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174 POLÍTICA DOMÉSTICA

no ha conocido alguna de esas víctimas del des- potismo femenino? ¿Quién no ha sentido hacia. ellas cierta compasión envuelta en ironía? Sin embargo, deplorando la dureza» de su condición. más que servil, no es posible dejar de experimen- tar legítima indignación contra la persona que im- pone, por capricho ó por frivolidad, un insoporta-- ble yugo que hace sufrir cuanto la prodigiosa ac- tividad de una imaginación desenfrenada sabe in- ventar.

Empero sabido es que no todos los hombres. aceptan con docilidad la violencia que se pretende hacer á sus ideas, á sus sentimientos y á sus há- bitos: hay maridos que, sin tener bastante energía para anular pretensiones despóticas, no carecen de- vigor suficiente para sostener guerras que las cir- cunstancias excitan constantemente. Verdad es que en sus hogares no se da el espectáculo de una triste: esclavitud, sino el de las agitaciones, luchas y peripecias que presenta la vida de los combatientes. Un dia la mujer triunfa, aprovéchase de tal ventaja,. percibe en su adversario algún flanco vulnerable, descubre los cálculos del vencido y le destruye sus medios de defensa; pero, ¡ah! los destinos cambian; las satisfacciones de hoy se convertirán en dolores mañana; la caida será tanto más terrible, cuanto mayor sea el abuso que se haya hecho de la vic-