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Revista de España: Boletín 21 (cont.)

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Revista de España: Tomo VI
Boletín bibliográfico

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


LIBROS EXTRANJEROS.


The Spanish Gypsy (La gitana española): poema, por George Elliot. — Lóndres, 1868.

Autor de várias obras, que le han valido un puesto muy distinguido entre los novelistas ingleses contemporáneos, George Elliot ha ejercitado su imaginación en trabajo de otro género, que hasta ahora no habia cultivado. Como Víctor Hugo para El Hernani, ha venido á buscar en la patria del Cid, tal como él sin duda la comprende, la escena y la inspiración de los personajes para sus versos románticos.

Una muchacha gitana, que por una inversión de costumbres tradicionales, en vez de entretenerse en arrebatar niños cristianos, ha sido robada y mantenida en un castillo feudal de nobles españoles, inspira tan violenta pasión al hijo de sus señores, que resuelve casarse con ella. La Inquisición, que ha olido algo acerca de la procedencia de la doncella, amenaza á ésta con espantosos castigos, y á su amante con la pérdida de sus grandes honores y dignidades. Pero la pasión del Duque D. Silva por Fedalma es superior á toda amenaza. Pasa por delante del castillo de Bedmar, en donde habitaban, una tropa de saltimbanquis y de acróbatas; y Fedalma, á quien la sangre gitana comunica un impulso irresistible hacia la danza, toma parte en la que habian empezado aquellos forasteros: el Duque, en vista de este inesperado espectáculo, siente gran contrariedad, pero no deja de amar á Fedalma. Una nueva complicación surge mientras ésta se entrega al placer del baile: entre una turba de gitanos que llega al mismo sitio, está su padre, Zarca, que la reconoce por un collar que ella lleva siempre puesto. Zarca persuade á su hija á que abandone á su desposado y su patria adoptiva, y marche en su compañía á África á vivir en una tribu de gitanos, á los que se promete inocular el gusto de los progresos de la civilización europea. Al enterarse D. Silva de que su amada ha huido, pide consejo á un astrólogo judío, llamado Sephardo, con el que va á buscar á Fedalma. Pronto la encuentra, en momentos en que Zarca pactaba con los moros el asalto de una ciudad cristiana. El Duque, ignorando este complot, y reducido por los artificios de Zarca á no poder impedirlo aunque lo supiera, hace los mayores esfuerzos para que Fedalma regrese con él á Bedmar; y no alcanzándolo de modo alguno, se somete á perder Sus honores, su rango y su nacionalidad, á hacerse gitano, y á quedar bajo el mando de Zarca. La ciudad es atacada y vencida; los amigos más íntimos, y los compañeros más antiguos de D. Silva, perecen en la contienda, y su enemigo el inquisidor cae prisionero, y es condenado á muerte. El Duque intercede y pide su vida, y al ver que le es negada, recobra sus sentimientos y su fiereza de señor feudal, y mata en un arranque de furor á Zarca, que le perdona antes de exhalar el último suspiro, y deja á Fedalma en herencia la categoría de reina de los gitanos. Poco después, Fedalma marcha á África con el cadáver de su padre, dejando al Duque sumido en el desconsuelo y la desesperación.

Tal es el argumento de La Gitana Española. La Revista de Edimburgo, en su número 262, correspondiente al actual cuatrimestre, dice que los sucesos del poema son tan extraordinarios, y las situaciones tan violentas, que más bien servirían para una acción melodramática ó bufa, que para la tragedia; y que no hay en ellas el espacio suficiente para el debido desarrollo de las pasiones ni del carácter de los personajes; concluyendo por decir que si George Elliot vacila entre ser novelista ó poeta, será una fortuna que se decida por lo primero, para lo que tiene grandes y conocidas facultades.

En cuanto á la versificación, nada decimos: sabido es que las bellezas armónicas de los versos ingleses son poco perceptibles para oídos acostumbrados al idioma castellano.

Histoire de L'Impôt en France, par M. Clamageran. Deuxième partie, depuis l'établissement de la taille permanente (1439) jusqu'á la mort de Colbert (1683). — Segundo volumen. — París, Guillaumin y Comp., 1868. — 1 volumen en 8.º

Este libro contiene más de lo que su título indica, pues además del orígen y vicisitudes de los impuestos, trata de los gastos y de los ingresos de toda la Administración francesa durante los dos siglos y medio á que se refiere. No es sólo la historia de las contribuciones, sino la de la Hacienda. De las tres épocas en que el autor se ha propuesto dividir su trabajo, la segunda, que forma el objeto del volumen que acaba de ver la luz pública, es acaso la más interesante para la historia, porque comprende la transición de la edad media á la moderna, y da después á conocer el verdadero valor de las reformas llevadas á cabo por la Monarquía absoluta para introducir el orden y la regularidad en el sistema rentístico.

Se ha hecho cargo al autor de ser demasiado severo en sus juicios acerca de los abusos, del desconcierto y de los excesos del antiguo régimen, y de no tomar bastante en cuenta las circunstancias de los tiempos. Por nuestra parte, creemos que los hombres deben ser juzgados, en efecto, con arreglo á las ideas que ellos y sus contemporáneos profesaron; pero cuando se trata de las instituciones, la crítica debe acercarse más á lo absoluto, y condenar resuelta y enérgicamente lo que sea en sí malo, aunque á los antepasados no les pareciera tanto.


Histoire civile de L'Armée, jusqu'á la formation de l'armé permanente; par M. A. Vitu. — París, 1868.

La novedad más importante que trae á la historia este libro, formado sobre multitud de documentos inéditos, es la de querer fijar el primer establecimiento de los ejércitos permanentes, no en tiempo de Carlos VII, sino en el de su abuelo Carlos V. Este creó en 1368 y 1373 las compañías reglamentarias (compagnies d'ordonnances), y desde ellas pretende el señor Vitu contar la fecha de los cuerpos militares en estado de permanencia. Pero él mismo confiesa que el orden nuevo del sistema militar empezó realmente por las Cartas Reales de 19 de Setiembre de 1438, por las que se decretó la cesación de las milicias feudales que vivían sobre el país, y el sostenimiento de cuerpos regulares en las fronteras.

También varia, fijándola en 4 de Diciembre de 1445, y no en 1439, como generalmente se había hecho hasta hoy, la fecha del principio de la contribución (la taille) destinada en Francia á sostener el ejército. Como á un mismo tiempo se dio el carácter de permanencia á las tropas y al impuesto, y como de aquí resultó un motivo ó un pretexto para prescindir del concurso de los Estados generales, considerado siempre como necesario para el otorgamiento de los servicios pecuniarios de carácter transitorio ó extraordinario, M. Vitu, demostrando que á principios del siglo XV se observaban las condiciones de un verdadero régimen representativo, atribuye la desaparición de éste á la creación del ejército permanente. También en España fueron casi coetáneos hechos análogos, que se hallan unidos entre sí con íntima relación por lo que participan de la esencia misma de la Monarquía absoluta.