Sangrienta la quijada, que por ellas
Apariencia
- De Abel y José
- Soneto 177
Sangrienta la quijada, que por ellas Adán comenzó a ser inobediente, Caín deja mil bocas en la frente del tierno Abel, para formar querellas. Tiran del manto de Josef las bellas manos de una mujer, y, de impaciente, por adúltero prende al inocente que cegó con la capa las estrellas. Allí los padres muerto al mártir vieron; allí al vendido, en carro de oro, el año estéril, los hermanos piden trigo. Muere Abel, Josef triunfa, porque fueron Caín hermano y faraón extraño, y no hay cuchillo como el propio amigo.