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332 POLÍTICA DOMÉSTICA

de Mariquita, con tener esposa tam ¿gnorante. No prive usted, pues, á su amable hija, de la buena y natural educación que en su casa puede recibir; no la lance usted á un mundo de costumbres facticias, contrarias á las que probablemente deberá seguir durante la mayor parte de su vida.

Nada encuentro que tenga menos relación con la vida real y razonable de una mujer, que la vida de una joven que se educa entre otras en número cre- cido y en rc: de pequeños intereses, intriguillas, misterios, secretillos y bachillerías de toda especie, inevitables entre tan numerosa concurrencia. No existe este mismo inconveniente en la educación que se da en los colegios de “varones: sus estudios son más serios, sus tareas más aisladas, y apenas los colegiales dejan el trabajo, corren—lo mismo los mayores que los menores—á entregarse á sus juegos y ejercicios físicos, encontrando así poco lugar para la infructuosa actividad de imaginación á que se aban- donan necesariamente las colegialas durante sus tareas comunes y sus recreos, que, pasada cierta edad, ya no pueden ser objeto de ejercicios seme- jantes á aquellos con que se recrean útilmente los varones. Parece también que los estudios á que los jóvenes se aplican en sus colegios, deben de ocu- par la inteligencia, mucho más que ocuparla pueden el dibujo, la música y las labores, que absorben la