Semblanzas: 189
MAYANS, DON LUIS.
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Tiene el honor de presidir el Congreso en forma de concilio; pues así como los papas se han abrogado la facultad de nombrar legados para que presidan y dirijan los concilios, así el gobierno ha establecido el abuso de designar sus legados para presidir y dirigir el Congreso. Ya se sabe que ésta es cuestión de gabinete. Si los señores diputados votaran diciendo placet, sería el ceremonial completo.
Grande dificultad ofrece presidir un Congreso donde hay tanto cismático y hasta un señor Morón tan exigente y tenaz como el cardenal Morón que estuvo en el concilio de Trento.
En cuanto es compatible con su falsa posición, el señor presidente se porta bien, porque es político, afable y conciliador con los diputados: pero con los ministros declina sus altas atribuciones y atiende á sus semblantes mas que al reglamento.
No es muy aficionado á la campanilla: á los de la oposición, cuando ve que los ministros se impacientan y que ya no hay mas remedio, les da un toque de atención, los amonesta suavemente y los requiere á entrar en la cuestión aunque estén dentro de ella: á los de la mayoría, si como sucede con frecuencia, se extravían con pesados episodios ó invierten en una rectificación hora y media, se contenta con empuñar la campanilla y sin sonarla amenazarlos con ella: á los ministros no es extraño que los deje hablar siempre y cuanto quieren porque así lo dispone el reglamento; pero cuando se salen de la cuestión, debería S. S. interrumpirlos como á los demás; cuando se permiten dirigirse singularmente á cada uno de los señores de la oposición haciendo su biografía crítica, debería llamarlos al orden, y cuando se atreven á insultar á los diputados, debería reprimirlos de otra manera, porque para vencer todas estas dificultades está allí el presidente de la representación popular y no para quedarse blanco é inmóvil como una estatua.
El señor Mayans es ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina, en cuyo alto puesto es notorio que todos los que lo ocupan administran cumplida justicia.
Como diputado, nunca ha llamado la atención; como ministro, siempre fué un dócil pero fiel instrumento de los directores de su partido.
Socialmente es todo un caballero y muy buen amigo. Nada tiene de extravagante, porque es la suma cordura; nada de orgulloso, porque su trato es el más distinguido y afable: pero sepa todo el que no lo conozca que tanto á pié como á caballo es el mas fiel retrato de don Quijote.