Romance de los cinco maravedís que pidió el rey
Apariencia
En esa ciudad de Burgos en Cortes se habían juntado el rey que venció las Navas con todos los hijosdalgo. Habló con don Diego el rey, con él se había aconsejado, que era señor de Vizcaya, de todos el más privado: -Consejédesme, don Diego, que estoy muy necesitado, que con las guerras que he hecho gran dinero me ha faltado; quería llegarme a Cuenca, no tengo lo necesario; si os pareciese, don Diego, por mí será demandado que cinco maravedís me peche cada hijodalgo. -Grave cosa me parece, le respondiera el de Haro, que querades vos, señor, al libre hacer tributario; mas por lo mucho que os quiero de mí seréis ayudado, porque yo soy principal, de mí os será pagado. Siendo juntos en las Cortes, el rey se lo había hablado; Levantado está don Diego, como ya estaba acordado: -Justo es lo que pide el rey, por nadie le sea negado, mis cinco maravedís helos aquí de buen grado. Don Nuño, conde de Lara, mucho mal se había enojado; pospuesto todo temor, de esta manera ha hablado: -Aquellos donde venimos nunca tal pecho han pagado, nos, menos lo pagaremos, ni al rey tal será dado; el que quisiere pagarle quede aquí como villano, váyase luego tras mí el que fuere hijodalgo. Todos se salen tras él, de tres mil, tres han quedado. En el campo de la Glera todos allí se han juntado, el pecho que el rey demanda en las lanzas lo han atado y envíanle a decir que el tributo está llegado, que envíe sus cogedores, que luego será pagado; mas que si él va en persona no será desacatado, pero que enviase aquellos de quien fuera aconsejado. Cuando esto oyera el rey, y que solo se ha quedado, volvióse para don Diego, consejo le ha demandado. Don Diego, como sagaz, este consejo le ha dado: -Desterrédesme, señor, como que yo lo he causado, y así cobraréis la gracia de los vuestros hijosdalgo. Otorgó el rey el consejo: a decir les ha enviado que quien le dio tal consejo será muy bien castigado, que hidalgos de Castilla no son para haber pechado. Muy alegres fueron todos, todo se hubo apaciaguado. Desterraron a don Diego por lo que no había pecado; mas dende a pocos días a Castilla fue tornado. El bien de la lealtad por ningún precio es comprado.