Retablo (Vallejo)
Apariencia
Yo digo para mí: por fin escapo al ruido; nadie me ve que voy a la nave sagrada. Altas sombras acuden, y Darío que pasa con su lira enlutada. Con paso innumerable sale la dulce Musa, y a ella van mis ojos, cual polluelos al grano. La acosan tules de éter y azabaches dormidos, en tanto sueña el mirlo de la vida en su mano. Dios mío, eres piadoso, porque diste esta nave, donde hacen estos brujos azules sus oficios. Darío de las Américas celestes! Tal ellos se parecen a ti! Y de tus trenzas frabrican sus cilicios. Como ánimas que buscan entierros de oro absurdo, aquellos arciprestes vagos del corazón, se internan, y aparecen... y, hablándonos de lejos, nos lloran el suicidio monótono de Dios!
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