304 POLÍTICA DOMÉSTICA
porque es verdadera: entre el momento en que la flor nace y el momento en que la flor se marchita, son muchos los grados de su belleza: tal es la histo- ría de la inocencia femenina. Cuando la inocencia comienza á manifestarse, está unida á la ignorancia; pero estos dos estados no son inseparables, porque la ignorancia no es virtud, y la inocencia se hace virtuosa á medida que se separa de la ignorancia. Conservar !a inocencia de las niñas es asunto im- portantísimo, mas hay dos cosas que no se deben dar al olvido: una de ellas es que la ignorancia absoluta dura poco, y, por lo mismo, hacer que la niña pase bruscamente desde el sueño de la infancia á la reali- dad del desencanto sería imprudente; la otra cosa es que no conviene ilusionarse hasta el punto de creer que la ignorancia, por extrema que se la suponga, esté absolutamente exenta de curiosidad, cuando es muy natural que una criatura racional procure saber porqué existe y qué parte le está reservada en las cosas humanas; y si esta curiosidad es inevitable ¿no convendrá más ilustrarla paso á paso, sin herir el pudor, que dejarla extraviarse en investigaciones desordenadas? Por nuestra parte, no preferimos la estólida simpleza que se puede obtener por medio de una ignorancia que oculte las realidades de la ' vi- da, y por una reclusión que aleje de la sociedad (sistema insuficiente para formar esposas y madres);
