Semblanzas: 001

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Rara temporum felicitate
ubi sentire quae velis, et quae
sentias dicere licet.

TAC.


Carísimos lectores:

¿Quién nos metió á nosotros, pobres diablos, con letras como celemines, en camisa de once varas? ¿Para qué nos metemos á biógrafos y retratistas, arte tan difícil y arriesgado, y mas cuando se trata de sacar á relucir originales como los del bendito salon de Oriente, Q. E. P. D.? ¡Ya se vé! vivimos en tales tiempos, que cualquier molondrón ó desbarbado se atreve á juzgar y á maldecir buenamente de todo el mundo á tontas y á locas, sin entender á las veces ni una jota de lo que charla.

No se extrañe, pues, que á unos miserables palurdos de provincia, pero con su gramática parda, y su poquito de súmulas en el cuerpo, les haya cutido vivamente la comezón de salir á la palestra con esta disforme galería de trescientos y cuarenta retratos, mal coloridos y peor dibujados; como que á decir verdad, entendemos tanto en achaques de pintura como el desgraciado Orbaneja, que mentaba nuestra abuela. Pero á la mano de Dios, y salga lo que saliere.

Vinimos á Madrid al comenzar la famosa legislatura del año corriente, con muchas ganas de saber y palpar lo que es un diputado; y, á manera de la gente del pueblo que sufre y paga, como decía el otro, hemos atisbado desde los rincones y sobrados de su tribuna, en lo que ha sido dable á nuestra corta vista, con la escasez y variedad de las luces, y la gran movilidad de los objetos, cuanto ha ocurrido en ese pasmoso hormiguero de los padres de la Patria, (a) teatro de Oriente, que tanto prometieron algún día á sus electores, y que tantos chascos han dado, y se han llevado á sus provincias: y como ofrecimos á nuestros cándidos paisanos comunicarles el fruto de nuestras observaciones, y el resultado de nuestros ligeros apuntes, para los retratos (que algún día saldrán acabados) de nuestros queridos padres putativos, nos atrevemos á enviárselos en letras de molde, para que todos disfruten de la noticia, y nadie pueda alegar ignorancia. Y confiamos que se nos perdonará lo tosco y duro de nuestros bocetos de brocha gorda, en cambio de nuestra loable intención é inofensivo propósito.

Quiera Dios, por tanto, que á todo mal correr se nos tache únicamente de ignorantes, presuntuosos, y temerarios, sin que lleguen á malquistarse con nuestro librejo, ni á sumirlo en los insondables archivos de San Martín (auctoritate qua fungor) los susceptibles padrinos del amigo Asmodeo y comparsa, á título de albaceas testamentarios, rostrituertos, de los moribundos retratados. De esta suerte cada quisque (por su dinero se entiende) podrá entretenerse un rato, á costa y sin perjuicio del prójimo; y resultarnos á los editores, si no mucha gloria, siquiera algún provecho de nuestros desvelos y trabajos. Así lo pedimos, protestamos y prolongamos; jurando no proceder de malicia, en nada ni para nada.

Otro sí, pedimos á quien corresponda entender en este matalotage facial que: ya que nos alcance, por desgracia, aquello del ilustre Moratín L.: «Críticas sufrirán», no nos toque ni á un pelo lo de «Zurra y proceso»; porque repetimos lo dicho: fuera de que, como afirmaba la discreta del romancero al constante detractor de las huecas:


Todas malas no es posible,
ni es posible todas buenas;
yerbas hay que dan la vida
y quitan la vida yerbas.


Finalmente, advertimos y protestamos en descargo de nuestra conciencia y salvación de nuestra cuitada alma, que por algo se ha de comenzar, aunque sea imperfecto, rudo y poco: que Dios y ollas y medraremos y mejoraremos de pinceles, y de paletas, y de retratos; y de todo, acaso; consintiendo en el ínterin nuestra humildad edificante, y desusada, hasta en que nos rechiflen, repitiéndonos los versos de aquel antiguo chuzón que decía:


Ya empieza á deletrear
Perico el del bachiller;
pero en sabiendo leer
jura que ha de predicar.