abandono!.... Porque entón- ces no hay familia para consolarse: menoscabados sus intereses y descontenta, se encuentra sola, sin hijos, cuyo amor la indemnice del que tan extra- ñamente creyó inspirar: feliz todavía esta víctima de su lamentable error, si la disipación de los bienes y una ruina completa no añaden á tantas pesadum- bres la miseria.

La jóven que acepta por marido un anciano en alta posición social, rara vez la impulsa á ello otro móvil que no sea la ambición apasionada de una gran fortuna. «L£El afecto no existe, pero vendrá»— dicen con cierto aire de seguridad la familia de la niña y aun el presunto marido. No se equivocan: el afecto nace, se desarrolla, crece: el corazón de la mujer está esencialmente organizado para espar- cir en derredor suyo el perfume del puro y suave sentimiento que constituye su atmósfera; pero con- sideremos lo que desgraciadamente sucede, por regla general con pocas excepciones.

Rodeada de los atractivos del mundo y lanzada