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Semblanzas: 219

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OLIVAN, DON ALEJANDRO.

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Por Boltaña, provincia de Huesca.


Aquí hay honra y provecho; es un humanista, un filólogo, pero nosotros no sabemos lo bastante para decir si es completo. Conoce las ciencias naturales y las exactas, y de todo lo que entiende habla, y de todo lo que habla entiende. De todos los ramos de la administración pública el que más dista del vasto círculo de sus conocimientos es la marina; por eso nombraron á S. S. ministro de ese departamento.

Es un orador verdaderamente parlamentario, porque sus discursos son del género más útil en un parlamento. No hace alarde de pulmones acaudillando un bando político, pero con el lenguaje más puro y castizo, y con la facilidad propia de un hombre científico, ilustra todas las cuestiones que exigen para su solución la parte especulativa de la ciencia.

Como político nos inspira menos respeto que como filósofo. Sienta buenas premisas en sus discursos, y establece proposiciones que sus adversarios no pueden menos de conceder; así les arranca signos afirmativos; así los engríe y los lleva consigo hasta cierta distancia: pero al inferir las consecuencias, ó mejor diremos al aplicar los principios, ya no hay conformidad en el señor Olivan; se pone en contradicción consigo mismo, y sus adversarios lo califican de un sofista político. «Los diputados de la nación, dice S. S. deben analizar los presupuestos, y está en sus facultades negar su voto al artículo ú capítulo que no crean conveniente, porque así lo dispone la Constitución del Estado, y esta es la más sólida base del sistema representativo.»

Acto continuo presenta un diputado una proposición para que se supriman seis plazas de comisarios de policía, y el señor Olivan dice: «Eso no está en las atribuciones de los diputados, eso debe ser objeto de una ley: lo que está establecido en virtud de una ley no se puede alterar á no ser por otra.»

Dice otra diputado: Pido que no se recargue á los pueblos cantidad alguna para gastos de cobranza. Y dice el señor Olivan: «Eso pertenece á la parte reglamentaria, cuya incumbencia es exclusiva del gobierno.» De modo que según el señor Olivan no tiene fuerza de ley la ley de presupuestos; y si el gobierno al exigir su contribución á un ciudadano le saca además un ojo, no hay facultad en el Congreso para evitarlo, porque eso pertenece á la parte reglamentaria.

Ha publicado una cartilla agraria que sin duda, con la protección del gobierno, le vale mucho más que una buena heredad: pero estamos seguros de que por muy buena que fuera una heredad, el señor Olivan la echaría a perder con su cartilla.

Se dice que S. S. está en infusión para ministro de las colonias, y que un ministerio que se llamará de las colonias, está en infusión para su señoría. Allí si que hay buenos terrenos donde aplicar la cartilla.