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POLÍTICA DOMÉSTICA 237

conducta y sus buenas costumbres. Si hay algu- na parcialidad disculpable, lo es seguramente la que tiene tan plausibles fundamentos; pero debe tener límites razonables, y he aquí el consejo que os pue- do dar sobre este asunto. Si veis que vuestros tes- timonios de particular consideración hacia los hijos buenos engendran en los demás el deseo de merecer- la, continuad conservando en ellos este principio de noble emulación; sobre todo, mostrándoles más cari- ño, á medida que progresen en el bien, para con- vencerles de que vuestras preferencias hacia sus hermanos sólo eran justicia hecha á sus buenas cuali- dades. Si, por el contrario, veis que vuestra predi- lección, en vez de producir tan buen efecto, exci- ta animosidad y no sirve sino para empeorarles, guardaos de dejar resplandecer ante sus ojos senti- mientos que podrían acabar de perderles; redoblad vuestros cuidados y atenciones para con ellos, á fin de que no puedan creerse extraños á vuestro afecto, y mostraos siempre dispuestas á dispensarles, como á los demás, vuestra gracia. ¡Qué gozo para voso- tras, si conseguís hacerles dignos de ella! Pero si no podeis alcanzar este resultado, tendreis al menos el consuelo de haber llenado vuestros deberes para on ellos, y, quizás, de haber evitado que lleguen á estar completamente endurecidos para la virtud.