Romance de la duquesa de Berganza
Apariencia
Un lunes a las cuatro horas, ya después de mediodía, ese duque de Berganza con la duquesa reñía; lleno de muy grande enojo, de aquesta suerte decía: -Traidora sois, la duquesa, traidora, fementida. La duquesa muy turbada, de esta suerte respondía: -No soy yo traidora, el duque, ni en mi linaje lo había, nunca salieron traidores de la casa do venía. Yo me lo merezco, el duque, en venirme de Castilla, para estar en vuestra casa en tan mala compañía. El duque con grande enojo la espada sacado había; la duquesa con esfuerzo en un punto a ella se asía. -Suelta la espada, duquesa, cata que te cortaría. -No podéis cortar más, duque, harto cortado me había. Viéndose en este aprieto, a grandes voces decía: -Socorredme, caballeros, los que truje de Castilla. Quiso la desdicha suya que ninguno parecía, que todos son portugueses cuantos en la sala había.