Romance de la reina de Nápoles
Apariencia
La triste reina de Nápoles sola va, sin compañía; va llorando y gritos dando do su mal contar podía; ¡Quién amase la tristeza y aborreciese alegría, porque sepan los mis ojos cuanto lloro yo tenía! Yo lloré el rey, mi marido, las cosas que yo más quería: lloré al príncipe don Pedro, que era la flor de Castilla. Vínome lloro tras lloro, sin haber consuelo un día. Yo me estando en esos lloros, vínome mensajería de aquese buen rey de Francia, que el mi reino me pedía. Subiérame a una torre, la más alta que tenía, vi venir siete galeras que en mi socorro venían; dentro venía un caballero, almirante de Castilla. ¡Bien vengas, el caballero, buena sea tu venida!