Rosas y las fronteras de Buenos Aires

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​Rosas y las fronteras de Buenos Aires​ de Florencio Varela


Artículo publicado en el "COMERCIO DEL PLATA"


ROSAS Y LAS FRONTERAS DE BUENOS AIRES[editar]

Una de las prácticas mas invariables observadas por el Dictador de Buenos Aires, que forma á la vez una parte esencial y un rasgo caracteristico de su sistema, es el hacerse discernir un título que no merece ó atribuir un mérito cualquiera, que no ha contraido, y mandar en seguida, que se repita por todos, y en todas ocasiones, hasta que, á fuerza de repetirse, se convierte, no solo en dicho, sino en creencia popular.

Asi se hizo llamar primero Restaurador de las Leyes, despues Heroe del Desierto, mas tarde Grande Americano; asi se atribuyó la pacificacion del pais en Octubre de 1820, cuando ninguna parte notable tuvo en ese suceso: y asi [para llegar de una vez á nuestro objeto] hace pregonar que su campaña al desierto exterminó á los indios, que ha asegurado, contra sus incursiones, las fortunas de la campaña de Buenos Aires, y extendido las fronteras de la Provincia. —En estos últimos tiempos especialmente, en que el poder de la verdad, ha triunfado de los embustes que su prensa propaga, se ha empeñado él en revestirse de ese mérito, y en repetir, mas que nunca, que á su gobierno vijilante y fuerte se debe la seguridad de la campaña, y la extension de sus fronteras.

Nada es, sin embargo, mas opuesto á la verdad. Sucede precisamente lo contrario. Desde que Rosas se apoderó del Gobierno, y durante su dictadura, muchas estancias valiosisimas se han despoblado, muchos cientos de miles de ganados han pasado á poder de los indios salvajes, y las fronteras de la provincia de Buenos Aires se han retirado como cuarenta leguas mas adentro, dejando todo ese inmenso territorio en el dominio indisputado y tranquilo de las tribus del desierto. Esta es la verdad.

Cuando Rosas se hizo discernir la dictadura, la linea de frontera de la provincia de Buenos Aires, se extendia del modo siguiente.—

Al N. O. —hasta la guardia de Melincué, á 75 leguas de Buenos Aires.

Al Oeste, hasta el fuerte de la Federacion, á mas de 60 leguas.

Al S. O., hasta el fuerte 25 de Mayo á 60 leguas, y fuerte de la Laguna Blanca, á 70 leguas de la Capital.

Al Sur, hasta Tapalquen, 65 leguas, y al fuerte de la Independencia [Tandil] distante 75.

Se extendia, pues, á un radio de 70 leguas de la capital, una línea de fuertes guarnecidos, y en buen estado de defensa.

Pero las estancias —las conquistas pacíficas de los criadores de ganados— se extendian á no pocas leguas mas allá; porque las guarniciones de los Fuertes tenian en respeto á los salvajes del desierto.

Eso era cuando Rosas entró al mando. Veámos lo que es ahora.

Volviendo de su campaña al desierto, puso todavia en la Federacion la chusma de indios que condujo, y á que llamaba amigos. Los salvajes trajeron naturalmente allí los hábitos depredadores de la Pampa, y asolaron amistosamente aquella comarca. Melincué fué primero abandonado: siguió la Guardia de Mercedes, 10 leguas mas adentro; se conservó algun tiempo la de Rojas, otras 10 leguas mas hácia Buenos Aires: pero luego se dejó tambien en poder de los salvajes, que habian arrasado, hasta no dejar vestijio, las de Melincué y Mercedes.

Abandonó luego el 25 de Mayo, y puso su guardia en la Barrancosa, muchas leguas mas adentro; al mando del célebre Ramirez, de sobre-nombre Macana. Los indios le atacaron varias veces, le vencieron, le debilitaron; y la Barrancosa se abandonó, retirándose la guardia fronteriza, al Fortín de Areco, 40 leguas mas adentro de Melincué.

En igual proporcion se fueron succesivamente abandonando las guardias del 25 de Mayo, Laguna Blanca, Tapalquen. Esta última era el asiento del poder de Rosas en la campaña del Sur. Allí tuvo mucho tiempo al coronel D. Ramon Maza [á quien mató junto con su padre el Presidente de la Sala] y al teniente coronel Granada, con unos 900 hombres de caballeria. Retiró de allí esa fuerza, para matar Unitarios, y abandonó á los indios todo el terreno comprendido entre aquellas guardias y el Rio Salado: —es decir una zona de 35 á 40 leguas de ancho.

Todas las estancias —riquísimas muchas de ellas— que se hallaban en esa vasta extension de territorio, quedaron completamente despobladas. Las de Beaus, Lezica, Quiroga, Iramain, y todas las que ocupaban las inmediaciones de la Laguna del Bragado; las de los Balcarce y otros muchos, en Tapalquen; todas las del Arroyo de las Flores; y, en una pajabra, cuantas existian, por aquella parte, hasta la márjen derecha del Salado, han desaparecido durante el dominio de Rosas, y los salvajes de la Pampa dominan ese terreno, ocupado ántes por pingües establecimientos.

La linea de guardias, que hoy forma la frontera, está reducida á lo que era al empezar el siglo; —Fortin de Areco, Guardia de Lujan y el Monte; el primero, que es el mas remoto, á menos de 35 leguas de Buenos Aires; y el último no dista 30.

Todo el resto de la provincia está en poder de los indios, cuyas incursiones, durante el Gobierno de Rosas, han avanzado á puntos, pocos años antes tan seguros como la misma capital. —En Rojas estuvieron diez dias seguidos, en 1839 [segun creemos] sin que nadie los molestase: hoy llegan hasta las inmediaciones de Areco y Lujan; y en 1840, ó 41 vinieron hasta la estancia de D. N. Benitez, mas adentro de la guardia del Pergamino; y solo á 10 leguas de la márjen del Paraná.

Cuando Rosas subió al mando, el camino carretero, que conduce de Buenos Aires á las provincias interiores, estaba protejido por las guardias de Melincué, Mercedes, y la Esquina. Hoy no existen las dos primeras: ha sido preciso abandonar el antiguo camino, é ir á buscar la proteccion de la barrera del Carcarañal.

Esos son los hechos: esa la seguridad que Rosas ha procurado á las propiedades rurales, y esa la extension que ha dado á las fronteras.

Recomendamos á los lectores extranjeros, que deseen comprender bien este articulo, que consulten, al leerle, alguna buena carta de Buenos Aires. —La del Sr. W. Parish es excelente.


Octubre 10 de 1845.