Revista de la semana del No. 42, 1869
C
omo estos dias los noticieros y alarmistas se despachan á su gusto, y la pública ansiedad fácilmente da oídos y aun crédito á los mayores absurdos; imposible es reducir á numero las especies que con más ó menos insistencia han circulado por casinos, tertulias y cafes, reproducidas á veces por los periódicos y acomodadas á las opiniones ó particulares miras de la publicación. Quién anunciaba como próxima y acordada la república unitaria con el duque de la Victoria al frente, quién señalaba hasta el dia de la coronación del duque ac Montpensier, quién por último juzgaba acordada ya la minoría del de Génova con una regencia trina, compuesta de los señores Topete, Prim y Serrano. Todos estos pronósticos y otros muchos se han reducido á meras conjeturas sin fundamento sólido. El tiempo únicamente puede levantar los tupidos velos de lo futuro.
Con Verdadero júbilo de todos los buenos españoles se han recibido noticias de Cuba. A pesar de los esfuerzos hechos para arrebatar á España esta provincia, una de las más importantes y ricas de la nación, el patriotismo y desprendimiento de municipios y particulares, la abnegación con que todos los cuerpos de ejército se han ofrecido para sostener del lado allá de los mares la bandera española, y el sufrimiento y valor á toda prueba de nuestros heróicos soldados, hacen que la insurrección vaya rápidamente decayendo por días, y no esté muy lejano el de la entera pacificación de Cuba. Según los partes últimamente recibidos, el desaliento entre los sublevados era grande, así como las deserciones y pérdidas que esperimentaban. Además algunos jefes caracterizados han pedido indulto; mientras por otra parte los Estados-Unidos conservan su neutralidad y los súbditos españoles residentes en aquella isla procuran con sus caudales y personas la pronta y favorable terminación de la lucha.
En la Península experimentan la misma suerte de los insurrectos de Cuba las partidas republicanas que teniendo en las Córtes una respetable minoría, y completa libertad en la prensa, en la asociación y en la propaganda, han desdeñado el amparo legal para la esplicacion y triunfo de sus doctrinas, lanzándose a campo con objeto de imponerlas á la mayoría de la nacion, no por la fuerza de la ley, sino por la ley de la fuerza. Los repetidos descalabros que sufren al encontrarse con las columnas destinadas á su persecución, y más todavía la actitud de los pueblos que, para librarse de tropelías y exacciones, los repelen con las armas, van desengañándolos completamente; por lo que muchos se acogen á indulto y los más comprometídos ú obstinados emigran al extranjero. A la hora en que escribimos estas líneas tal vez se derrame con abundancia sangre española en Valencia; tal vez allí muchas víctimas inocentes y agenas á la política perezcan también en el torbellino del combate. La pluma se cae de las manos al hablar de sangre española derramada por españoles, de paisanos, amigos y parientes batiéndose en opuestas filas; mientras el pensamiento retrocede horrorizado al considerar las consecuencias de tan ciego furor y tan vituperable conducta. ¡Cuánto mejor fuera que al ponderar al pueblo sus derechos se les esplicaran también sus deberes; inclinándolo no á la rebelión, sino á la instrucción; no al devastamiento de la propiedad, sino al trabajo honrado que la produce y consolida!
A consecuencia de haberse puesto algunos diputados al frente de varias partidas de insurrectos, las Córtes han condenado de la manera más solemne y esplícita su conducta, dejando á los tribunales ordinarios que los juzguen y apliquen las penas legales á que se hayan hecho acreedores. El número de los diputados republicanos insurrectos es bastante considerable.
La emperatriz Eugenia después de recorrer á Venecia, Atenas y Constantinopla donde recibe los mayores agasajos, visitará el alto Egipto con los príncipes de Prusia, Inglaterra, Italia, Sajonia y Austria; después asistirá á la inauguración del canal de Suez el emperador salió para Compiegne, acompañado del general Fleury y de otros personajes políticos. Se han celebrado en los departamentos del alto y bajo Rhin nuevas asambleas para protestar contra la renovación del tratado de comercio con Inglaterra. Los promovedores de estas manifestaciones han resuelto dirigir en tiempo oportuno peticiones á las Cámaras y se están recogiendo muchísimas firmas.
El consistorio israelita se presentó últimamente a príncipe Cárlos de Rumania pidiéndole su protección. El principe ha contestado prometiendo mejorar la suerte de los israelitas residentes en los Principados.
Doña Isabel de Borbon, según aseguran los periódicos franceses, ha comprado en 40,000 francos una finca situada en las inmediaciones de Bonneuil, departamento de Sena y Oise, para que establezca allí Sor Patrocinio un convento de religiosas. Adelante. Más vale que gaste el dinero en fundar conventos, que en promover sublevaciones en España.
Volviendo á Madrid y á lo que en ella pasa, no podemos menos de tributar un recuerdo al ilustre filósofo español don Julián Sanz del Rio. muerto, después de una larga y penosa enfermedad, la semana última. Ya desde mucho tiempo los numerosos discípulos del finado, que no dejaban de visitarle asiduamente, veian con dolor desfallecer las fuerzas del sabio maestro y esparcirse una mortal palidez sobre aquella frente pensadora y sobre aquella fisonomía tan inteligente y bondadosa. El golpe estaba previsto y llorado de antemano. La ciencia ha perdido en don Julián un infatigable cultivador; la enseñanza uno de los más dignos maestros; la amistad y la sociedad un hombre íntegro y afectuoso; España entera uno de sus más insignes hijos.
En la tarde del miércoles último se verificó su entierro con un numeroso y escogido acompañamiento, á pesar de no haberse repartido invitaciones. A la cabeza del duelo vimos al señor ministro de Fomento, director general de Instrucción pública, rector de la Universidad, director del Instituto, etc. También acompañaban afinado los cláustros de la Universidad é Instituto, numerosos estudiantes y muchos admiradores de su ciencia y virtudes. El señor Sanz del Rio deja en la esfera filosófica un vacío dificilísimo de llenar y un recuerdo inolvidable en cuantos han tenido la honra de tratarlo, cultivando su amistad y aprovechándose de sus conocimientos.
La sociedad titulada «Círculo de Empleados, inauguró sus conferencias administrativas, empezando la sección de Hacienda, que después del nombramiento de presidente y secretario discutió el tema propuesto. Según acordó la mesa, todos los martes sucesivos había conferencia, designándose para la primera el asunto siguiente: «¿Hasta qué punto es conveniente el desestanco del tabaco?» Mucho celebramos que en vez de perderse lastimosamente el tiempo en los casinos, se emplee con provecho del individuo y del país en difundir toda suerte de conocimientos. La administración pública y la clase de empleados recogerán el fruto cuando se generalicen tan útiles tareas.
En vista de la gravedad de las actuales circunstancias políticas y del efecto que ciertas predicaciones pueden producir en la multitud, se han suspendido gubernativamente varios periódicos republicanos y carlistas de Madrid y provincias; entre ellos El Oriente, de Sevilla, órgano del absolutismo, que incesantemente escitaba á los republicanos para la sublevación, atizando los gérmenes de discordia que tantos males están produciendo á nuestro desgraciado pais. Don Cruz Ochoa, diputado carlista, defendió con mas éxito á dicho periódico en una de las últimas sesiones, y tiene pedido turno para seguir ocupándose del mismo asunto. Para terminar estas líneas citaremos dos acontecimientos literarios, ya que hoy la pobre literatura se halla casi ahogada entre el clamoreo de la política, e fragor de los combates y la música chillona de los bufos. Estos dos acontecimientos son el estreno en el teatro Español de La Maya, obra del señor Hurtado, y la publicación en Sevilla de las obras completas de la Excma. señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. El drama, según afirman, es bellísimo; y de las obras de la señora Avellaneda podemos asegurar, especialmente de las poéticas, que no serán olvidadas mientras haya quien cultive el hermoso campo de nuestra literatura nacional.
N. C.