POLÍTICA DOMÉSTICA gee
directamente de la naturaleza, esas mujeres cometen errores contra los cuales protesta el aspecto de ellas. Por ejemplo: cierta petimetra ve á una dama con traje elegantísimo, le agradan los adornos y el conjunto, y encuentra que á la que lo lleva le sienta admirablemente; manda hacer uno igual, y el nuevo traje, que es idéntico al modelo, la hace desagradable.... ¿Será que ella no posee el carác-
Quizá tiene demasiado largos los brazos, ó muy corto el cuello; quizá es ligera y petulante, en vez de ser grave y modesta; algo tiene que no se combina armoniosamente con las condiciones de tal traje, ¡Se necesita tan poco para ser elegante, y tan poco para no serlo!....««Los adornos de pasa- manería—dice una revista de modas—están muy de rigor, pero sólo convienen á las damas apaci- bles; las que tienen mucha actividad y las que se im- pacientan fácilmente, deben abolirlos, porque si cualquiera de ellas va de un aposento á otro, se prende en un picaporte; si escribe una carta ur- gente, se le engancha la llave del pupitre en los alamares del vestido; si para acariciar á un interesan- te niño le toma en brazos, los cabellos de la po- bre criatura se enredan en los azabaches de las mangas, y la víctima da gritos lastimosos; en con- clusión: los adornos de pasamanería no convienen á
