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POLÍTICA DOMÉSTICA 203

soporten una debilidad de carácter; pues satisfe- chas de su propia exactitud, no cumplen con el deber social que consiste en no exigir sino lo que la capacidad del prójimo puede dar de sí, y en aplicar, donde ella falta, un aumento de bondad. Las per- sonas bondadosas sólo ven necesidades en los defectos ajenos, y no manifiestan su propia supe- rioridad sino para prestar mayores auxilios: la equidad de la bondad consiste en suplir la deuda moral del que no tiene con qué pagarla. Enseñar todo esto á un niño no es tarea que puede efectuarse en pocos dias. Se despierta la bondad en un hombre inclinado al bien, cuando su conciencia se ilustra y le coloca en el verdadero punto de vista de su posi- ción respecto á los demás; pero los niños carecen de posición y de suficiente grado de conciencia; su egoismo, más ó menos sostenido por las solícitas atenciones de que son objeto, sólo puede ser com: batido por las pocas y superficiales ideas que están al alcance de ellos; no tienen conocimiento de los males de la vida, y los verían sin comprenderlos; tan inhábiles para adivinar una susceptibilidad de amor propio como para formarse idea de una des- gracia, hieren con la ruda ingenuidad de sus obser- vaciones, que casi siempre son enfadosas, porque rara vez son infundadas. Sin duda que es fa- cil enseñar á los niños á no burlarse de un jo-