Sección Universitaria

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SECCIÓN UNIVERSITARIA

(Columna Académica de la Universidad de El Salvador, publicada en el Diario Oficial No. 231, Tomo No. 9, del 8 de octubre de 1880)

República de El Salvador en la América Central

TEXTO:

SECCIÓN UNIVERSITARIA.

La Universidad Central va á dar principio á sus tareas periodísticas.

La Suprema Directora de la enseñanza superior no debe ser estraña á los debates de la prensa. Su vida es de lucha, y no esquiva las que se libran en ese palenque donde las inteligencias miden sus fuerzas y se disputan los laureles de la verdad.

Su misión civilizadora no se ejerce solo en el estrecho recinto de las aulas, sino que se estiende hasta donde llega el pensamiento, hasta donde se dilatan las ideas que enjendran el progreso.

Las conquistas de la Universidad no son solo para ella, no le pertenecen á ella sola, no son la propiedad de un círculo reducido: son del hombre. Sobre la cátedra no pesan ya los antiguos sistemas rutinarios, ni las preocupaciones de otros tiempos. Sus puertas se abren para todos, y las ideas que en ellas se proclaman y se inculcan en las jóvenes inteligencias, están á la altura del siglo y como él llevan todas el sello de la Libertad.

El talento es el límite del mismo. Este es su axioma como maestra.

El examen filosófico y la discusión científica son los veneros de sus dogmas, que difunde ya por la voz de sus Doctores, ya por la prensa, ese órgano poderoso de la ciencia militante.

En su seno germinan ideas superiores á nuestro tiempo, verdaderos esfuerzos del espíritu que vislumbra el perfeccionamiento social, visiones proféticas de la verdadera civilización; y no puede ser de otro modo, cuando el progreso humano no ha dicho su última palabra, cuando nuestra propia conciencia nos dice sin cesar “adelante, más allá.”

Adelante, pues, que el convencimiento de la verdad la impulsará á la lucha, y la fuerza inquebrantable de la buena fé la sostendrá en la arena.

La emancipación de la inteligencia es su bandera.

Pero la ilustración y el ingenio y el entusiasmo por nuestro adelanto intelectual no son de su esclusiva pertenencia.

La Universidad es una gran familia. De su seno han nacido para la vida pública esos ingenios esclarecidos que honran el foro, la tribuna, la cátedra, la iglesia.

Merced á esa benéfica institución, la República no solo en la Capital tiene su cerebro, sino que piensa en toda ella, desde el palacio de Gobierno, hasta las más apartadas comarcas.

Merced á ella, nuestros aldeanos no se estrañan á la vista del sabio, ni le miran ya como un ente sobrenatural; y el libro y el periódico han sustituido entre ellos, en gran parte, á la palabra evangelizadora del predicador.

Ya no es estraño en nuestros más remotos valles oír la voz del filósofo, ni los cantares del poeta, porque allí la Universidad tiene sus altares.

Pero á pesar de esto, mucho nos falta.

Las ciencias políticas y sociales, la jurisprudencia, la medicina y las ciencias naturales no han nacido solo para la teoría estéril. Los sistemas de gobierno, de justicia, de enseñanza se discuten, se ensayan. El análisis filosófico nos patentizará los errores, como el escalpelo del cirujano descubre los vicios de la organización.

A la gran familia Universitaria toca la tarea de iniciar el progreso en nuestras ciencias, en nuestras letras; y para ello, la madre común pone á disposición de sus hijos ese medio sin segundo, ese poder, esa fuerza mágica que lleva la idea á todas las inteligencias;– la prensa.

Esperamos, pues, que los Señores Académicos de la República honren las columnas de la Sección Universitaria con sus producciones científicas y literarias.

M. Herrera.