140 POLÍTICA DOMÉSTIGA
jeres, y cuando las vea pacientes, benévolas y gracio- sas en su familia y en su trato social, considerará que tu virtud no es sino una ilusión deplorable, pues- to que no eres capaz ni aun de los sacrificios más co- munes, sin los cuales la vida doméstica no es otra cosa que un infierno anticipado, Veamos en se- guida qué impresión produces en las personas con quienes estás en relaciones menos íntimas.
Ordinariamente la mujer ostentadora de su virtud se considera autorizada para trabajar en la reforma del género humano, por medio de la maledicencia. Como cree hacer sacrificios que le parecen prodigios de heroismo, se atribuye, en razón de sus méritos eminentes, el derecho de tomarse las mayores li- bertades: de aquí los excesos de rigor, la intoleran- cia, los juicios temerarios, ia malevolencia; en una palabra, la excitación de las malas pasiones que pre- tenden conciliarse con las prácticas de la vida cris- tiana. No es nuevo este carácter, pues fué el de aquellos fariseos, á quienes tantas veces amonestó Jesús, especie de personas que parece inmortal has- ta en el seno de la religión que las condena. El fa- riseismo representa una tendencia de la naturaleza
