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238 POLÍTICA DOMÉSTICA

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La familiaridad que tengais con vuestros niños no: los desviará del respeto que os deben, mientras os vean sin debilidad en las muestras que les deis de vuestro cariño. Cuanto mayor sea la complacencia con que condescendais á sus deseos inocentes, más necesario será que os armeis de firmeza para reprimir sus deseos in'ustos; mas no es menester tratarles con dureza para no halagar ninguno de sus defectos: buenas palabras pueden obrar un gran bien, y vuestro ejemplo será siempre la mejor enseñanza. Si ven á su padre y á su madre vivir en perfecto. acuerdo, auxiliarse en sus enfermedades, consolarse en sus aflicciones y procurar prevenirse todos sus de- seos, los hermanos y las hermanas adquieren entre sí esos mismos sentimientos. Las acciones cuyo espectáculo se ofrece diariamente á nuestra vista, no tardan en formar nuestra conducta: la de vuestros niños estará, pues, siempre en vuestras manos. Ha- cedles testigos de vuestra constancia y actividad en el trabajo, de vuestra piedad para los desgraciados, de vuestra benevolencia para todos los demás, de vuestra indulgencia para sus debilidades, de vuestro respeto á las leyes y á las buenas costumbres, y ve- reis nacer y fortalecerse estas mismas disposiciones en ellos, y se acrecentará su amor filial, al par que su veneración hacia vuestras virtudes.