Romance de Espinelo
Apariencia
Muy malo estaba Espinelo, en una cama yacía, los bancos eran de oro, las tablas de plata fina, los colchones en que duerme son de una holanda muy fina, las sábanas que le cubren en el agua no se vían, la colcha que en ella ponen sembrada es de perlería; a su cabecera tiene Mataleona, su amiga, con las plumas de un pavón la su cara le resfría. Estando en este solaz tal demanda le hacía: -Espinelo, mi Espinelo, ¡cómo naciste en buen día! El día que tú naciste la luna estaba crecida, ni punto le sobraba, ni punto le fallecía. Contádesme, Espinelo, contádesme vuestra vida. -Yo te lo diré, señora, con amor y cortesía: mi padre era de Francia, mi madre de Lombardía; mi padre con su poder a Francia toda regía. Mi madre como señora una ley hecha tenía: la mujer que dos pariese de un parto y en sólo un día, que la den por alevosa y la quemen por justicia, o la echen en la mar, porque adulterado había. Quiso Dios, y su ventura, que ella dos hijos paría de un parto y en una hora que por deshonra tenía. Fuérase a tomar consejo con tan loca fantasía a una cautiva mora, sabia en nigromancía. -¿Qué me aconsejas, la mora, por salvar la honra mía? Respondiérale: -Señora, yo de parecer sería, que tomases a tu hijo, el que te se antojaría, y lo eches en la mar en un arca de valía bien embetunada toda, mucho oro y joyería, porque quien al niño hallase de criarle se holgaría. Cayera la suerte en mí, y en la gran mar me ponía, la cual estando muy buena arrebatado me había y púsome en tierra firme, con la furor que traía, a la sombra de una mata que por nombre espina había, que por eso me pusieron de Espinelo nombradía. Marineros navegando halláronme en aquel día, lleváronme a presentar al gran Soldán de Suría. El Soldán no tiene hijo, por su hijo me tenía; el soldán agora es muerto. Yo por el soldán regía.