Romance de la fuga de Gaiferos
Apariencia
Media noche era por filo, los gallos querían cantar, cuando el infante Gaiferos salió de captividad; muerto deja al carcelero y a cuantos con él están; vase por una calle ayuso como hombre mundanal, hablando en algarabía, como aquel que bien la sabe. Íbase para la puerta, la puerta de la ciudad; halla las puertas cerradas, no halla por do botar. Desque se vido perdido empezara de llamar: Ábrasme la puerta, el moro, sí Alá te guarde de mal. Mensajero soy del rey, cartas llevo de mensaje. Allá hablara el moro, bien oiréis lo que dirá: —Si eres mensajero, amigo, y cartas llevas de mensaje, esperases tú al día y con los otros saldrás. Desque esto oyera Gaiferos bien oiréis lo que dirá: Ábrasme la puerta, el moro, sí Alá te guarde de mal. Darte he tres pesantes de oro, que aquí no traía más. Oído lo había una morica, que en altas torres está, dícele de esta manera, empezóle de hablar: —Toma los pesantes, moro, que menester te serán, la mujer tienes moza, hijos chicos de criar. Desque esto oyó el moro recio se fue a levantar, las puertas que están cerradas abríolas de par en par. Acordósele a Gaiferos de una espada que trae, la cabeza de los hombros derribado se la ha. Muerto cae el morisco, en el suelo muerto cae. Desque esto vio la morisca empieza de gritos dar, ellos los daba tan grandes que al cielo quieren llegar: —¡Abrasmonte, Abrasmonte, el señor de este lugar! Cuando acuerdan por Gaiferos, ya estaba en la cristiandad