Romance del cautivo
Apariencia
Mi padre era de Ronda y mi madre de Antequera; cautiváronme los moros entre la paz y la guerra, y lleváronme a vender a Vélez de la Gomera. Siete días con sus noches anduve en el almoneda, no hubo moro ni mora que por mí una blanca diera, sino fuera un perro moro que cien doblas ofreciera, y llevárame a su casa, echárame una cadena. Dábame la vida mala, dábame la vida negra: de día majaba esparto, de noche molía cibera, echóme un freno a la boca porque no comiese della, Pero plugo a Dios del cielo que tenía el ama buena; cuando el moro se iba a caza quitábame la cadena; echábame en su regazo, mis regalos me hiciera, espulgábame y limpiaba mejor que yo mereciera; por un placer que le hice otro muy mayor me hiciera: diérame casi cien doblones en libertad me pusiera, por temor que el moro perro quizá la muerte nos diera. Así plugo a Dios del cielo de quien mercedes se espera que me ha vuelto a vuestros brazos como de primero era.