Romance del conde Benalmenique
Apariencia
Del Soldán de Babilonia, de ese os quiero decir, que le dé Dios mala vida y a la postre peor fin. Armó naves y galeras, pasan de sesenta mil, para ir a dar combate a Narbona la gentil. Allá va a echar áncoras, allá al puerto de Sant Gil, donde han cautivado al conde, al conde Benalmeniquí; deciéndenlo de una torre, cabálganlo en un rocín, la cola le dan por riendas, por más deshonrado ir. Cien azotes dan al conde, y otros tantos al rocín: al rocín, porque anduviese, al conde, por lo rendir. La condesa que lo supo, sáleselo a recibir: -Pésame de vos, señor, conde, de veros así, daré yo por vos, el conde, las doblas sesenta mil, y si no bastaren, conde, a Narbona la gentil, si esto no bastare, el conde, a tres hijas que yo parí: yo las pariera, buen conde, y vos las hubistes en mí, y si no bastare, conde, señor, védesme aquí a mí. -Muchas mercedes, condesa, por vuestro tan buen decir; no dedes por mí, señora, tan sólo un maravedí, que heridas tengo de muerte, dellas no puedo guarir. Adiós, adiós, la condesa, que ya me mandan ir de aquí. -Váyades con Dios, el conde, y con la gracia de Sant Gil, Dios os eche en vuestra suerte a ese Soldán paladín.