Reminiscencia
Esta noche al mirar el firmamento
Envuelto en nube tempestuosa y densa,
Un recuerdo inundó mi pensamiento,
Recuerdo dulce, de emoción intensa.
Y esta noche sentí lo que otra noche
Que extasiadas, mirábamos el cielo;
¡Oh, cuán dulce era al alma, en el derroche
De lo sublime, remontar el vuelo!...
Encima nuestro, inmenso, incomprensible,
Desesperante en su insondable arcano,
El cielo, serenísimo y terrible
Me parecía un majestuoso anciano.
Escorpión su espiral interrogante,
La Cruz del Sur, el signo que redime.
Aldebarán, su enojo centelleante
Y en el cenit, profundidad sublime...
Mas, de improviso, como negro velo,
Cual fatídica sombra, que la mente
Forja a oscuras, en noches de desvelo,
Un nubarrón se alzó en el Occidente.
Y al pasar, las estrellas ocultando
Dejó triste, el espíritu oprimido,
Al igual que la niña, a quien llorando
Le arrebatan su juego preferido...
... Entonces, del silencio y de la calma
Rompió una voz el invisible sello;
Y el cuerpo inmóvil, y en suspenso el alma
Escuché el verso de genial destello:
«¿Qué quieren esas nubes?» Y el grandioso
Poema de Zorrilla, alzo vibrante
En el solemne, nocturnal reposo,
Alivio de mi espíritu anhelante...
¡Oh momento ideal! En la natura
La quietud, en los cielos la grandeza;
Y esa voz resonando allá en la altura
Cual conjuro de mágica certeza!
Yo sentí que la frente me abrasaba;
Yo sentí que un raudal de poesía
En mí, por vez primera, despertaba
Con sus cantos de espléndida armonía.
Y un soplo de la noche bondadosa
Mi sien acarició, mi sien ardiente,
Como mano que aparta, cariñosa,
Las guedejas a un niño, de la frente.
Y conmovida hasta lo más profundo
Yo lloré, porque nadie me veía;
¡Porque es grave pecado en este mundo
Llorar tranquilos, a la luz del día!....
Julio de 1917.