Romance del duque de Arjona
Apariencia
En Arjona estaba el duque y el buen rey en Gibraltar, envióle un mensajero que le viniese a hablar. Malaventurado el duque vino luego sin tardar; jornada de quince días en ocho la fuera a andar. Hallaba las mesas puestas y aparejado el yantar, y desque hubieron comido, vanse a un jardín a holgar. Andándose paseando, el rey comenzó a hablar: -De vos, el duque de Arjona, grandes querellas me dan: que forzades las mujeres casadas y por casar, que les bebíaides el vino y les comíades el pan, que les tomáis la cebada, sin se la querer pagar. -Quien os lo dijo, buen rey, no os dijera la verdad. -Llamaisme a mi camarero de mi cámara real, que me trajese unas cartas que en mi barjuleta están. Védeslas aquí, el duque, no me lo podéis negar. Preso, preso, caballeros, preso de aquí lo llevad: entregadlo al de Mendoza, ese mi alcalde el leal.