Satiricón (Selección), capítulos 62-75

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​Satiricón (Selección), capítulos 62-75
Traducción de
Mario Colago Sánchez​
 de Petronio


[LXII] "Forte dominus Capuae exierat ad scruta scita expedienda. Nactus ego occasionem persuadeo hospitem nostrum, ut mecum ad quintum miliarium veniat. Erat autem miles, fortis tanquam Orcus. Apoculamus nos circa gallicinia; luna lucebat tanquam meridie. Venimus inter monimenta: homo meus coepit ad stelas facere; sedeo ego cantabundus et stelas numero. Deinde ut respexi ad comitem, ille exuit se et omnia vestimenta secundum viam posuit. Mihi anima in naso esse; stabam tanquam mortuus. At ille circumminxit vestimenta sua, et subito lupus factus est. Nolite me iocari putare; ut mentiar, nullius patrimonium tanti facio. Sed, quod coeperam dicere, postquam lupus factus est, ululare coepit et in silvas fugit.

-Por suerte, mi amo se había marchado a Capua para poner a punto unos vestidos viejos que él conocía. Aprovechando yo la ocasión, persuado a nuestro huésped para que venga conmigo hasta la quinta piedra miliar. Era un soldado, valiente como Orco. Salimos alrededor de la hora del primer canto del gallo; la luna brillaba como si fuese mediodía. Llegamos a la zona rodeada de monumentos sepulcrales: mi hombre empezó a ir por entre las estelas; yo me siento y, canturreando, cuento las estelas. Luego, cuando volví a mirar hacia mi compañero, él estaba desnudo y había puesto toda su ropa a lo largo del camino. Sólo me quedaba vida en la nariz; permanecí inmóvil como un muerto. Entonces él orinó alrededor de su ropa y, de repente, se convirtió en lobo. No queráis pensar que estoy bromeando; que yo no mentiría a nadie por todo el patrimonio del mundo. Pero, como venía diciendo, después de que se convirtiera en lobo, empezó a aullar y huyó hacia los bosques.


Ego primitus nesciebam ubi essem; deinde accessi, ut vestimenta eius tollerem: illa autem lapidea facta sunt. Qui mori timore nisi ego? Gladium tamen strinxi et <in tota via> umbras cecidi, donec ad villam amicae meae pervenirem. In larvam intravi, paene animam ebullivi, sudor mihi per bifurcum volabat, oculi mortui; vix unquam refectus sum. Melissa mea mirari coepit, quod tam sero ambularem, et: 'Si ante, inquit, venisses, saltem nobis adiutasses; lupus enim villam intravit et omnia pecora tanquam lanius sanguinem illis misit. Nec tamen derisit, etiamsi fugit; senius enim noster lancea collum eius traiecit'.

Yo, en un principio, no sabía dónde estaba; luego, me acerqué para recoger sus ropas: pero se habían petrificado. ¿Quién podría morirse de miedo si no yo? Desenvainé no obstante mi espada y me puse a cortar sombras en el camino entero hasta llegar a la casa de campo de mi amiga. Entré a la manera de un fantasma: casi entregué mi alma; el sudor me volaba por el entrecejo; mis ojos estaban muertos. Me costó trabajo reponerme. Mi querida Melisa empezó por sorprenderse de que me paseara tan tarde, y dijo: -Si hubieses venido antes, al menos nos habrías ayudado; pues un lobo entró en la granja y a todo el ganado, como si fuera un carnicero, les hizo salir la sangre. Sin embargo, aunque huyó, no se burló de nosotros; pues nuestro esclavo le atravesó el cuello con una lanza.


Haec ut audivi, operire oculos amplius non potui, sed luce clara Gai nostri domum fugi tanquam copo compilatus; et postquam veni in illum locum, in quo lapidea vestimenta erant facta, nihil inveni nisi sanguinem. Vt vero domum veni, iacebat miles meus in lecto tanquam bovis, et collum illius medicus curabat. Intellexi illum versipellem esse, nec postea cum illo panem gustare potui, non si me occidisses. Viderint quid de hoc alii exopinissent; ego si mentior, genios vestros iratos habeam."

Cuando oí esto, no pude seguir cerrando los ojos, sino que, ya con la clara luz del día, salí corriendo a casa de nuestro querido Gayo; como si fuese un tabernero al que le han despojado. Y después de llegar a aquel lugar, en el que la ropa se había petrificado, no encontré nada excepto sangre. Cuando, por fin, llegué a la casa, mi soldado yacía en una cama, igual que un buey; un médico le estaba curando el cuello. Me di cuenta que él era alguien que cambiaba de forma, y ya no pude en adelante gustar el pan con él: antes me hubieses desmenuzado. Otros habrán visto qué de esto juzgarían como cierto; si miento, que tenga enojados a vuestros Genios contra mí.


[LXIII] Attonitis admiratione universis: "Salvo, inquit, tuo sermone, Trimalchio, si qua fides est, ut mihi pili inhorruerunt, quia scio Niceronem nihil nugarum narrare: immo certus est et minime linguosus. Nam et ipse vobis rem horribilem narrabo. Asinus in tegulis.

Dejando atónitos a todos los asistentes de admiración, dijo Trimalción: -Respeto tu charla (si tienes confianza en mí) porque se me han puesto los pelos de punta; pues sé que Nicerote es incapaz de contar tonterías: al contrario, es persona veraz y lo menos posible charlatán. También yo en persona os voy a narrar un acontecimiento sorprendente. Un asno en los tejados.


"Cum adhuc capillatus essem, nam a puero vitam Chiam gessi, ipsimi nostri delicatus decessit, mehercules margaritum, <sacritus> et omnium numerum. Cum ergo illum mater misella plangeret et nos tum plures in tristimonio essemus, subito <stridere> strigae coeperunt; putares canem leporem persequi. Habebamus tunc hominem Cappadocem, longum, valde audaculum et qui valebat: poterat bovem iratum tollere. Hic audacter stricto gladio extra ostium procucurrit, involuta sinistra manu curiose, et mulierem tanquam hoc loco — salvum sit, quod tango! — mediam traiecit. Audimus gemitum, et — plane non mentiar — ipsas non vidimus.

-Cuando yo tenía todavía mucho cabello (pues de niño llevé una vida de sibarita), se le murió a mi amo el esclavito que hacía sus delicias; ¡por Hércules!, era una perla y suma de todas las perfecciones. Así pues, mientras la desgraciadita de su madre lo estaba llorando y nosotros, entonces más que ahora, compartíamos su tristeza, de repente las Estrigas empezaron a producir un sonido estridente; pensarías que un perro estaba persiguiendo a una liebre. Teníamos entonces un hombre de Capadocia, alto, muy atrevidito y fuerte de veras: podía levantar un buey irritado. Éste, audazmente, desenvainada la espada, avanza corriendo fuera de la puerta y, con su mano izquierda envuelta con esmero, atraviesa a una mujer como por aquí (¡esté indemne lo que toco!), en el estómago. Oímos un gemido, aunque (claramente no mentiría) a esas Estrigas no las vimos.


Baro autem noster introversus se proiecit in lectum, et corpus totum lividum habebat quasi flagellis caesus, quia scilicet illum tetigerat mala manus. Nos cluso ostio redimus iterum ad officium, sed dum mater amplexaret corpus filii sui, tangit et videt manuciolum de stramentis factum. Non cor habebat, non intestina, non quicquam: scilicet iam puerum strigae involaverant et supposuerant stramenticium vavatonem. Rogo vos, oportet credatis, sunt mulieres plussciae, sunt Nocturnae, et quod sursum est, deorsum faciunt. Ceterum baro ille longus post hoc factum nunquam coloris sui fuit, immo post paucos dies freneticus periit."

Nuestro héroe, volviendo dentro, se echó a una cama: tenía todo el cuerpo amoratado, como si lo hubiesen herido con látigos; porque estaba claro que una mano maligna había caído sobre él. Nosotros, tras cerrar la puerta, volvemos una vez más a cumplir nuestro deber; pero al abrazar la madre el cadáver de su querido hijo, toca y ve un manojo hecho de paja. No tenía corazón, ni intestinos, ni nada: estaba claro que ya las Estrigas habían cogido al niño y que habían puesto en su lugar un muñeco de paja. Os aseguro (conviene que me creáis) que existen mujeres con poderes extraordinarios, que existen brujas nocturnas y que hacen todo lo que es por habido y por haber. En cuanto a aquel alto héroe, después de este hecho, ya nunca recobró su color natural; al contrario, después de unos pocos días, se murió frenético.


[LXIV] Miramur nos et pariter credimus, osculatique mensam rogamus Nocturnas, ut suis se teneant, dum redimus a cena.

Et sane iam lucernae mihi plures videbantur ardere totumque triclinium esse mutatum, cum Trimalchio: "Tibi dico, inquit, Plocame, nihil narras? nihil nos delectaris? Et solebas suavius esse, canturire belle deverbia, adicere melicam. Heu, heu, abistis dulces caricae. — Iam, inquit ille, quadrigae meae decucurrerunt, ex quo podagricus factus sum. Alioquin cum essem adulescentulus, cantando paene tisicus factus sum. Quid saltare? quid deverbia? quid tonstrinum? Quando parem habui nisi unum Apelletem?"

Nos quedamos sorprendidos e igualmente a ti creemos; besamos la mesa y suplicamos a las brujas nocturnas que permanezcan en sus casas, mientras nosotros volvemos a las nuestras después de la cena.

Y, razonablemente, ya me parecía que más candiles brillaban y que habían cambiado el aspecto del triclinio entero, cuando Trimalción dijo: -Oye, tú, Plocamo, ¿no cuentas nada? ¿Con nada nos deleitas? Cuando solías tener una actitud más amigable; recitabas hermosamente diálogos con acompañamiento de armonía. ¡Ay, ay! ¡Adiós dulzuras de la sobremesa! -Ya mi cuadriga -dijo aquél- ha abandonado la carrera, desde el momento en que me convertí en un enfermo de gota. Por otra parte, cuando era un jovencito, casi me convertí en un tísico a fuerza de cantar. ¡Cómo bailaba! ¡Cómo recitaba! ¡Cómo parodiaba al barbero! ¿Alguna vez tuve rival, exceptuando sólo a Apeles?


Appositaque ad os manu, nescio quid taetrum exsibilavit quod postea Graecum esse affirmabat. Nec non Trimalchio ipse cum tubicines esset imitatus, ad delicias suas respexit, quem Croesum appellabat. Puer autem lippus, sordidissimis dentibus, catellam nigram atque indecenter pinguem prasina involuebat fascia, panemque semissem ponebat supra torum, ac nausia recusantem saginabat. Quo admonitus officio Trimalchio Scylacem iussit adduci "praesidium domus familiaeque". Nec mora, ingentis formae adductus est canis catena vinctus, admonitusque ostiarii calce ut cubaret, ante mensam se posuit.

Y llevándose la mano a la boca, no sé qué fea frase susurró, que luego confirmaba ser griega. Para no ser menos, Trimalción en persona, después de haber imitado a los que tocaban la trompeta, volvió a mirar hacia su ojito derecho, alguien al que él llamaba Creso. Era un muchacho legañoso, de dientes sucísimos; estaba envolviendo con una faja verde a una perrita negra e indecorosamente gorda, le ponía sobre un almohadón pan medio comido y la cebaba, a pesar de que la perrita lo rechazaba debido a las náuseas. Trimalción, advertido por este servicio, ordenó que Escílax acudiera: "el guardián de la casa y de la familia". Y sin demora, traen un perro de figura enorme atado con cadena; y al recordarle con el pie del portero que estuviera echado, se puso delante de la mesa.


Tum Trimalchio iactans candidum panem: "Nemo, inquit, in domo mea me plus amat." Indignatus puer, quod Scylacem tam effuse laudaret, catellam in terram deposuit hortatusque <est> ut ad rixam properaret. Scylax, canino scilicet usus ingenio, taeterrimo latratu triclinium implevit Margaritamque Croesi paene laceravit. Nec intra rixam tumultus constitit, sed candelabrum etiam supra mensam eversum et vasa omnia crystallina comminuit, et oleo ferventi aliquot convivas respersit.

Entonces Trimalción, arrojando pan puro, dice: -Nadie en mi casa me quiere más que él. Creso, indignado por el hecho de que alabara tan profusamente a Escílax, puso en el suelo a su perrita y la animó para que rápidamente se pusiera a ladrar. Escílax, evidentemente haciendo uso de su instinto canino, llenó el triclinio del más horrible ladrido y casi laceró a Perla, la perrita de Creso. Pero el tumulto no se mantuvo dentro de la disputa, sino que además se volcó un candelabro sobre la mesa, despedazó todos los vasos de cristal y roció con aceite hirviente a unos cuantos comensales.


Trimalchio, ne videretur iactura motus, basiavit puerum ac iussit supra dorsum ascendere suum. Non moratus ille usus est equo, manuque plena scapulas eius subinde verberavit, interque risum proclamavit: "Bucca, bucca, quot sunt hic?" Repressus ergo aliquamdiu Trimalchio camellam grandem iussit misceri potiones<que> dividi omnibus servis, qui ad pedes sedebant, adiecta exceptione: "Si quis, inquit, noluerit accipere, caput illi perfunde. Interdiu severa, nunc hilaria".

Trimalción, para que no pareciera conmovido por el perjuicio, besó al chiquillo y le mandó subir a su espalda. Aquél, sin hacerse esperar, hizo uso del caballo; inmediatamente después le azotó los hombros a mano limpia y, entre risas, gritó: -Bocaza, bocaza, ¿cuántos dedos hay aquí? Así pues, Trimalción, tras contenerse durante algún tiempo, mandó que mezclara una gamella de grandes proporciones y que distribuyera las bebidas entre todos los esclavos que se sentaban a nuestros pies, con una condición añadida: -Si alguno no quisiera recibirlas, empápale la cabeza. De día, hay seriedad; ahora, hay alegría.


[LXV] Hanc humanitatem insecutae sunt matteae, quarum etiam recordatio me, si qua est dicenti fides, offendit. Singulae enim gallinae altiles pro turdis circumlatae sunt et ova anserina pilleata, quae ut comessemus, ambitiosissime <a> nobis Trimalchio petiit dicens exossatas esse gallinas. Inter haec triclinii valvas lictor percussit, amictusque veste alba cum ingenti frequentia comissator intravit. Ego maiestate conterritus praetorem putabam venisse. Itaque temptavi assurgere et nudos pedes in terram deferre. Risit hanc trepidationem Agamemnon et: "Contine te, inquit, homo stultissime. Habinnas sevir est idemque lapidarius, qui videtur monumenta optime facere."

A esta humanidad le siguieron inmediatamente unos platos delicados, con los que todavía el recuerdo (si creéis en lo que digo) me hace encontrarme. Pues nos pasaron de uno a otro, en lugar de tordos, cada una de las gallinas cebadas y unos huevos de ganso que llevan píleo; para que comiéramos esto, Trimalción nos instó por todos los medios, diciendo que las gallinas ya no tenían huesos. Entre esto, un lictor golpeó las hojas de la puerta del comedor y entró un aficionado a las francachelas vestido de blanco, acompañado de una enorme muchedumbre. Yo, aterrado por su grandeza, pensaba que había venido el pretor. Por ello, intenté ponerme en pie y llevar mis pies desnudos al suelo. Agamenón se rió de esta agitación y dijo: -Tranquilízate, hombre de lo más estúpido. Es Habinas, el mismo séviro y picapedrero, que parece hacer excelentemente los monumentos sepulcrales.


Recreatus hoc sermone reposui cubitum, Habinnamque intrantem cum admiratione ingenti spectabam. Ille autem iam ebrius uxoris suae umeris imposuerat manus, oneratusque aliquot coronis et unguento per frontem in oculos fluente, praetorio loco se posuit, continuoque vinum et caldam poposcit. Delectatus hac Trimalchio hilaritate et ipse capaciorem poposcit scyphum, quaesivitque quomodo acceptus esset. "Omnia, inquit, habuimus praeter te; oculi enim mei hic erant. Et mehercules bene fuit. Scissa lautum novendialem servo suo misello faciebat, quem mortuum manu miserat. Et, puto, cum vicensimariis magnam mantissam habet; quinquaginta enim millibus aestimant mortuum. Sed tamen suaviter fuit, etiam si coacti sumus dimidias potiones super ossucula eius effundere."

Tranquilizado con estas palabras, apoyé el codo mientras contemplaba con enorme admiración la entrada de Habinas. Él, ya ebrio, había puesto las manos sobre los hombros de su esposa; y cargado de unas cuantas coronas y de ungüento que fluía hacia los ojos por la frente, se colocó en el sitio del pretor y, al instante, pidió vino y agua caliente. Trimalción, complacido de este buen humor, pidió él también una copa más profunda y le preguntó cómo le habían recibido. Habinas dijo: -Tuvimos todo, excepto tu presencia; pues mis ojos estaban aquí. Y, ¡por Hércules!, estuvo bien. Escissa celebraba una espléndida novena fúnebre en honor de su pobrecito esclavo, al que había manumitido a título póstumo. Y valoro que con la vigésima parte de los impuestos tiene un gran negocio, porque se pone precio al difunto en cincuenta mil sestercios. Pero, con todo, pasamos agradablemente el día, si bien es cierto que estuvimos obligados a verter la mitad de las bebidas sobre los huesesillos de éste.


[LXVI] — Tamen, inquit Trimalchio, quid habuistis in cena? — Dicam, inquit, si potuero; nam tam bonae memoriae sum, ut frequenter nomen meum obliviscar. Habuimus tamen in primo porcum botulo coronatum et circa sangunculum et gizeria optime facta et certe betam et panem autopyrum de suo sibi, quem ego malo quam candidum; <nam> et vires facit, et cum mea re causa facio, non ploro. Sequens ferculum fuit sciribilita frigida et supra mel caldum infusum excellente Hispanum. Itaque de sciribilita quidem non minimum edi, de melle me usque tetigi. Circa cicer et lupinum, calvae arbitratu et mala singula. Ego tamen duo sustuli et ecce in mappa alligata habeo; nam si aliquid muneris meo vernulae non tulero, habebo convicium.

Pero -dijo Trimalción-, ¿qué tuvisteis en la comida? Lo diré -dijo Habinas- si es que puedo; pues soy de tan buena memoria que con frecuencia olvido mi propio nombre. Sin embargo, recuerdo que en primer lugar tuvimos cerdo coronado con salchicha; a su alrededor había morcilla, mollejas excelentemente hechas y, a decir verdad, acelga y pan casero, de harina integral, el cual yo prefiero antes que el blanco; pues da fuerzas, y no lloro cuando he de hacer por razón de cierta cosa muy personal. El plato siguiente fue tarta fría cubierta de exquisita miel caliente del territorio hispánico. Por eso, de tarta no comí siquiera lo mínimo; pero de miel me puse las botas. Alrededor había garbanzo y altramuz, nueces a discreción y una manzana por persona. Sin embargo, yo me llevé dos y, ¡mira!, aquí las tengo envueltas en la servilleta; porque si no llevara algún regalo a mi esclavito mimado, habría griterío.


Bene me admonet domina mea. In prospectu habuimus ursinae frustum, de quo cum imprudens Scintilla gustasset, paene intestina sua vomuit; ego contra plus libram comedi, nam ipsum aprum sapiebat. Et si, inquam, ursus homuncionem comest, quanto magis homuncio debet ursum comesse? In summo habuimus caseum mollem et sapam et cocleas singulas et cordae frusta et hepatia in catillis et ova pilleata et rapam et senape et catillum concacatum — pax Palamedes! — Etiam in alveo circumlata sunt oxycomina, unde quidam etiam improbi ternos pugnos sustulerunt. Nam pernae missionem dedimus.

Mi esposa me lo hace recordar bien. Delante de nuestros ojos, tuvimos un pedazo de piel de oso; al probarlo la imprudente de Centella, casi vomitó sus intestinos. Yo, al contrario, comí más de una libra porque me sabía a auténtico jabalí. Luego me decía, si un oso puede devorar a un hombrecito, ¿hasta qué punto el hombrecito debe devorar al oso? Por último tuvimos queso blando, arrope, un caracol por persona, trozos de tripa, hígados en platitos, huevos que llevan píleo, nabo, mostaza, un plato ensuciado con excrementos, ... -¡basta ya Palamedes!- También se nos pasaron de uno a otro aceitunas aliñadas en una bandeja; de ahí que, además, unos groseros sufrieran hasta tres puñetazos. En cuanto al jamón, se lo perdonamos.


[LXVII] "Sed narra mihi, Gai, rogo, Fortunata quare non recumbit? — Quomodo nosti, inquit, illam, Trimalchio, nisi argentum composuerit, nisi reliquias pueris diviserit, aquam in os suum non coniciet. — Atqui, respondit Habinnas, nisi illa discumbit, ego me apoculo." Et coeperat surgere, nisi signo dato Fortunata quater amplius a tota familia esset vocata. Venit ergo galbino succincta cingillo, ita ut infra cerasina appareret tunica et periscelides tortae phaecasiaeque inauratae. Tunc sudario manus tergens, quod in collo habebat, applicat se illi toro, in quo Scintilla Habinnae discumbebat uxor, osculataque plaudentem: "Est te, inquit, videre?"

Pero cuéntame, Gayo, por favor, ¿por qué Fortunata no se sienta a la mesa? -La conoces de la manera que es -dice Trimalción-; si no reúne plata, si no divide las sobras a los esclavos, no echará agua a su boca. Pues bien -respondió Habinas-, si ella no se pone a la mesa, yo me largo. Había empezado a levantarse y se hubiese marchado, si no fuera porque la familia entera había llamado a Fortunata más de cuatro veces, dando una señal. Así pues, vino ceñida por un cinturoncito verde pálido; de tal manera que era visible una túnica interior de color cereza, unos brazaletes de color torta que llevaba en las piernas, y unos botines dorados. Entonces, secando las manos en el pañuelo que tenía en el cuello, se apoya a aquel diván que ocupaba Centella, la esposa de Habinas, que aplaudía, y tras besarla le dijo: -¡Por fin tengo el gusto de verte!


Eo deinde perventum est, ut Fortunata armillas suas crassissimis detraheret lacertis Scintillaeque miranti ostenderet. Vltimo etiam periscelides resolvit et reticulum aureum, quem ex obrussa esse dicebat. Notavit haec Trimalchio iussitque afferri omnia et: "Videtis, inquit, mulieris compedes: sic nos barcalae despoliamur. Sex pondo et selibram debet habere. Et ipse nihilo minus habeo decem pondo armillam ex millesimis Mercurii factam." Vltimo etiam, ne mentiri videretur, stateram iussit afferri et circulatum approbari pondus. Nec melior Scintilla, quae de cervice sua capsellam detraxit aureolam, quam Felicionem appellabat. Inde duo crotalia protulit et Fortunatae invicem consideranda dedit et: "Domini, inquit, mei beneficio nemo habet meliora.

Luego de esto, llegamos al punto en que Fortunata sacaba de sus muy grasientos brazos sus pulseras y las mostraba a Centella, que se sorprendía. Por último, acabó quitándose los brazaletes que llevaba en las piernas y la redecilla de oro; ella decía que este metal era auténtico según las pruebas. Trimalción censuró esto, mandó que le trajéramos todos esos objetos, y dijo: -Estáis viendo las cadenas de la mujer: así, como estúpidos, nos despojan. Debe tener seis libras y media. Hasta yo mismo tengo un brazalete nada menos que de diez libras, hecho a partir de las limosnas de Mercurio. Por último, para que pareciera que no mentía, acabó mandando que le trajéramos una balanza y que comprobáramos el peso de su brazalete. Para no ser menos, Centella sacó una cajita de oro que llevaba colgado a su cuello, que ella llamaba "Buena Estrella". De ahí mostró dos pendientes, los ofreció, a su vez, a Fortunata para que los examinara atentamente, y dijo: -Nadie tiene mejores beneficios que el que me da mi señor marido.


— Quid? inquit Habinnas, excatarissasti me, ut tibi emerem fabam vitream. Plane si filiam haberem, auriculas illi praeciderem. Mulieres si non essent, omnia pro luto haberemus; nunc hoc est caldum meiere et frigidum potare."

Interim mulieres sauciae inter se riserunt ebriaeque iunxerunt oscula, dum altera diligentiam matris familiae iactat, altera delicias et indiligentiam viri. Dumque sic cohaerent, Habinnas furtim consurrexit, pedesque Fortunatae correptos super lectum immisit. "Au! au!" illa proclamavit aberrante tunica super genua. Composita ergo in gremio Scintillae indecentissimam rubore faciem sudario abscondit.

-¿Cómo? -dijo Habinas- ¿Me has empobrecido para comprarte esas habas de cristal? Desde luego, si yo tuviera una hija, le cortaría por delante las orejitas. Si no hubiese mujeres, lo tendríamos todo en lugar del pago de deudas; ahora tenemos el bolsillo caliente de deuda y frío de ganar dinero. Entretanto, las mujeres, turbadas, se echaron a reír y, ebrias, unieron besos entre ellas: una profiere la diligencia de la madre de la familia; la otra, los placeres y la negligencia de su propio marido. Y mientras están ligadas de esta manera, Habinas se levantó con disimulo y, cogiendo los pies de Fortunata, la puso sobre la cama. -¡Ay! ¡Ay!-, gritó ella, porque se le había subido la túnica por encima de las rodillas. Acomodada, pues, en el regazo de Centella, ocultó con un pañuelo el rostro más indecoroso de rubor que podía tener.


[LXVIII] Interposito deinde spatio cum secundas mensas Trimalchio iussisset afferri, sustulerunt servi omnes mensas et alias attulerunt, scobemque croco et minio tinctam sparserunt et, quod nunquam ante videram, ex lapide speculari pulverem tritum. Statim Trimalchio: "Poteram quidem, inquit, hoc fericulo esse contentus; secundas enim mensas habetis. <Sed> si quid belli habes, affer".

Interim puer Alexandrinus, qui caldam ministrabat, luscinias coepit imitari clamante Trimalchione subinde: "Muta!". Ecce alius ludus. Servus qui ad pedes Habinnae sedebat, iussus, credo, a domino suo proclamavit subito canora voce:

Interea medium Aeneas iam classe tenebat. . .

Luego, pasado un tiempo, después de que Trimalción hubiera mandado que trajéramos los segundos platos, los esclavos retiraron todas las mesas y trajeron otras; esparcieron serrín impregnado de azafrán y de minio, y -lo que nunca antes había visto- observamos que frotaban polvo que formaba parte de la piedra. Al instante, Trimalción dijo: -Sin duda, podría estar satisfecho con este servicio de mesa; pues, con eso, tenéis segundos platos. Pero si tú tienes algo que me pueda agradar, sirvémela.

Entretanto, un joven esclavo de Alejandría, que servía el agua caliente, empezó a imitar a los ruiseñores; inmediatamente después, Trimalción gritó: ¡Cambia de tema! Y he aquí otro pasatiempo. El esclavo que estaba sentado a los pies de Habinas -creo que por orden de su amo- se puso a declamar de improviso con sonora voz: -Entretanto, Eneas, con su flota, ya ocupaba la alta mar...


Nullus sonus unquam acidior percussit aures meas; nam praeter errantis barbariae aut adiectum aut deminutum clamorem, miscebat Atellanicos versus, ut tunc primum me etiam Vergilius offenderit. Lassus tamen cum aliquando desisset, adiecit Habinnas et "Nun<quam, in>quit, didicit, sed ego ad circulatores eum mittendo erudibam. Itaque parem non habet, sive muliones volet sive circulatores imitari. Desperatum valde ingeniosus est: idem sutor est, idem cocus, idem pistor, omnis Musae mancipium. Duo tamen vitia habet, quae si non haberet, esset omnium numerum: recutitus est et stertit. Nam quod strabonus est, non curo; sicut Venus spectat. Ideo nihil tacet, vix oculo mortuo unquam. Illum emi trecentis denariis. . ."

Nunca voz más áspera hirió mis oídos; pues, además de aumentar o disminuir el tono a su bárbaro antojo, mezclaba versos propios de la atelana, como para que entonces, por primera vez, incluso Virgilio me molestara. Sin embargo, finalmente, cuando, cansado, había acabado, Habinas se lanzó y dijo: -¡Nunca se dedicó a aprender, pero yo lo hacía instruirse enviándolo a los charlatanes! Por eso no tiene rival, ya si quiere imitar a los mulateros o a los charlatanes. Uno no se espera que éste pueda ser tan ingenioso: lo mismo hace de zapatero, que de cocinero, que de molinero; encarna cualquier Musa. Tiene no obstante dos defectos; si no los tuviera, sería el modelo de todos: es judío y ronca. Pues el hecho de que es bizco, a mí no me preocupa; es tal como Venus mira. Por esto, no calla nada; apenas alguna vez está con la mirada muerta. Yo lo compré por trescientos denarios...


[LXIX] Interpellavit loquentem Scintilla et: "Plane, inquit, non omnia artificia servi nequam narras. Agaga est; at curabo stigmam habeat." Risit Trimalchio et: "Adcognosco, inquit, Cappadocem: nihil sibi defraudit, et mehercules laudo illum; hoc enim nemo parentat. Tu autem, Scintilla, noli zelotypa esse. Crede mihi, et vos novimus. Sic me salvum habeatis, ut ego sic solebam ipsumam meam debattuere, ut etiam dominus suspicaretur; et ideo me in vilicationem relegavit. Sed tace, lingua, dabo panem."

Centella interrumpió al que estaba hablando, y dijo: -Desde luego no cuentas todas las artes de tu vil esclavo. Es tu alcahuete; pero me cuidaré de que tenga su estigma. Trimalción se echó a reír y dijo: Conozco muy bien a ese capadocio: no se priva de nada, y, ¡por Hércules!, lo alabo; porque nadie tributa estos honores fúnebres. Pero tú, Centella, no quieras ser celosa. Créeme, también a vosotras os conocemos. Así me tengáis salvo; porque también yo solía vapulear a mi mismísima patrona como para que incluso el amo sospechara, y por eso me apartó a una granja. Pero, calla, lengua; te daré pan.


Tanquam laudatus esset nequissimus servus, lucernam de sinu fictilem protulit et amplius semihora tubicines imitatus est succinente Habinna et inferius labrum manu deprimente. Vltimo etiam in medium processit et modo harundinibus quassis choraulas imitatus est, modo lacernatus cum flagello mulionum fata egit, donec vocatum ad se Habinnas basiavit, potionemque illi porrexit et: "Tanto melior, inquit, Massa, dono tibi caligas".

Al haber tomado esto como un elogio, el maldito esclavo sacó de su seno un candil de arcilla y durante más de media hora estuvo imitando a los trompetistas; Habinas lo acompañaba cantando, con los dedos pegados a su labio inferior. Por último, acabó avanzando hacia el centro de la sala e imitó a los flautistas que acompañaban al coro meneando unas cañas, o, vestido de lacerna y con un látigo, parodió la vida de los mulateros; hasta que Habinas, tras llamarlo para que se le acercara, le dio un beso, lo invitó a beber y le dijo: -Has sido mejor que tanto habías sido, Massa; te regalo unas cáligas.


Nec ullus tot malorum finis fuisset, nisi epidipnis esset allata, turdi siligine uvis passis nucibusque farsi. Insecuta sunt Cydonia etiam mala spinis confixa, ut echinos efficerent. Et haec quidem tolerabilia erant, si non fericulum longe monstrosius effecisset ut vel fame perire mallemus. Nam cum positus esset, ut nos putabamus, anser altilis circaque pisces et omnium genera avium: "<Amici> , inquit Trimalchio, quicquid videtis hic positum, de uno corpore est factum." Ego scilicet homo prudentissimus, statim intellexi quid esset, et respiciens Agamemnonem: "Mirabor, inquam, nisi omnia ista de <fimo> facta sunt aut certe de luto. Vidi Romae Saturnalibus eiusmodi cenarum imaginem fieri".

Ningún límite habría habido a tanto aburrimiento, si no se hubiese añadido el postre: unos tordos de trigo candeal, rellenos con uvas pasas y nueces. Además, siguieron inmediatamente manzanas de Cidonia con púas incrustadas, logrando que fueran erizos. Y esto, sin duda, era tolerable, si no hubiese traído un plato de lo más extraño: habríamos preferido morir de hambre. Cuando lo había puesto en la mesa, nosotros pensábamos que era un ganso cebado, alrededor de peces y aves de todas las clases. Trimalción nos dijo: -Amigos, todo lo que estáis viendo aquí puesto está hecho de un único ingrediente. Yo, el hombre más agudo de los que había allí, comprendí al instante cuál era y, volviendo a mirar a Agamenón, le dije: -Me sorprenderé si todo eso no está hecho de estiércol o, a decir verdad, de arcilla. He visto en Roma, con motivo de unas Saturnales, que se hacía una representación de comidas de esta manera.


[LXX] Necdum finieram sermonem, cum Trimalchio ait: "Ita crescam patrimonio, non corpore, ut ista cocus meus de porco fecit. Non potest esse pretiosior homo. Volueris, de vulva faciet piscem, de lardo palumbam, de perna turturem, de colaepio gallinam. Et ideo ingenio meo impositum est illi nomen bellissimum; nam Daedalus vocatur. Et quia bonam mentem habet, attuli illi Roma munus cultros Norico ferro." Quos statim iussit afferri, inspectosque miratus est. Etiam nobis potestatem fecit ut mucronem ad buccam probaremus.

Y aún no había acabado de hablar, cuando Trimalción dijo: -Ojalá crezca yo en patrimonio (no en cuerpo) como es cierto que mi cocinero ha hecho todo eso con carne de cerdo. No puede existir hombre de mayor valía. Basta que quieras, y de una vulva hará un pez; de manteca de cerdo, un palomo; de jamón, una tórtola; de una anca, una gallina. Y por esto, gracias a mi iniciativa, se le ha puesto el nombre más apropiado: lo llaman Dédalo. Y puesto que tiene una lúcida inteligencia, le traje de Roma, como regalo, unos cuchillos de hierro nórico. Al instante, mandó que trajéramos dichos cuchillos; fijó su mirada en ellos y los admiró. Además nos autorizó a que comprobáramos su punta, llevándolos a nuestra boca.


Subito intraverunt duo servi, tanquam qui rixam ad lacum fecissent; certe in collo adhuc amphoras habebant. Cum ergo Trimalchio ius inter litigantes diceret, neuter sententiam tulit decernentis, sed alterius amphoram fuste percussit. Consternati nos insolentia ebriorum intentavimus oculos in proeliantes, notavimusque ostrea pectinesque e gastris labentia, quae collecta puer lance circumtulit. Has lautitias aequavit ingeniosus cocus; in craticula enim argentea cocleas attulit et tremula taeterrimaque voce cantavit.

De repente, entraron dos esclavos como si se hubieran peleado junto a la fuente; a decir verdad, todavía tenían las ánforas al cuello. Pues, al administrar justicia Trimalción entre los contendientes, ninguno de los dos se pronunció a favor de la decisión por discusión, sino que cada uno dio un estacazo a la ánfora del otro. Consternados nosotros ante la insolencia de esos borrachos, centramos nuestra atención en los combatientes y observamos cómo, de la panza de las ánforas, caían ostras y peines, que un joven esclavo recogió en un plato y ofreció a los asistentes. El hábil cocinero igualó estas suntuosidades: nos trajo unos caracoles en una parrilla de plata y cantó con su trémula y más horrible voz.


Pudet referre quae secuntur: inaudito enim more pueri capillati attulerunt unguentum in argentea pelve pedesque recumbentium unxerunt, cum ante crura talosque corollis vinxissent. Hinc ex eodem unguento in vinarium atque lucernam aliquantum est infusum.

Me da vergüenza contar lo que sigue. Pues, según una inaudita moda, unos esclavos jovencitos y cabelludos trajeron ungüento en una vasija de plata y ungieron los pies de los que estaban sentados a la mesa, tras haberles adornado previamente las piernas y los tobillos con guirnalditas de flores. Luego, vertieron una cantidad considerable del mismo ungüento en la ánfora para el vino y en el candil.


Iam coeperat Fortunata velle saltare, iam Scintilla frequentius plaudebat quam loquebatur, cum Trimalchio: "Permitto, inquit, Philargyre [et Cario], etsi prasinianus es famosus, dic et Menophilae, contubernali tuae, discumbat." Quid multa? Paene de lectis deiecti sumus, adeo totum triclinium familia occupaverat. Certe ego notavi super me positum cocum, qui de porco anserem fecerat, muria condimentisque fetentem. Nec contentus fuit recumbere, sed continuo Ephesum tragoedum coepit imitari et subinde dominum suum sponsione provocare "si prasinus proximis circensibus primam palmam".

Ya había empezado Fortunata a querer bailar, ya Centella aplaudía con más frecuencia que hablaba, cuando Trimalción dijo: -Filárgiro y Carión, aunque seáis unos conocidos partidarios de los Verdes, permito que os pongáis a la mesa; decid también a vuestra compañera, Menófila, que tome sitio aquí. ¿Para qué más gente? Casi nos hicieron caer de nuestros lechos; hasta tal punto la servidumbre había ocupado el triclinio entero. Yo pude observar que encima de mí se había puesto el cocinero, el que había hecho un ganso con carne de cerdo que apestaba a salmuera y a condimentos. Y no satisfecho con sentarse a la mesa, empezó en seguida a imitar al actor trágico Éfeso, e inmediatamente después a retar a su amo con apuestas: -¡Qué te apuestas que en los próximos juegos de circo se lleva la palma el que pertenece a la facción de los Verdes!


[LXXI] ...... (En preparación)


[LXXII] Haec ut dixit Trimalchio, flere coepit ubertim. Flebat et Fortunata, flebat et Habinnas, tota denique familia, tanquam in funus rogata, lamentatione triclinium implevit. Immo iam coeperam etiam ego plorare, cum Trimalchio: "Ergo, inquit, cum sciamus nos morituros esse, quare non vivamus? Sic nos felices videam, coniciamus nos in balneum, meo periculo, non paenitebit. Sic calet tanquam furnus. — Vero, vero, inquit Habinnas, de una die duas facere, nihil malo "; nudisque consurrexit pedibus et Trimalchionem gaudentem subsequi.

Cuando Trimalción dijo esto, empezó a llorar abundantemente. Lloraba también Fortunata, lloraba también Habinas; finalmente, la servidumbre entera, como si hubiera sido invitada al funeral, llenó de lamentación el triclinio. Sí, incluso yo había empezado ya a sollozar, cuando Trimalción dijo: -Bueno, ya que sabemos que hemos de morir, ¿por qué no empezamos a vivir? ¡Ojalá vea yo que somos felices! Vayamos todos, pues, al baño; os garantizo que no os arrepentiréis. Está tan caliente como un horno. Sí, es verdad -dijo Habinas-; no quiero nada más que de un día hacer dos. Y se levantó con los pies desnudos para seguir de cerca a Trimalción, que gozaba íntimamente.


Ego respiciens ad Ascylton: "Quid cogitas? inquam, ego enim si videro balneum, statim expirabo. — Assentemur, ait ille, et dum illi balneum petunt, nos in turba exeamus".

Yo, volviendo a mirar a Ascilto, le dije: -¿Qué opinas? Porque yo si viera el baño, al instante moriría. -Démosles la razón -dijo él-; y mientras ellos se dirigen al baño, nosotros esfumémonos entre la multitud.


Cum haec placuissent, ducente per porticum Gitone ad ianuam venimus, ubi canis catenarius tanto nos tumultu excepit, ut Ascyltos etiam in piscinam ceciderit. Nec non ego quoque ebrius, qui etiam pictum timueram canem, dum natanti opem fero, in eundem gurgitem tractus sum. Servavit nos tamen atriensis, qui interventu suo et canem placavit et nos trementes extraxit in siccum. At Giton quidem iam dudum <se> servatione acutissima redemerat a cane: quicquid enim a nobis acceperat de cena, latranti sparserat, et ille avocatus cibo furorem suppresserat. Ceterum cum algentes utique petissemus ab atriense ut nos extra ianuam emitteret: "Erras, inquit, si putas te exire hac posse, qua venisti. Nemo unquam convivarum per eandem ianuam emissus est; alia intrant, alia exeunt."

Al haber quedado esto decidido, guiándonos Gitón por el pórtico, llegamos a la puerta; donde el perro que estaba atado nos recibió con tan grande tumulto, que Ascilto incluso se cayó a la piscina. Y ciertamente, yo, también ebrio, que todavía había temido al perro de vivo colorido, mientras prestaba ayuda al bañista, fui arrastrado a la misma masa de agua. Sin embargo, nos salvó el mayordomo; el que, gracias a su intervención, por un lado calmó al perro, por otro lado nos sacó a tierra seca, mientras estábamos temblando. Sin duda, Gitón ya hace algún tiempo se había resguardado del perro con el medio más ingenioso: todo lo que había recibido de nosotros del banquete, él lo había esparcido al que ladraba; y después de hacerle venir por la comida, el animal había detenido su furor. Luego -sintiendo nosotros frío del todo-, tras solicitar del mayordomo que nos dejara salir fuera de la puerta, dijo: -Estás equivocado si piensas que puedes salir por aquí, por donde has venido. A ninguno de los comensales se le ha dejado salir alguna vez por la misma puerta: se entra por un sitio; por otro, se sale.


[LXXIII] Quid faciamus homines miserrimi et novi generis labyrintho inclusi, quibus lavari iam coeperat votum esse? Vltro ergo rogavimus ut nos ad balneum duceret, proiectisque vestimentis, quae Giton in aditu siccare coepit, balneum intravimus, angustum scilicet et cisternae frigidariae simile, in qua Trimalchio rectus stabat. Ac ne sic quidem putidissimam eius iactationem licuit effugere; nam nihil melius esse dicebat quam sine turba lavari, et eo ipso loco aliquando pistrinum fuisse.

¿Qué haríamos nosotros, los hombres más desgraciados y encerrados en el laberinto de nuevo estilo, los que ya habían empezado a tener deseo de darse un baño caliente? Pues, solicitamos al otro sitio que nos llevara hacia el baño; y, después de quitarnos la ropa, que Gitón empezó a secar en la entrada, entramos en el baño; por supuesto, era estrecho y parecido a una cisterna refrescante, en la que Trimalción estaba de pie y derecho. Y ni siquiera así nos fue posible huir de la jactancia más pretenciosa de éste: -No hay nada mejor -decía- que bañarse sin multitud; precisamente en este mismísimo lugar hubo antaño una tahona.


Deinde ut lassatus consedit, invitatus balnei sono diduxit usque ad cameram os ebrium et coepit Menecratis cantica lacerare, sicut illi dicebant, qui linguam eius intellegebant. Ceteri convivae circa labrum manibus nexis currebant, et gingilipho ingenti clamore exsonabant. Alii autem aut restrictis manibus anulos de pavimento conabantur tollere, aut posito genu cervices post terga flectere, et pedum extremos pollices tangere. Nos, dum alii sibi ludos faciunt, in solium, quod Trimalchioni parabatur, descendimus.

Luego, cuando, cansado, se sentó, animado por la acústica del baño, condujo en diferentes direcciones y sin interrupción, hasta la bóveda, su ebria boca; y empezó a lacerar unos cantos de Menécrates, según decían ellos, los que entendían su lengua. Los demás comensales corrían alrededor de la bañera con las manos entrelazadas, y hacían mucho ruido con el enorme clamor de carcajada. Por otra parte, unos intentaban coger del suelo unos anillos con las manos atadas a la espalda, o doblar el cuello hacia atrás, poniéndose de rodillas, y tocar las extremidades de los dedos de los pies. Mientras otros hacen juegos para sí mismos, nosotros bajamos a la bañera que se preparaba para Trimalción.


Ergo ebrietate discussa in aliud triclinium deducti sumus ubi Fortunata disposuerat lautitias ita ut supra lucernas <vidi . . .> aeneolosque piscatores notaverim et mensas totas argenteas calicesque circa fictiles inauratos et vinum in conspectu sacco defluens. Tum Trimalchio: "Amici, inquit, hodie servus meus barbatoriam fecit, homo praefiscini frugi et micarius. Itaque tangomenas faciamus et usque in lucem cenemus".

Así pues, una vez disipada la embriaguez, nos hicieron bajar a otro triclinio, donde Fortunata había dispuesto suntuosidades; de tal manera que pude observar unos pescadores de bronce sobre unas lámparas, mesas enteras de plata, cálices alrededor de vasijas doradas, y vino que fluía en presencia de un saco. Entonces Trimalción dijo: -Amigos, hoy mi esclavo favorito ha celebrado su primera barba; es un hombre (dicho sea sin ofender) moderado y que recoge las migajas. Por esto, bebamos y comamos sin parar hasta la luz del día.


[LXXIV] ...... (En preparación)


[LXXV] Post hoc fulmen Habinnas rogare coepit ut iam desineret irasci, et: "Nemo, inquit, nostrum non peccat. Homines sumus, non dei." Idem et Scintilla flens dixit, ac per genium eius Gaium appellando rogare coepit ut se frangeret. Non tenuit ultra lacrimas Trimalchio et: "Rogo, inquit, Habinna, sic peculium tuum fruniscaris: si quid perperam feci, in faciem meam inspue. Puerum basiavi frugalissimum, non propter formam, sed quia frugi est: decem partes dicit, librum ab oculo legit, thraecium sibi de diariis fecit, arcisellium de suo paravit et duas trullas. Non est dignus quem in oculis feram? Sed Fortunata vetat.

Después de este arrebato, Habinas empezó a suplicarle que ya dejara de enojarse, y le dijo: -Todos nosotros cometemos faltas. Somos hombres, no dioses. Centella, llorando, también le dijo lo mismo; y, dirigiendo la palabra por medio de su Genio Gayo, empezó a solicitar que se ablandara. Trimalción no contuvo más las lágrimas y dijo: -Por favor, Habinas; del mismo modo que disfrutas tu peculio, si hice algo mal, escupe sobre mi cara. Di un beso al muchacho más arreglado, no por causa de su hermosura, sino porque es moderado: dice la tabla hasta el diez, lee un libro de un vistazo, se ha hecho con un uniforme tracio a partir de su salario diario; también a partir de sus ahorros ha adquirido un sillón y dos jarras. ¿No es merecido que lo acepte como a niña de mis ojos? Pero Fortunata se opone.


Ita tibi videtur, fulcipedia? Suadeo, bonum tuum concoquas, milva, et me non facias ringentem, amasiuncula: alioquin experieris cerebrum meum. Nosti me: quod semel destinavi, clavo tabulari fixum est. Sed vivorum meminerimus. Vos rogo, amici, ut vobis suaviter sit. Nam ego quoque tam fui quam vos estis, sed virtute mea ad hoc perveni. Corcillum est quod homines facit, cetera quisquilia omnia. Bene emo, bene vendo; alius alia vobis dicet. Felicitate dissilio. Tu autem, sterteia, etiamnum ploras? Iam curabo fatum tuum plores. Sed ut coeperam dicere, ad hanc me fortunam frugalitas mea perduxit.

¿Así te parece, zancuda? Te aconsejo, miloca, que digieras tu felicidad, y no hagas que yo refunfuñe, enamoradita; de lo contrario, vas a poner a prueba mi cerebro. Ya me conoces: lo que una vez he fijado, ha sido fijado con un clavo de tercia. Pero acordémonos de los vivos. Os solicito, amigos, que os lo paséis agradablemente. Porque yo también fui tan como vosotros sois ahora; pero, gracias a mi mérito personal, llegué a esta posición. El corazoncito es lo que hace a los hombres; todo lo demás son desechos. Compro bien, vendo bien; otro os dirá otras cosas. Salto de felicidad. En cambio tú, roncadora, ¿aún sigues llorando aparatosamente? Ya me cuidaré yo de que deplores tu suerte. Pero como había empezado a decir, mi moderación me ha hecho ir a esta afortunada posición.


"Tam magnus ex Asia veni, quam hic candelabrus est. Ad summam, quotidie me solebam ad illum metiri, et ut celerius rostrum barbatum haberem, labra de lucerna ungebam. Tamen ad delicias ipsimi annos quattuordecim fui. Nec turpe est, quod dominus iubet. Ego tamen et ipsimae satis faciebam. Scitis quid dicam: taceo, quia non sum de gloriosis.

Tan grande vine de Asia como es este candelabro. Baste decir que diariamente solía medirme tomándolo como referencia; y para que tuviera antes una jeta barbuda, ungía los labios con el aceite del candil. No obstante, estuve durante catorce años a las delicias de mi amo. Y no es vergonzoso, porque el amo manda. Sin embargo, yo también hacía bastante a la señora. Ya sabéis qué quiero decir. Me callo, puesto que no soy de esos jactanciosos.




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