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Re-cursi-vidades

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Re-cursi-vidades
de Antonio Domínguez Hidalgo

UN POEMARIO MÁS…

1990
OBRA POEMÁTICA COMPLETA.
TOMO 19
 

1
Recursividades
de la re-cursi vida;
cursirredes de la vida cursi…
redes cursis de toda la vida,
aunque denegadas,
me retornan sus discursos...
en enredos que se embrollan
su continuo circular
hacia lo mismo.

Recursividades
repetibles,
cacofónicas,
aunque sean otros nombres;
otros rostros sustantivos;
otros labios verbos;
otros ojos adjetivos;
aunque se huya…
la historia vuelve a retejerse
torbellino cíclico,
caracol infinito,
hoyo negro,
espiral clausura del abismo
donde somos inercia
de las mismas huellas
que se recalzan
que se reciclan
dialécticas
antidialécticas
uniéndose a contrarios;
matizando saltos
opuestos en lucha,
pero al decurso
estructura igual…
aunque aparente otra;
esqueletos de siempre
con distintas carnes
de amores que se penetran
penetrándose en los penes que entran
con otros que se vacían
en variables de vacías vaginas.

Recursividades somos…
alborozo hormonal de los hallazgos
insistentes en asir eternidades
de segundos
que se acaban de inmediato,
silogismo en cópula
resuelto en la lógica llegada del olvido
en otro encuentro…
desencuentro reencontrado
de reencuentros
condenados a nunca reencontrarse más,
pero revuelven
enmarañados efímeros,
entrelazados sagaces
que infiltran sus latidos de esperanza
y amarrados en el fuego
ya sabido
nos consumen
en la nada
de la nada sin nada de nada.

Retorno sempiterno
-amor atado-
reticulado en lágrimas
que no saben de otros textos
sin pañuelos.
 
2
Harto el corazón de tanta entrega
se cancela su servicio mensajero
y mi cuerpo cotidiano lo clausura
en las risas burlonas del silencio
para encerrarlo en bodegas
de películas veladas
por los ciegos.

Un desdén tan profundo me pasea
por las letras degastadas
que no quiero más cartas sobre mesas
inhóspitas al rezo,
sino puntos sobre íes de signos sacros
y bostezando confesas,
no importarme el lugar donde las rompan
los carteros del fastidio…

Vacío de edades,
desgajado el optimismo en anuarios
de patéticas creaturas
que no oyeron,
mudo…
me arrincono en el bochorno de esta tarde
como un títere callado…
que se conforma
con el hilo que le toca
en su senecto teatro
y sin avisos al usuario de mi nombre
ni recados al lector analfabeta
me corrijo la función desprogramada
y reitero desnudo
las escenas censuradas
por silicios encrespados
adaptándome al proscenio
donde caigo
abandonado.

Tautológico pleonasmo de mí mismo
en sobrantes reincidido.

 
3
Sigo siendo un grito más
en los desiertos
donde todo lo cambiante
se amordaza
y prosigo dando tumbos
por un mundo que se sabe feroz
en bosques de hadas
y se oculta en la escopeta
donde duerme
la bella insolencia de la guarda.

Ahogado en profecías obscenas
me sacudo el aire
y dejo que circulen las esporas
corroyendo el cuento
de las brujas
que murieron de tristeza
por el príncipe que las dejó tendidas
en las promesas
de una noche esbelta.

Caído de rodillas en el tiempo
beso el humus del recuerdo.
4
Así como fui,
como seré;
tal cual he sido,
es mi casa,
mi jardín,
mi mar sereno;
archivo del dolor
y la alegría;
antigua ensoñación
vuelta castillo
donde vagan mis fantasmas
y mi vida.

Terruño sin piedad
y alto cautivo;
textura del placer
y eco de un niño.

Corredor de soledad
y fuentes tibias;
trinar de vocaciones
y delirios.

Así como soy,
altiva piedra,
mi vestuario se teje de ladrillos,
construido palmo a palmo
en su destino
por un futuro que se fue al pasado
y se hizo infinitud
de muro.

Mi presente es el ayer
de un hoy ya ido
que reanuda
sus antiguos pergaminos.
 
5
Como luz penetrando mi alto dique
se dispersan los recuerdos
tránsfugas
en mis laberintos,
himnos sin salmos de guitarras locas
que se ahogaron en sus brindis
y en sus ropas
tiradas al borde de una cama
sin huella en sus almohadas.

La vida así me viste
y me desviste
remolino de insomnios
y de sierpes
que sin matar me mueren
las antorchas de mis días nocturnos.

Mas no es el arduo dolor
donde acurruco
los olvidos
quien se asoma;
ni es el miedo a cometer el mismo llanto,
sino la ancha cuesta
por donde tiene que trepar
la angustia
de no irse hacia el cinismo…

Es aquello que callado
me incinera
y me mancha al verterse en el camino
con un lloro que no importa
a los que ríen
de ese luto prohibido
en tanto duelo
hecho de amnesias
que ahora entierro.

Es el miedo de esculpir la eterna mueca
de corazones insolentes
en mi estatua amurallada
y sucumbir pasmado
entre las chispas de mis velas
asfixiadas.

Ya no hay lágrimas que basten
para llenar ausencias,
degastadas en las suertes
de mis guerras,
holocaustos mínimos.

Para qué más lamentos de vidente
en las horas del encuentro,
si vislumbro lo que ruegan las hormonas
en el rito exultante de sus bromas…

Acepto los pasos que me agrietan
y basta de más tretas…

Conozco los momentos del discurso…
sus sonrisas que crecen de existencias
y las últimas piruetas
de una muerte tan dulce que nos lleva,
calavera,
hacia la sombras
de una luz agónica
que se finge duradera.

Antifaz disfrazado de entelequias,
donde acaba el carnaval…
en plena fiesta.


6
Ahora que la ausencia está en reposo
sin el sancto sanctorum del recuerdo
me acobarda saber que ya no tengo
ni un sollozo
ni fuegos en mi infierno…

Al vaso derramado no le importa…
La gota se deshizo en su torrente
y el vacío acumulado por el tiempo
se hizo añicos con el cierzo…

Soy tan solo una saudad de invierno
que se marchita en su sofá de hielo.

Mas que importa si a este cauce
me desbordo
entre círculos de máscaras sin miedo.

Torbellinos me llevan al encuentro
de ríos desesperados,
cenestesia incógnita de espectros…
y aunque solo en la corriente,
no me ahogo…
Me dejo fluir como durmiendo…
mecedora sin aliento.

Ya no importa oponerse a tanto muerto,
me asimilo al envase post-moderno…
 
7
La absurda soledad se me encarama
al costado de una lumpen compañía
y al sesgo de mis rasgos de armonía
me prende la pasión su vieja cama.

Locuras ancestrales me derrama
y agota su furor de brusca harpía.
Con impulsos de trajín en agonía
acaba por vencer mi férrea lama.

Hecho catre maltrecho me levanta
retardando la oración de gracia plena
y erecto el corazón la sangre canta
en su flujo que corre por mis venas.

Polvo puro la memoria me acorrala
en pilares de odio y rabia
sin blancura
y el esperma megalítico que bala
me colapsa en su rugido de basura.

 
8
La vida es una pinche mentira
inmaculada,
diseño de una química embustera.
Cruel cocinera.
Nos engaña con postizos de humo
y nos adorna con ricitos de oro.
Nos seduce con brebajes fugitivos
que nos hacen asar a fuegos lentos
cuando todos con su estirpe en alto
se derraman en sus jugos densos,
sintiéndose perpetuos en el horno
donde cuecen sus aromas fatuos
los inciensos.

Falaz ensoñación,
mayora loca,
nos envuelve en sus acordes
de esperpento
y sus manos agoreras en un cazo
nos revuelven de ingredientes
tan dispersos
que refractan el sabor
en apariencias
de plato pasional,
dulce solemne
bocado de los dioses;
mus relleno
de simple migajón,
o sobras.

Pero las llamas siguen
y los calores crecen;
prosigue la luz en las hornillas
y su trinar de lumbres
matizando distintos amanezcos
con chimeneas eléctricas
murmuran pútridas
sus hervores de atole con el dedo.

Falsa leña amortajada de húmeda
que nos endilga su actuación de Óscar
para arrumbarnos en museos de olvidos
donde la vida fantasmal sonríe
gozosa de habernos engañado
con promesas de canosa eternidad
moviendo sus mismas recetas
cada día.
Confinadas a cenizas
las pulsiones
se quedan humillando testimonios
de guisos tan fugaces.

Todo fue en vano.
La vida cocinera
no nos necesita;
ella es Dios
y nosotros sus peleles,
aunque sean reyes,
presidentes o doctores;
sólo son personajes de la cena
donde todo se sirve
y nada queda;
donde cumplen su función de corifeos,
y al final son engullidos…
hechos mierda.
 
9
Caravanas de esplendor,
mis sensaciones
atan cabos al dolor
de corazones
y al matiz del placer
donde las quemo
naufragan los amores
sin un remo.

Todo queda insinuante;
bordeando la testosterona
que en su estrip tan pasajero
actualiza las neuronas.

Reinas locas
de los mitos agoreros
inventoras de los tronos
de los eros.

Que amor en otro yo…
sutil patraña
tejida en cortesana
telaraña.
Si amor es un nosotros
estratega
que nos pide libertad
en cada entrega;
si amor no es un capricho
de sumisos,
sino sólo, como Dios,
arduos hechizos.

Si buscado y rebuscado
no lo encuentro,
sólo queda liberármelo
por dentro:
escape de sirenas
en marasmo,
se acaba y se recursa
a cada orgasmo.
 
10
Ya no amaba el silencio
de cadenas lánguidas
ni los sarcófagos
de taciturnas noches;

Tampoco el resonar inhóspito
de los recuerdos paranoicos.
Ni los ludibrios fúlgidos
de algún cuerpo túrgido.

No recordaba la sutil caverna
recibiendo mi fogata ardiente
ni los momentos del impulso último
del maremoto que se viene.

Sólo buscaba mi pasión erguida
acurrucarse en un suspiro tibio
donde su escándalo de resoplidos tersos
me refrescara el nardo
que en mi alta aurora
bullía delirios.

Sólo pedía mi plenitud
de cactus
en los oasis de desiertos
calcinados
para librar tanta reliquia
acumulada
en los senderos de mis pasos
arenarios.

Pero ya ves…
endeble el músculo
aún tuvo fuerza
para el envión.
 
11
Qué burda manía
de morir en verso.
Absurda ironía
de un cuchillo terso.

Qué rústica flora
sembrar poesía
al dolor que añora
su ausente armonía.

Qué voz tan dispersa
en mi ruta de ansias.
Qué locas vagancias,
mis letras perversas.
 
12
A dónde está la voz que yo tenía
arrumbada en mis labios de poeta;
acaso se pasea entre los residuos
de aquello que no quiso ser poema.

Acabaron sus andanzas mudas
en el borde aventurero de palabras
que indagando metáforas sedientas
descubrieron el arcón de las aldabas.

Carcelera de sí misma se concluye
en la inútil necedad de sus libelos
y una ráfaga de bocas calcinantes
le amordazan lo fugaz de sus agallas:

Hoy soy de ti; mañana de la espera…
Y se concluye un mundo
con olor a siesta.

Tal vez nunca alcance la potencia
de grabar en un disco su insolencia.


13
Amor que me dijiste tuyo
y sin embargo ajeno,
me robaste el final
del cuento de hadas
y no encontré la dueña nunca
de zapatillas vagas.

Amor…
un minuto en el rincón de los horarios;
frágil crepúsculo de sueños tributarios
donde apenas si bostezan llantos torvos
sus deseos de plenitud cayendo corvos.

Amor…
entre los ojos que cerrados corren
a los recuerdos de un intacto orden
te me desgranas entre el fuego terso
donde anidaron embusteras
las páginas que nunca fueron…
amor.
 
14
Equinoccio de sombras invernales
asoman su incoherente primavera
en mi teatro
donde ni un tordo cantará negruras
que se presienten al caer mi escena.

Atrás estará el viento ciclorama;
arriba la fiesta cenital
y un robot levantará sus luces
moviendo el espantajo de mi cuerpo
que ya aniquila el pensamiento sobrio
de construir estrellas…
con la esperanza turbia
de creerse la galaxia
que no ostenta.

Al cerrarse los telones cada noche
dormiré en mi camastro de fantoche.



 
15
En las esperas de una angustia rota
se me desliza el segundero infame
y caigo a gotas en mullidos lechos
que se olvidaron de pasiones tiesas.

Así el silencio me sumerge en el islote
de un océano infinito de saudades
donde no encuentro ni viernes
ni domingos
que me alivianen el peso de los nardos.

Robinson loco que cavó sereno
la playa vacua
de sepulcros altos
y en el basalto de su carne vieja
se le platean las esperanzas mustias
de jamás vislumbrar la carabela
que descubra su mundo de artificios
y estafetas.

Teatro absurdo de mi propia esencia.
Noveleta triste que mata de risa
donde se enmudece tanta feria oscura
de un pasado ido,
sin más futuros
que su náufrago presente.
 
16
En las alfombras de mi Arabia tersa
paso las noches con mi ardor en loto
y en disciplinas del amor me exploto
hasta sangrarme la canción adversa.

En los tesoros de mi cueva inversa
los llantos idos sin piedad azoto;
cruel me someto en plenitud y agoto
las magas artes que mi piel malversa.

En el recuento de pasadas lumbres
cae disecado el higuerío de un beso
sin más efrit que las incertidumbres
encadenadas a mi ardor obseso.

Turgente el goce en mis castillos de antes…
la media luna de mi arena vasta
va emparedando mis ritmos fragantes
y los encierra con su labia casta.

Preso en esta lámpara de asombros,
sólo espero quien me frote los escombros.

17
He roto la duda.
Deseco la fuente
y el llanto se anuda
audaz en mi mente.

El tiempo cobija
la loca llanura
y en una rendija
mi mal se clausura.

Golpes de condenas
taladran los pasos
y sin más cadenas
se cruzan los brazos.

El ansia me arropa
con bullicios mudos
y tiro la copa
de vicios desnudos.

Se alejan los miedos
de murallas viejas
y escándalos quedos
me tejen de rejas.

Un libro en la alcoba
se me abre infinito
y la muerte loba
derrumba su mito.

Desato las redes
de tanta agonía
y pinto paredes
sin melancolía.



 
18
Con tanto amor re-despierto
se me relaja la aurora
y la noche no me acaba
y la tarde se prolonga.

Dónde estarán escondidos
en su hacinar de recuerdos
los altibajos del río
que se vistió de adefesio.

Y aunque las voces que habitan
las calles de mi silencio,
no hay una sola que exista
para acallar mis conciertos.

¡Ay que torrente de versos
me encascadan de diseños
y entre sus espumas lábiles
se me acumulan de añejos!

Son su puñado de asomos
como un grillete de cuernos
donde las púas que me cavan
me tiemblan todo cimiento.

Y aunque no quiera el derrumbe
me van cayendo tan dentro
que deshilando vocablos
es terremoto de léxicos…




 
19
Me asalta la nostalgia esta mañana
con sus enredos de gastadas lágrimas
cuando el silencio me responde férreo
que no habrá más tu calor en mis desvelos.

Y un rictus con sabor a tango
se me rebota por la sangre a saltos
donde se agolpa por salir a flote
la blanca espuma de maduros odres.

Mi cuello triste sin rumor de dientes
sucumbe loco a su ardorosa fiebre
sin más alientos de excitados cuerpos
con que calmaba tanta sed de versos

Y sin las manos que me florecían
sembrando fuego para mis cenizas,
sólo me queda arrinconarme al manto
con que me cubra un corazón mecánico.
 
20
Este incendiar la oscuridad de las palabras
con el recuerdo de la antorcha sofocada
en la negrura de unos ojos yertos
que decidieron ausentarse ciegos...

Este morir en el sudor friolento
sin contemplar tu boca a pleno beso,
sin enjugar la vacuidad del músculo
que se exilió de nuestras tumbas de uso...

Este saber que nada era lo cierto,
sino un soporte de fugaz intento
por alcanzar estrellas de alabastro y nada
en pos de fingir la liviandad del alba…

No fue sorpresa de las redes embusteras
sino retornos de las lánguidas quimeras…

 
21
No sé que soledad era ese grito
que enturbiaba la voz de mi conciencia
y me anudaba en un eco irreversible
a las sepias caricias de otros tiempos
de anarquista soñoliento.

No sé que lentitud era esa prisa
escondida en la pátina del cuerpo
donde un llanto reprimía las sábanas
que tapaban nuestro aliento
de insaciable esfuerzo.

No sé qué lasitud se desprendía
en medio del abrazo que se ataba
por no hallar un recodo en la tristeza
del llanto que muerde
entre el fuego que no hiere.

No sé que soledad nos embargaba
al separar nuestros sudores complacidos
de torsos palpitando enhiestos
mientras el blanco techo contemplaba
la eternidad en tu mirada.
En un páramo de sombras nos vestimos
y salimos a brillar en multitudes
que paseaban también sus soledades
como estatuas clausuradas
sin más albas.

No sé que soledad nos separaba…
cuando dimos un alto a la fogata





 
22
Abrí los ojos al bostezar del mundo
entre aires frescos de solar susurro
y vi que todo parecía tan nuevo
en la conciencia de mi Adán ligero
que resanando los vocablos obvios
pude escribir de amor
sin una tacha de odio.

Con una férrea sensación de olvido
me levanté como un lejano Enkidu
y fui a beber del manantial gimnasta
musculatura y letra para esa mañana…
donde renazca la escultura atlética
que centre el canto
de mi biblioteca.

Libre y sereno de mi piel de letras
me volví estrofa de las carnes épicas
y con los ritmos de mi dramaturgia
deshojé las vidas
en literaturas...
 
23
A mi clara vocación de libro abierto
no le importan los venenos de la imprenta
porque en tintes me solaza el sentimiento
de ser, más que palabra, luz al viento.

Y aunque agudos linotipos me refrenen
en la página sellada por la venta,
sé que aromas navegantes en mi orquesta
vaticinan la canción de la gran fiesta.

Es mi voz que acorralada se rebela
con su tono de acentos incoloros
donde vibra la emoción de antiguos ogros
que cayeron carceleros de su pena.

Nada importa para mí tanta fatiga,
si en un número me encierran lo indiscreto.
Ejemplares vendrán, risa en el fuego,
cuando sepan que gané en las estadísticas.



 
24
En la esbelta cornisa de los árboles
mi nuevo corazón se posa
y ufano de las hojas pasajeras
se sacude de ramas pajareras.

Cansado de sus cantos a los mármoles;
hastiado de cantar reposa
y burlando las sangres altaneras
despide sus fugaces primaveras.

Qué sola plenitud de ser liberto
y qué alegre acorralar de olvidos.
Callado, sin reñir, lejos del llanto,
pernocto entre olores de amaranto.

Envuelto en las virtudes del silencio
lo arrebato a estúpidos Cupidos
y en arduo sacrificio lo levanto;
lo amanezco de sol y lo trasplanto.

 
25
El viento canta su pregón de otoño
que nos socaba la hojarasca inerme
y las cortinas que de amor se mueren
sólo se asoman a balcones de odio.

Un tibio añico de alboradas idas
nos amortaja las veredas fatuas
que pretendieron construir guadañas
para atajar la mortandad de espigas.

Sólo un descanso a tantas urdidumbres
se nos depara en cada esquina triturada
y en el misterio de colgantes horcas
cae suicidada nuestra sed de lumbres

Farol oscuro que en patrañas burdas
se nos enreda con su oscura calle
y cuando vuelan sus nublados aires
nada nos queda, ni siquiera músicas.

 
26
Cuando dije amor
siempre me clavaron dardos
y en la loca incertidumbre
de mis nardos
absurda muchedumbre
con sus cardos
aumentaron el dolor.

Cuando dije amé,
siempre me punzaron la sonrisa
de una insólita abstinencia
de ceniza
que rechaza la torpe penitencia
tras la brisa
que en mi sed ahogué.

Cuando dije amar,
me tatuaron con afrentas
la sorpresa del engaño
en compraventas
y caído de la cúspide del sueño,
me ahondé en la soledad
y en el despeño.
27
Sin nadie que impulse mis alas
transcurre mi escarchado vuelo
y un mutismo de cisnes me devora
las ansias de emplumarme lo discreto.

Quiero sanar mi origen de barro
y rasgar el tatuaje que llevo
mas no puedo borrar los ropajes
que van pegados al cuerpo.

Exacto en mi túmulo helado
me quedo minado de espectros
que me escupen cadencias inútiles
en el amplio caudal de mis huecos.

Con el trunco pendón que me cubre
se cobijan mis puños guerreros
donde escudos silentes resisten
su caída en flagrantes deseos…

Ardiendo el corazón me desconozco…
Un vuelco me hace añicos los espejos
para no ver más lágrimas.
28
Gramema de mi corazón eliminado,
coraza queda,
impenetrable y lánguido;
plomo de un soldado sin princesas
ni guerras…

En santa inquisición me mando
hacer que mi cerebro sea una hoguera
de interna plenitud en llamaradas
donde la carne ceda
a los fútiles grilletes que lo enredan
a una balsa.

Insensible a los ayes de sirenas
que se ahogan en su vaso de tormenta
y el agua de una gota del océano
les parece naufragios de receta;
silencioso y taciturno el lazo,
amarrado a los cantos que laceran,
domaré las vorágines del yermo
y venciendo en mis íntimos combates,
forjaré mi fuerza,
blanca longitud de mi dureza…
29
Suena el teléfono y no contesto.
Estoy hundido en mis pensamientos.
Sigue sonando su timbre cursi.
Me voy ahogando en mis sentimientos.
Oigo la contestadora
con su respuesta obvia.
Escucho tu voz
que aún me enamora.
Te dejo hablar
mientras el llanto me asoma.
y te recuerdo
en ese cuarto donde tu cuerpo
en otro cuerpo se conturbaba.
con las caricias que eran tan mías.
Que fue un error…
Lo has comprendido.
Pides perdón…
Me siento tibio.
Que si no vuelvo
pierdes la vida.
Y yo escuchando en agonía
sigo callado.
Tú lloras tanto.
No me abandones.
Me he equivocado.
Cuando se ama,
No hay traicionado.
Fluye el teléfono;
estoy pensando:
Roto el florero
queda parchado.
De pronto todo
se hace un disparo.

Cuelgo.
 
30
Trabajar, trabajar
que la vida va a pasar;
da unos pasos adelante
y ninguno para atrás.

Colibrí sereno;
movimiento alado,
límpiame de duelos;
lábrame en basalto.

Pedernal de fuego,
púleme esmeril
y estatua en incendios,
cúbreme de zinc.

Escribir, escribir
que este libro va a vivir;
da unas páginas en venta
y otras guárdalas en ti.