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Rosaura (Althaus)

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Rosaura
de Clemente Althaus


Luce del alba el resplandor primero,
y ya ante el claro tocador se aliña
Rosaura, hermosa, presumida niña
que el día en ataviarse gasta entero;
y, como enamorada de sí propia,
en su beldad se ufana y se recrea,
y en el cristal luciente que la copia
atenta ve el peinado y la presea
que más el blanco rostro le hermosea:
De frente ora contempla su hermosura,
ora entre dos espejos
su espalda o su perfil mirar procura,
de cerca ya se mira, ya de lejos;
y cuanta airosa artística postura
y ademán elegante
la Trinidad enseña de las Gracias
su vanidad ensaya y los apura
ante el amigo espejo
adulación pidiéndole y consejo.
Al verla así, creyeras
lector, que enamorada está de veras
de la hermosa que dentro
habita del espejo y al encuentro
le sale alegre y presta
siempre que a verse llega, y la saluda,
y con amor y con lisonja muda
sus miradas y risas le contesta.
La Elegante voz pública la llama,
pues no hay en Lima dama,
o casada o soltera,
que le usurpe la fama
de ser en el vestirse la primera.
y como entre aves de pintada pluma
el pavón altanero
despliega de su falda la ancha rueda
de piedras salpicada, que remeda
deslumbrante vidriera de joyero;
como entre flores mil que del verano
pinto la rica mano
se mece al soplo de la plácida aura,
la presumida rosa, o entre estrellas
su luz ostenta la serena luna;
tal descuella Rosaura
entre mil y mil bellas
que iluminado ancho salón aduna.
¡Oh doncella feliz, cuyo cariño
único son las cintas, los encajes,
las joyas y los trajes
y los demás ministros de su aliño;
su afán estar al cabo de las modas
que nuevas cada día
al sexo encantador París envía,
y en Lima ser quien las estrene todas;
y que, cuando se case, su desvelo
mayor será el vestido y blanco velo
que ha de ponerse el día de sus bodas!
Nunca mayor desgracia la molesta
que dejar de asistir al baile ansiado,
por no haber acabado el prometido
esperado vestido
la modista traidora;
pero lo que más lágrimas le cuesta
es que esa noche su rival Aurora
haya de ser la reina de la fiesta.


(1857)


Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)