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316 POLÍTICA DOMÉSTICA

Sin duda que en ese deseo entra alguna vanidad; pero procuremos guiarlo con ideas elevadas, y de- jemos que la mujer goce inocentemente de sus ven- tajas; no seamos tan ingratos para con el Creador, que pretendamos ahogar en la más bella de sus criaturas terrenales el deseo de ser agradable como la naturaleza mejorada por el arte. Mas si perdo- namos ese inocente deseo de agradar á los ojos y al espíritu, no es para ofrecer armas á la pérfida coquetería, que cifra su gloria en trastornar cerebros, y que cuenta sus hazañas por el número de sus víc- timas; esto es indigno de la mujer, cuyo destino social la llama á unirse á un hombre de bien y ase- gurar su propia felicidad, haciendo la de su marido y su prole,